Cebollas
Hablando técnicamente las cebollas y los ajos son hierbas. Pero a lo largo de los siglos se les ha llegado a considerar, no sólo como aderezo, sino como alimentos separados. De hecho, hoy casi nadie las considera hierbas a pesar de que ciertamente contienen todos los poderes curativos y mucho más, que están asociados con las hierbas, más notablemente el ajo.
Como su primo, el ajo, la cebolla es considerada un curalotodo. El alta estima que tienen por ella los médicos naturalistas, se remonta al comienzo de la humanidad. Un hecho, sólo hay una referencia a la cebolla en toda la Biblia, pero considero que es suficiente para que merezca que la mencionemos, porque esa sola referencia enfatiza claramente lo importante que era este alimento en la vida de los israelitas. Y dice el registro bíblico: “Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde; de los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos” (Nm. 11:5).
Cada uno de los alimentos mencionados en el versículo se encuentran entre los más potentes para sanar que se encuentran en la naturaleza. Nutricionalmente, una taza de cebolla cruda contiene:
Calorías 27
Sodio 2 mg
Potasio 125 mg
Fibra 0,6 g
Carbohidratos 5,9 g
También son ricas en vitaminas, incluyendo B1, tiamina, B2, riboflavina y C.
El historiador griego Herodoto, escribió que las cebollas eran consideradas una fuente tan importante de energía y resistencia, que los faraones egipcios gastaban nueve toneladas de oro, una pequeña fortuna, en cebollas para alimentar a los esclavos y trabajadores, muchos de ellos israelitas, que construían las pirámides. No sabemos si los judíos adquirieron el hábito de comer cebolla mientras vivieron en Egipto o si ya lo tenían de antemano, lo cierto es que los judíos la añoraban cuando vagaban con Moisés en el desierto.
Vemos entonces que por lo menos 3.000 años antes del nacimiento de Cristo, las cebollas eran atesoradas, no sólo como alimento, sino por su valor terapéutico, particularmente para el tratamiento de los riñones y problemas de la vejiga. Esta creencia constante de que las cebollas eran un buen remedio casero continuó a través de la edad media hasta el día presente. Externamente se han usado como antiséptico y un calmante del dolor, y tomadas como un tónico, sirven para aliviar los dolores de los gases intestinales, los síntomas de la hipertensión, y reducir el nivel de azúcar y colesterol en la sangre.
En algunas áreas de los Balcanes, Bulgaria en particular, las personas le atribuían su longevidad a una dieta que incluía concentraciones altas de cebollas y yogurt. Se dice que entre los remedios caseros de muchas culturas, se usa el jugo de cebolla junto con almíbar hecho de miel para tratar la tos, resfriado y ataques de asma. Los herbolarios modernos, incluso hoy, recomiendan el almíbar de cebolla como un expectorante. También se cree que las cebollas son diuréticas y reducen la presión arterial.
Incontables investigaciones han demostrado ahora claramente entre otras cosas, que las cebollas tienen un efecto profundo en el colesterol de la sangre, elevando el buen colesterol y reduciendo el malo. El doctor Victor Gurewich, un profesor de medicina en la Universidad Tufts, ha hecho un estudio cuidadoso de las enfermedades cardiovasculares y las cebollas y simplemente aconseja: «Coma cebollas».
Los componentes terapéuticos en las cebollas también retrasan la coagulación de la sangre, además de regular el azúcar, aliviar la congestión bronquial y de acuerdo con nueva investigación contribuyen a prevenir el cáncer. Además, no es necesario que se atiborre de cebollas para que le proteja el corazón. Algunos doctores dicen que sólo media cebolla cruda al día, es suficiente. Una sola cucharada de cebollas cocidas, anulará el efecto de comer una comida particularmente grasosa.
Estos descubrimientos ya han sido comprobados. Según Jean Carper, autora del libro publicado en ingles y cuyo título en español es: Los alimentos farmacéuticos, «la cebolla es una de las comidas milagrosas más probadas en los alimentos farmacéuticos, un bulbo potente y versátil contra una hueste de malestares, tal como aseguraban los antiguos». En algunos casos los científicos han aislado hasta 150 químicos diferentes en la cebolla, pero todavía se está debatiendo cuáles componentes hacen exactamente esto o aquello. Las cebollas crudas obran mejor con el colesterol. Según el doctor Gurewich, en las cebollas cocidas de alguna forma parece reducirse sus poderes limpiadores, sin embargo, incluso cocidas son mejor que todo.
