LAS MUJERES EN LA REFORMA PROTESTANTE DEL SIGLO XVI


MARIE DENTIÈRE

Si Dios dio gracia a algunas buenas mujeres, revelándoles algo santo y bueno a través de su Sagrada Escritura, ¿Tienen ellas que, por causa de los difamadores de la verdad, atreverse a no escribirlo, no hablarlo o no declararlo a los demás? ¡Ah! Puede ser demasiado impúdico cubrir el talento que Dios nos ha concedido, nosotras que debemos tener la gracia de perseverar hasta el fin. ¡Amén!

Marie Dentière.

Antecedentes históricos

Es necesario mantener la memoria histórica en nuestro pueblo y esa memoria debe ser lo más completa posible ¿Qué ha pasado con la memoria de las mujeres en el movimiento de la Reforma protestante del siglo XVI? ¿Participaron las mujeres en el movimiento de la Reforma? ¿Existen remembranzas escritas acerca de ellas? ¿Por qué no han llegado hasta nosotras el día de hoy? ¿Qué fue lo que pasó? Durante toda la historia de la humanidad, la participación de las mujeres ha sido invisible y olvidada y en los mejores casos interpretada por varones. Las mujeres protestantes tenemos historia, hubo mujeres que contribuyeron a la Reforma Protestante, el objetivo de este trabajo es recuperar parte de ésta.

A lo largo de la historia, la condición de las mujeres ha sido de sumisión y opresión. El siglo XVI no fue la excepción, continúa la historia de sumisión a valores y normas masculinas. Sin embargo, hubo varios brotes que pudieron provocar cambios en esta situación. Estos fueron pocos, pero significativos para la época: concientización con respecto a la idea que tenían de sí mismas, la revalorización de la mujer casada, mayor libertad para las mujeres cultas, como el caso de grandes escritoras, reformadoras religiosas y reinas.

No fue así desde el principio, se había olvidado que en el primer cristianismo no existía ni varón ni mujer, ambos eran iguales en Cristo. Las mujeres cristianas de los primeros siglos realizaban ministerios al igual que cualquier hombre, predicaban, impartían los sacramentos del Bautismo y Santa Cena, enseñaban, etcétera. Eran llamadas con el nombre específico de su ministerio: apóstolas, diaconisas, maestras, evangelistas. Pero este lugar que Jesús dio a las mujeres poco a poco se fue olvidando y mientras la iglesia se construía jerárquicamente masculina, la situación de la mujer regreso a ser de sumisión.

En el siglo XVI el protagonismo de la mujer aunque fue escaso, también fue significativo, existieron mujeres que se impusieron por encima de las costumbres de su tiempo y desempeñaron un papel muy importante en la escena política o religiosa de su tiempo. A favor de la Reforma se proclaman jóvenes y adultas mayores, burguesas y campesinas.

No sólo fueron hombres quienes llevaron a cabo la Reforma Protestante. Se tiende siempre a mencionar a los hombres en la elaboración de la Historia, por mucho tiempo se negó que Jesucristo hubiera llamado a mujeres y se decía él solo tuvo 12 apóstoles, ninguna apóstola. Así también hemos escuchado por años los nombres de Jan Hus, Lutero, Melanchton, Calvino, Farel, Zwinglio, etcétera, como padres de la Reforma protestante dejando de lado a las madres de la misma, olvidando, negando y silenciando sus nombres y su obra.


        2. Mujeres en la Reforma protestante


Un considerable número de mujeres estuvieron implicadas en la Reforma Protestante, en diferentes ámbitos, a diferentes niveles y en varios países como Alemania, Italia, Francia, Inglaterra y España. Algunas fueron las que tenían cierta actividad política, reinas como Margarita de Navarra, Juana de Albret, etcétera. Quienes patrocinaron, influyeron en su corte y hombres cercanos a ellas, promulgaron leyes o escribieron para promover la Reforma. Así también, no sólo las de familias nobles participaron en este movimiento de cambio eclesiástico, mujeres del pueblo lucharon a favor de su fe.

Normalmente cuando consultamos la biografía de una mujer de esta época encontramos que se le relaciona invariablemente con los hombres con los cuáles estableció un parentesco directo, como si fueran la posesión de, girando su vida entorno al hombre que fue su padre, al que se casó con ellas o al que procrearon, entonces se dice: “hija de…”, “esposa de…”, “madre de…”. He omitido estos datos a fin de resaltar el valor de estas mujeres y su importancia por ellas mismas, por sus logros, como sujetos de la historia y no como objetos de posesión relacionadas con…, o dependientes de…, salvo en algunos casos en los que el esposo fue determinante en la vida de ellas. Me he permitido nombrar a continuación las más representativas, aunque existieron muchas más.

