Para un cristiano, ondear la bandera blanca no significa: "Me rindo". Significa: "¡Al fin la victoria!" El primer paso hacia una vida espiritual más profunda, más rica y victoriosa es la rendición.
Cuando un cristiano rinde su corazón, su alma, su cuerpo y sus ambiciones, deja la puerta abierta para que Dios pueda ayudarle plenamente a triunfar.
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