Tanto crudas como cocidas actúan como un anticoagulante ayudando a prevenir que se formen los trágicos coágulos sanguíneos en las arterias. Ellas de hecho ayudan a disolver coágulos que ya se han formado. En un estudio histórico que se llevara a cabo en India, a las personas que participaron se les dieron comidas ricas en grasa, tal como mantequilla, crema y huevos, exactamente la clase de dieta que eleva los niveles de colesterol rápidamente y aumenta el peligro de los coágulos sanguíneos. Después le añadieron unas dos onzas de cebolla a la dieta y los resultados fueron asombrosos. El colesterol que se había elevado por las grasas quedó bajo control y se revirtió la tendencia de los coágulos.
Un segundo estudio confirmó este descubrimiento, que tanto la cebolla cruda como cocida, ejercen una transformación similar en la sangre. En este segundo estudio, las personas fueron sometidas a una dieta de 3.000 calorías, rica en grasa, durante quince días. El colesterol se elevó de un promedio de 219 a 263. Sin embargo, al añadir una sola cucharada de cebollas, el nivel de colesterol descendió a 237. Entre más cebollas había en la dieta, mayor fue el descenso en los niveles de colesterol. Aparentemente los mejores resultados se lograron con tres a cuatro tazas de cebollas crudas o cocidas por semana, no mucho si se tiene en cuenta el beneficio que se recibe.
Otros científicos están estudiando los químicos en la cebolla como posible ayuda contra el cáncer. Ellos ya saben que el sulfuro, uno de los 150 químicos en la cebolla, parece obrar excepcionalmente bien haciéndole un alto a los cambios súbitos en las células que a menudo causan el cáncer. Las pruebas realizadas en el Instituto de Tumores del Hospital Anderson en Houston, uno de los principales centros de investigación para cáncer en el mundo, han identificado una sustancia en la cebolla llamada «propylsulfide». Los expertos informan que este químico, tritura estas enzimas en el cuerpo que pueden dejar fuera de control el crecimiento del cáncer.
Un proyecto similar en la Facultad de Medicina Dental de la Universidad de Harvard concluyó que en pruebas realizadas con animales, el extracto de cebolla detuvo el crecimiento del cáncer oral o destruyó enteramente las células cancerosas. Este extracto de cebolla, dijo el investigador, es una sustancia natural no tóxica que puede por lo menos impedir en alguna forma la aparición del cáncer.
Las cebollas, y el extracto de cebolla pueden también ser efectivos en controlar la diabetes al bloquear el aumento súbito de azúcar en la sangre. De hecho, dos estudios separados realizados con animales indicaron, que el extracto de cebolla era un 77% más efectivo para reducir el azúcar en la sangre, que muchas de las drogas que se prescriben comúnmente para el tratamiento de la diabetes.
Los pueblos de los tiempos bíblicos fueron los primeros en tratar resfriados y dolencias similares con cebollas. Ahora, la tecnología del siglo XXI está confirmando que muchos de esos remedios de la antigüedad se basan en sólido hecho científico. En el caso de las cebollas como antibiótico, por ejemplo, ejércitos incontables que marcharon a lo largo de la historia usaban las cebollas como un bálsamo para las heridas en los campos de batalla. Pero no fue, sino hasta el siglo XIX que este remedio casero fue realmente puesto a prueba en el laboratorio, cuando el notable químico francés Louis Pasteur demostró que la cebolla era antibacteriana.
Las cebollas son efectivas en contra de varias bacterias peligrosas incluyendo la mortal E-coli y la salmonella. Las cebollas también poseen un fuerte antibiótico que mata una variedad de bacterias responsables de enfermedades que van desde la diarrea hasta la tuberculosis. Científicos rusos dicen que de las más de 150 plantas que estudiaron, las cebollas y los ajos eran las que contenían más ingredientes antibacteriales. Informaron que masticar una cebolla cruda por cerca de cinco minutos, esterilizaba completamente la boca y la garganta protegiendo al individuo contra enfermedades causantes de virus y gérmenes.