Marie Dentière (Bélgica, 1495-1561). Hace ya casi siete años, el 3 de noviembre de 2002 se añadieron más nombres al Monumento Internacional de la Reforma en Ginebra, entre ellos el de Marie Dentière, quien habiendo sido monja agustina, abandonó el monacato y se adhirió a la Reforma gracias a una predicación de Martín Lutero. Para lograr salir y escapar del convento de Tournai tomó 500 ducados del tesoro de la abadía. Fue perseguida como muchos otros protestantes y se refugió en la ciudad de Estrasburgo.

Marie creía importante reformar las doctrinas religiosas de su época, pero también fue una gran feminista al proponer que se ampliara el papel de las mujeres en la religión. Ella decía que hombres y mujeres estamos igualmente calificados para interpretar las Sagradas Escrituras y los aspectos de la fe. Para cualquiera de sus debates teológicos o predicaciones usaba directamente el texto bíblico, siempre interpretando pasajes donde las protagonistas eran mujeres, defendiendo el ministerio femenino y volviendo sus argumentos en contra de sus detractores normalmente reformadores en contra del ministerio de la mujer:

¿Qué predicadores han hecho más que la mujer Samaritana que no se avergonzó de predicar a Jesús y su palabra, confesándole abiertamente a todo el mundo, tan pronto como oyó de Jesús que uno debe adorar a Dios en Espíritu y en verdad? O ¿Hay otra como María Magdalena, de quién Jesús sacó 7 demonios, capaz de presumir de haber tenido la primera revelación del gran misterio de la resurrección de Jesús? Y ¿Por qué no la otra mujer, a quién, en lugar de a hombre su resurrección fue anunciada por su ángel, recibiendo el mandamiento de hablar, predicar y declararla a los demás? 

Marie Dentière fue una teóloga reformadora. Desempeñó un papel activo en la religión y política de Ginebra, participo activamente en el cierre de conventos y era predicadora a la par de Calvino y Farel. Redactó una serie de escritos muy revolucionarios para su tiempo, los cuáles son considerados hoy día como una defensa de la perspectiva femenina.

Fue considerada por Calvino y algunos otros reformadores como una mujer que ejercía mala influencia sobre su marido con una personalidad radical. Aun hoy son habituales este tipo de concepciones respecto a las mujeres que desean acceder al ministerio femenino.

Marie no sólo sufrió persecución e incomprensión por parte de la Iglesia Católica, también de parte de la iglesia protestante. Muchos de sus escritos y cartas fueron prohibidos, y destruidos como La Epistre, carta suya escrita a Margarita de Navarra hermana del Rey de Francia donde alentaba fuertemente a la expulsión del clero católico en Francia y criticaba la estupidez de los protestantes por obligar a Calvino y Farel a abandonar Ginebra. Aun dentro del círculo femenino, Dentière no gozó de popularidad.(5) En la Epistre tresutile también se refiere al escaso papel que las mujeres desempeñaron para realizar la Reforma, dice: ¿Tenemos dos evangelios: uno para hombres y otro para mujeres? Tampoco los calumniadores y enemigos de la verdad tienen el derecho de acusarnos de excesiva arrogancia, ni puede un verdadero creyente decir que las mujeres están traspasando sus derechos cuando hablamos a otra acerca de la sagrada escritura”. 

El pensamiento feminista de Dentière puede notarse en una de las cartas dirigidas a Margarita de Navarra, exponiendo sus argumentos sobre el ministerio femenino: “no debemos no más que los hombres, cubrir y enterrar con tierra lo que Dios nos ha dado y revelado a nosotras las mujeres”. Marie no compartía la idea de su época y de los reformadores como Calvino, de ser una buena esposa sumisa y abnegada, buena ama de casa, receptora y pasiva de la doctrina, mencionaba: “Pareciera que la “alianza” que colocamos en nuestra mano el día del matrimonio fuera como el anillo de Giges, que tenía la propiedad de hacerla invisible; pero en nuestro caso no para protegernos de nuestros enemigos sino para arrebatarnos el derecho al tiempo y al espacio, para impedirnos el acceso al ágora”.

Llegó a ser una participante activa de la Reforma Protestante, predicaba en oposición al celibato y a favor del papel activo de las mujeres en la nueva iglesia. Ella fue un agente dinámico en la reforma. Su esposo Froment tampoco estaba de acuerdo con ver a la mujer desde esta perspectiva, fue él quien le ayudó a publicar su obra la Epistre con el impresor ginebrino Jean Girard(10). Marie esperaba el mismo apoyo de parte de Calvino del cual no lo recibió jamás, sino todo lo contrario.

