Posiblemente nadie querría desestimar la influencia de las mujeres en guardar la casa y criar a los hijos. Donde la historia no ha sido “justa” es no registrando los excelentes logros de las mujeres en áreas que generalmente se piensa son dominadas por los hombres: el gobierno, la política, los negocios, la religión y la ciencia.
Los hombres ha recibido crédito en estos campos pero no han informado sobre las mujeres que tuvieron éxito en ellos. Parecen horrorizados de que una mujer pueda lograr algo fuera de la casa. Todo esto es parte de un historial que debe ser rectificado. A lo largo de la historia, las mujeres han logrado grandes cosas.
Echemos una mirada a diez mujeres que demostraron este error. Algunas de ellas son muy conocidas y algunas no lo son, pero todas hicieron contribuciones increíbles al mundo que las rodeaba.
Isabel I
Género erróneo, gran gobernante: eso sintetiza la vida de la reina Isabel I den Iglaterra. Su notorio padre, el rey Enrique Octavo, uno de los grandes sinvergüenzas de la historia, casado ocho veces para engendrar un varón, y accidentalmente engendró a una grande que nunca fue parte de sus planes. Isabel vino al poder cuando su hermana la reina María, conocida como “María Sangrienta” (“Bloody Mary”) por su persecución de los protestantes, murió en 1558. Isabel gobernó lo que llegó a ser conocido como la “Edad de Oro” de la historia hasta 1603.
Isabel mantuvo su gobierno aparentando estar interesada en pretendientes católicos para que el rey de España no invadiera Inglaterra. En 1588, el rey Felipe II finalmente comprendió que estaba tratando con una protestante y envió a la gran Armada Española a conquistar Inglaterra de una vez por todas. Justo antes de esta gran liberación para Inglaterra y cuando la Armada se estaba acercando, Isabel dijo a sus tropas en Tillbury: “Sé que tengo el cuerpo de una mujer frágil y débil, pero tengo el corazón y el estómago de un rey, y de un rey de Inglaterra además; y pienso que es un gran desprecio que Parma o España, o cualquier príncipe de Europa se atreva a invadir las fronteras de mi reino”. Al final de su reinado, ella dijo a su pueblo: “Aunque Dios me ha levantado alto, esto sigo contando como la gloria de mi corona: que he reinado con el amor de ustedes”.
Yo amo el hecho de que la reina Isabel no mirara su cuerpo que ella dijo que era frágil y débil, sino que mirara su corazón. Ella siguió su corazón e ignoró sus déficits. Dios siempre fortalecerá a quienes están deseosos de mirar sus debilidades a la cara y decirles: “Ustedes no pueden detenerme”.
Eleanor Roosevelt
Nacida en una familia activa en política pero no siempre progresista cuando vinieron las mujeres, Eleanor Roosevelt (1884-1962) recibió una educación exclusiva en un internado antes de casarse con su distante primo Franklin
Roosevelt en 1905. Durante los siguientes años, con pocos antecedentes más que
su familia, llegó a ser la dirigente política de su época. Tenía un innegable
talento ejecutivo. Con Franklin, tuvieron cinco hijos e inmediatamente se volvió
activa en política cuando Roosevelt fue elegido por la Asamblea de Nueva York.
Trabajó por la Liga de Mujeres Votantes del Estado de Nueva York y la Liga de
Sindicatos de Mujeres para que se aprobaran las leyes del salario mínimo.
Cuando su marido enfermó de polio en 1921, ella organizó a las mujeres
demócratas para ayudar a Franklin a ser elegido gobernador en 1928 y luego
presidente seis años después. Tras la muerte de su esposo en 1945, el Presidente
Truman la designó como una delegada ante las Naciones Unidas donde en buena
parte dio forma a la Declaración Universal de Derechos Humanos. Eleanor
Roosevelt dijo: “Usted gana fuerza, valor y confianza con cada experiencia en la
que realmente se detiene a mirar al miedo a la cara. Usted puede decirse a sí
misma: ‘Si viví a través de este horror, yo puedo tomar la próxima cosa que
venga…’ ‘Usted debe hacer las cosas que piensa que no puede hacer’.” Ella
aprendió eso de que “Nadie puede hacerla sentirse inferior sin su consentimiento”.
Eleanor Roosevelt definitivamente supo que tenía que actuar aunque sintiera miedo. Necesitamos “conocer el miedo”, no buscar el “no miedo”. Así muchas
veces queremos despedir el miedo y mantenerlo lejos, pero el miedo no puede
detener a la fe y la determinación. Cuando el miedo venga a golpear a su puerta,
deje que le responda la fe y quizás algún día usted esté en los libros de historia.
Libro: Mujer segura de sí misma.
Autor: Joyce Meyer
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