Las cebollas aparentemente bloquean los virus que causan los resfriados. Si usted se come una, el masticarla le ayudará a recobrarse más rápidamente porque los vapores y químicos en la cebolla actúan como expectorante natural. Las cebollas, los ajos, los ajíes picantes y otras comidas picantes, estimulan el cuerpo a producir más fluidos, los cuales a cambio aflojan las mucosidades y hacen que el resfriado se alivie más rápidamente.
El puerro
El puerro también se halla mencionado en el libro de Números. Y dice la Escritura: “Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos; y ahora nuestra alma se seca; pues nada sino este maná ven nuestros ojos” (Nm. 11:5, 6). El puerro es una versión dulce de la cebolla. Cocido es extremadamente versátil cuando se usa con otros platos. Tiene un favor más delicado que el ajo o la cebolla y forma la base de muchos platos tradicionales que se originaron en Israel antiguo y los territorios vecinos.
Un plato favorito en los tiempos bíblicos y que todavía es popular en los países del Medio Oriente hoy, era un cocimiento hecho con el bulbo blanco de los puerros, arroz o granos similares, nueces trituradas y endulzado con miel. En un libro en inglés A fountain of gardens, la autora Wilma Paterson escribe: «Es apenas sorprendente que los hebreos añoraran estos tres miembros de la familia de los lirios, puerros, cebollas y ajos, como alimentos importantes en su dieta, tal como son ahora. Los puerros eran bien conocidos en el antiguo Egipto y eran apreciados no sólo como alimento, sino para uso medicinal, los empleaban para tratar quemaduras».
Plinio, el escritor del primer siglo de la era cristiana, describe cómo el emperador Nerón comía puerros. Los puerros en cantidad eran prescritos para la infertilidad en las mujeres y se han usado por tradición, externa e internamente para una variedad de condiciones. El caldo de puerros se prescribe no sólo para la obesidad, sino para problemas en los riñones, desórdenes intestinales y resfriados.
Trigo
Dice Jeremías 41:8: “...tenemos en el campo tesoros de trigos y cebadas y aceites y miel...” Para los pueblos de la Biblia, el trigo era uno de los grandes tesoros como alimento, tal como lo es hoy alrededor del mundo. En ese tiempo, el trigo, o cualquier producto derivado del trigo, era más valioso que algo simplemente para comer. El trigo podía representar la diferencia entre la vida y la muerte debido a su valor nutricional y a la protección que ofrecía contra una hueste de enfermedades incapacitantes y a menudo mortales.
El trigo verdaderamente era “el báculo de la vida”. Debido a que era una parte importante en la supervivencia diaria se convirtió en un símbolo religioso tanto para judíos como para cristianos. Una cosecha abundante era una bendición de Dios, no sorprende entonces que se considerara a las hambrunas periódicas como señal de su enojo.
Por lo tanto, no sorprende que las personas de esos tiempos esperaran comer algún plato con granos en cada comida, incluso aunque fuera sólo un pedazo de pan remojado con miel. Las personas de los tiempos bíblicos comían sus granos hervidos y secos, remojados y tostados, y en ocasiones hasta los comían verdes, acabados de arrancar de la planta. Los molían, los ponían a secar, los trituraban y horneaban en cacerolas, los hacían cocido con leche y endulzados con miel, sopas, ensaladas y postres, tales como los budines y flanes.
Estaba por ejemplo, el famoso pan de Ezequiel, el cual contenía casi todos los granos disponibles en ese tiempo: “Y tú toma para ti trigo, cebada, habas, lentejas, millo y avena, y ponlos en una vasija, y hazte pan de ellos...” (Ez. 4:9a). Además, los eruditos bíblicos dicen que el pan de Ezequiel era un alimento para sobrevivir durante los días duros de la conquista de Babilonia. Los israelitas tenían que depositar su fe en este alimento hecho de diversos granos para mantener su buena salud y seguir luchando.