Una de las controversias entre Marie Dentière y Calvino fue acerca de su dura crítica contra las vestiduras grandes y pomposas de los ministros, pues veía sus ropajes como exagerados y prefería algo menos ostentoso(11). Calvino fue muy duro y despectivo ante los reclamos de Marie Dentière y sus esfuerzos para que la voz de las mujeres fuera escuchada. Los propios reformadores en Ginebra prohibieron la publicación de todo texto escrito por una mujer durante el siglo XVI, así la reformadora más importante de su época tuvo que refugiarse en los pseudónimos para que sus escritos llegaran hasta nosotros.

Muchos de sus escritos se le atribuyeron a su esposo quien gozaba de fama de buen predicador, algunos editores se han dado cuenta de la gran diferencia que existía entre los textos de Marie y los de su esposo. “Tanto uno es vivo y lleno de astucias retóricas- se refiere a Marie- como el segundo es pesado… las frases de Marie son sueltas y bien construidas, a menudo entre cortada y lacónica. Ella aprieta el paso y Fromet se arrastra”. Con habilidad manejaba sus argumentos teológicos, su orientación teológica estaba más influida por Farel y Zwinglio que por Lutero. Considerada por muchos una de las primeras teólogas laicas feministas, defendió con gran convicción las ideas de la Reforma y el papel de las mujeres en la Iglesia.

El incorporar el nombre de Marie Dentière al muro de la Reforma Protestante en Ginebra y retomar la historia para mostrar al mundo a esta teóloga y a otras más es un paso muy importante en el reconocimiento y la valoración de las mujeres en la Reforma Protestante.

Argula von Grumbach (1492-1553). Fue la primera mujer que se atrevió a hacer una defensa de Lutero, ante el desconcierto de los inquisidores. En 1523 escribió al cuerpo académico de la Universidad de Ingoldsadt para defender a Alsacius Seehofer, joven de 18 años arrestado por ser luterano. Se atrevía a desafiar a sus autoridades eclesiásticas y civiles como el Duque de Bavaria al cual le mandó decir en una carta que ella no era ni débil ni estúpida. Incitaba a la gente a leer libros en contra de la religión católica. De ella decía Lutero: “Me regocijo de ver como una hija del pecado de Adán se ha convertido en una buena hija de Dios”. Escribió varios libros entre ellos una sátira dirigida a un teólogo católico llamado Schatzgeyer. Fue todo un símbolo de confusión, perplejidad e inquietud femenina. De ella escribe Joana Ortega:

Argula afirmaba que los inquisidores habían sustituido a Cristo por Aristóteles, además de manifestar su desacuerdo con San Pablo por imponer sobre las mujeres el silencio en la iglesia. Esta mujer se convirtió en un símbolo de la “confusión, perplejidad e inquietud” femenina que se suscitó en toda Europa a través de los textos de Lutero. Los procesos femeninos de la Inquisición revelan que esta inquietud ya era importante, debido a las lecturas de Erasmo y de Savonarola.

Catarina Von Bora. Nació el 29 de enero de 1499, fue consagrada monja del convento Cisterciense de Marienthron donde realizó votos de pobreza, obediencia y castidad. En 1523, cuando tenía 24 años se fuga del convento junto con otras monjas en barriles de basura. Ella misma fue la que sugirió casarse con Martín Lutero. Administró los recursos y el dinero del monasterio de los agustinos que les cedió el príncipe Juan. No fue una teóloga como Marie Dentière, la importancia de su persona radica en formar parte de la primera generación de mujeres casadas con pastores protestantes y junto con ellos lucharon por la fe(15). Dio abrigo a monjes y monjas que habían abjurado de su fe y no tuvo miedo de los riesgos que esto y ser esposa de Lutero significaba.

Úrsula Münstenberg. Nació entre 1491-1495 y murió en 1534. Era una monja en el Convento de la orden de María Magdalena de la penitencia en Freiberg Sajonia. Encabezó el movimiento para infiltrar la doctrina luterana en su convento para tal efecto metía libros de Lutero de contrabando. Huyó del convento en 1529. Rechazó la vida de enclaustramiento de las monjas gracias al texto “Id por todo el mundo y predicad el evangelio”.(16)

Elisabeth Cruciger (1500-1535). Su boda fue la primera de acuerdo con los principios protestantes. Participó en discusiones teológicas con Lutero y Melanchton quien la consideraba una mujer inteligente. Escribió un himno, “El hijo único del cielo”, lo cual causó controversia pues las mujeres no escribían himnos en ese tiempo y normalmente se le atribuye por error a Andrew Knoepken.

Elisabeth Von Brandenburg (1485-1555). En 1517 recibió por primera vez la eucaristía de manos de un ministro luterano lo cual enfadó grandemente a su marido Joachim I quien la quería encarcelar a cadena perpetua. Elisabeth huyó defendiendo la postura de que una mujer debe decidir por sí misma su propia religión. Sufrió pobreza y soledad. Influyó en la Reforma protestante de Dinamarca.

