Este mes, las Naciones Unidas votarán una resolución para reconocer a los palestinos, como una nación legítima.
Si son exitosos, los palestinos sin duda se moverán a reclamar como su tierra el lado oeste del territorio donde habitan, y a Jerusalén como su capital. Esto sería catastrófico para la nación de Israel.
Destruir a los escogidos de Dios y eliminar la nación judía del mapa, ha sido una política declarada por parte de los enemigos de Israel.
Los terroristas y dictadores musulmanes, rodean Israel. Sin embargo, Israel se mantiene como un verdadero bastión de la democracia: firme, sola en el Medio Oriente, mientras las naciones del mundo se unen en su contra.
Le doy gracias a Dios que fuimos testigos de su Palabra en 1948, cuando Él regresó a los judíos a su tierra y se formó la nación de Israel.
Sabemos que la tierra israelita pertenece a los judíos como heredad, entregada a ellos por Dios en un pacto con sus patriarcas: Abraham, Isaac y Jacob.
Como nos dice el profeta Ezequiel: “y los haré una nación en la tierra, en los montes de Israel, y un rey será a todos ellos por rey; y nunca más serán dos naciones, ni nunca más serán divididos en dos reinos”.
Hoy les pido, estimados amigos, que oren por Israel. Juntos, pidámosle a Dios por estas cosas específicas:
Primero, orar para que las Naciones Unidas fracasen en sus intentos por dividir a Israel con la creación de una nación palestina.
Luego, orar por la promesa de Dios, de que Israel nunca sea dividido en dos reinos otra vez.
Finalmente, orar por la paz de Jerusalén, conforme nos instruye la Palabra de Dios.
Queridos amigos, Dios promete bendecir a quienes bendicen a sus escogidos y maldecir a quienes maldicen a Israel. Unámonos en fe en esta hora crítica, para bendecir a Israel y pedirle a Dios que intervenga y le dé victoria sobre sus enemigos.
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