Hipócrates, quien vivió cuando se desarrollaron muchos de los eventos históricos de la Biblia, registró mucha información recogida de sus vecinos hebreos cuando recomendó el pan de trigo entero como un laxante superior. Mucho del trigo que comían los israelitas era de hecho el trigo con la cáscara, en donde se encuentra toda la fibra. Está ahora bien establecido, cuán crítica es la fibra para una digestión saludable y una función eficiente de los intestinos. El trigo con cáscara contiene también vitamina B y proteína. He aquí algunos de los beneficios que se recibe con una onza de trigo tostado con cáscara:
Calorías 60
Fibra 12 g
Grasa 1 g
Potasio 410 g
Carbohidratos 18 g
Proteína 5 g
El germen de trigo es considerado excelente por su valor nutritivo. Un cuarto de taza contiene cinco gramos de fibra, al igual que vitamina B, hierro, magnesio y zinc. También es rico en cromo, manganeso y vitamina E. El trigo entero con cáscara contiene el triple de fibra que se encuentra en el pan blanco y es mucho más rico en magnesio y vitamina B.
El alto contenido de fibra en el salvado, la cáscara de trigo, es una de las fuentes más ricas conocidas para la dieta. Nada se compara al valor de esta fibra para hacer que los deshechos sean expulsados regularmente de nuestro cuerpo. La fibra de trigo es nuestra mejor protección y cura para el estreñimiento. Previene las infecciones intestinales, hemorroides, venas varicosas, mientras mejora las funciones intestinales. El trigo también resguarda contra el cáncer del colon. Los doctores enfatizan que cualquier cosa que podamos hacer para minimizar los problemas digestivos y del intestino, reducen profundamente el riesgo de que se desarrolle el fatal cáncer del colon.
Recientemente, un grupo de investigadores en una clínica nutricional en Inglaterra se dispuso a comparar la efectividad de varias fibras vegetales en nuestra dieta. A los voluntarios se les dio salvado, cáscara de trigo, zanahorias, repollo y manzanas. La conclusión fue que mientras todos los vegetales eran benéficos, ninguno se aproxima a la efectividad del salvado. Expertos informan que en otras partes del mundo hoy, en donde las personas consumen más fibra que en Estados Unidos, los desórdenes en el colon y los intestinos son muy raros. Eso mismo era cierto en las tierras bíblicas en donde las dietas ricas en fibra eran cosa común.
Sólo se requieren tres cuartos de una taza de salvado al día para aumentar el tamaño de las deposiciones, lo cual es importante para evitar el estreñimiento y otros problemas del colon. Para recibir esa misma cantidad de fibra de otros alimentos, sería necesario comerse catorce rebanadas de pan de trigo entero, cuatro y media tazas de zanahorias cocidas, cinco tazas de repollo cocido u once manzanas.
Pero la cura para el estreñimiento es sólo la primera de los muchos beneficios para la salud que ofrece el trigo. La mayoría de los investigadores están convencidos, que entre más cereales comemos, menos riesgo tenemos de sufrir cáncer de los intestinos y del recto.
Según un estudio documentado por la Fundación Americana de la Salud y realizado entre granjeros en Finlandia, cuya dieta normal es alta en grasa debido a los productos lácteos, la tasa de cáncer en el colon se redujo, cuando debía haber ascendido. Los investigadores concluyeron que la razón se debía a que estos hombres comían grandes cantidades de trigo y de salvado, confirmando la creencia que el alto contenido de fibra en la dieta, de alguna forma bloqueaba la formación de los cánceres que son a menudo un resultado del alto consumo de grasa.
Esto es lo que ocurre aparentemente: El proceso digestivo normal produce ácidos de bilis que pueden estimular el crecimiento del cáncer. También se sabe que los cancerígenos que se encuentran en el ambiente se están moviendo constantemente en nuestro cuerpo. Estos cancerígenos, a menudo los rastros de pesticidas que quedan en las frutas son prácticamente inevitables en la vida moderna.
Lo que podemos hacer es cambiar la dieta para ayudar a nuestro cuerpo a que elimine estas sustancias peligrosas tan rápidamente como sea posible, antes de que comiencen a hacernos daño. Comer buenas cantidades de fibra, particularmente salvado, aumenta el tamaño de las deposiciones. Este movimiento rápido a lo largo del colon, recolectando químicos no deseados y expulsándolos rápidamente mejora las posibilidades de evitar el cáncer.
Docenas de estudio realizados alrededor del mundo ahora, han confirmado que los productos derivados del trigo y de otros alimentos ricos en fibra, significan menos incidencia de cáncer en el colon.
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