Elisabeth de Brunswick (1510-1558). Se convirtió al protestantismo después de escuchar un sermón del pastor luterano Antonio Covinus. A la muerte de su esposo fue nombrada regente y promulgo como religión oficial de su ducado el luteranismo defendiéndolo en la dieta de Augsburgo.

Catherine Zell (1497-1562). Fue de las pocas mujeres que en la Reforma Protestante desarrollaron un papel fuera de lo común. Predicaba junto a su esposo. Escondió a refugiados y escribió algunos ensayos e himnos. Después de la muerte de sus dos hijos se dedicó a predicar y apoyar la fe anabaptista. Escribía de sí misma: “Siempre, desde que tenía diez años de edad, he sido estudiosa y una especie de madre de la iglesia, muy dada a asistir a los sermones. He gustado y frecuentado la compañía de hombres de saber, y he conversado mucho con ellos del Reino de Dios”.

Margarita de Navarra (1555-1572). Interlocutora directa de Calvino. Tradujo al francés la Meditación sobre el Padre Nuestro de Lutero. Autora de varios poemas, entre ellos Prisiones. Su hija Juana de Albert había visto a su padre golpearla por rezar oraciones protestantes. Durante el reinado de Margarita de Navarra, Francia se convirtió en refugio y vivero de la Reforma. Escribió y publicó poemas, tenía un carácter abierto, mucha cultura e hizo de su corte un centro del humanismo.

Tuvo fuertes desavenencias con Calvino debido a que albergó a Poque y Quentin, a quienes Calvino llamaba Libertinos Espirituales. Ellos creían que el ser humano podría ser divinizado y ella lo creía también. Creían que un ser humano deificado no puede pecar, porque Dios no puede pecar. Tal era la indignación de Calvino que se dirigió a Margarita con estas palabras: “Como un perro debe ladrar para defender a su maestro, de igual forma debería denunciar a estos seductores del honor de Dios”.

Juana de Albret (1528-1572). Hija y sucesora al trono de Margarita de Navarra, siguió en los pasos de su madre y bajo sus auspicios se llevó a cabo la traducción del Nuevo Testamento a la Linguæ Navarrorum, rompió totalmente con el catolicismo. Al igual que su madre escribía uno de sus poemas, “Jesús es mi esperanza”. Fue excomulgada por el papa. Declaró su reino oficialmente protestante aun cuando permitió que continuara el catolicismo. Para ella, la Reforma era oportuna y necesaria, tanto que pensaba que sería una cobardía y deslealtad a Dios dejar que el pueblo permaneciera en un estado de suspenso e indecisión.

El matrimonio de Juana de Albret, con Antonio de Borbón reunió varios territorios bajo su control. Dada la identificación de Juana de Albret y Antonio de Borbón con la Reforma, esos territorios se convirtieron en zonas de refugio para numerosos protestantes.

Renata de Ferrara (1510-1575). Conservó su fe protestante después de casarse con un duque católico y trasladarse a su corte en el norte de Italia. Tuvo problemas religiosos ya que albergó a Calvino durante un mes, protegió a los herejes protestantes y se negó a asistir a misa. Fue confinada a su palacio por su esposo por presiones de la inquisición(25). Debido a los devastadores efectos de la inquisición la reforma protestante en España no tuvo un gran auge.

Muchos hombres y mujeres sufrieron persecución y hasta la muerte, como fue el caso de María de Cazalla, quien había logrado acceso a los libros de Erasmo y Lutero. Después de estas lecturas cuestionó la validez de los sacramentos católicos. Fue inspiración espiritual de amas de casa y profesores de la Universidad de Alcalá a quienes ofrecía consejería pastoral y estudios bíblicos. Fue detenida por la Inquisición y torturada en 1534. Muchas mujeres más en España y toda Europa fueron encarceladas, torturadas y quemadas en la hoguera por luchar a favor de la Reforma protestante.

No fueron muchas reformadoras, pero cada una desde su lugar pudo de una manera u otra influir para que se diese el movimiento de la Reforma. Es justo y necesario reconocer y nombrar no solo a los hombres que hicieron posible la Reforma Protestante, este movimiento no solo tiene padres, también tiene madres. La historia de la Reforma Protestante también tiene rostro y nombre de mujer.

Estos son algunos de los nombres de mujeres que se comprometieron y lucharon a favor de los cambios urgentes que necesitaba la iglesia en el siglo XVI. La Reforma protestante no ayudó en la práctica a reivindicar el papel de sumisión que tenía la mujer, limitándola al marco doméstico sin poder acceder al marco eclesiástico en el reconocimiento de sus ministerios o la ordenación a los mismos. Pero sentó las bases de doctrinas tales como el sacerdocio universal de los creyentes y la soberanía de Dios. Mismas que dejan de lado la tradición patriarcal opositora del reconocimiento y ordenación de la mujer.

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