SI TE OPRIME EL CORSÉ...


“La elegancia tiene lugar cuando el interior es tan hermoso como el exterior”. 

“No es la apariencia, es la esencia. No es el dinero, es la educación. No es la ropa, es la clase”. 

“La belleza debería comenzar en el alma y el corazón, de otra manera, los cosméticos son inútiles”.      

“Mantén la cabeza, los tacones y los principios altos”. 

Desde siempre me atrajo la figura de Coco Chanel, pero por alguna razón hoy me puse a indagar en ella a fondo, quizá estaba necesitando respirar un poco de aire fresco y romper con unas tijeras “el corsé”, una de tantas de las cosas de las que ella liberó a las mujeres. 

Coco Chanel, seudónimo de Gabrielle Chanel (Saumur, Francia, 19 de agosto de 1883 - París, 10 de enero de 1971). Me encanta poder comprobar como el significado de su nombre en hebreo, coincidía completamente con lo que era ella. Gabrielle se origina en idioma hebreo y significa "mujer más valiente de Dios". ¿No les parece precioso? 

Si alguien ha demostrado a lo largo y ancho de su vida que todo es posible, esa es, sin duda, Gabrielle Chanel, una mujer que nació pobre y soñó a lo grande para acabar convertida no sólo en un icono de la moda del S.XX que perdura todavía hoy, sino también en una libertaria de libro. 

Gabrielle nació en una familia humilde, tuvo 4 hermanos, su madre murió cuando ella era todavía una niña y su padre la abandonó en un orfanato religioso del que, a la edad de 17 años, Grabrielle huyó llevando consigo los sueños que había alimentado aquellos años y la intención de echar tierra sobre su pasado; quiso ocultar su edad e incluso a su familia -cuentan que llegó a pagar a sus hermanos para que no la consideraran como tal-. 

En cierto modo, Gabrielle quiso nacer de nuevo cuando tomó las riendas de su vida, tras cruzar las puertas del orfanato sin mirar atrás. Cuentan las crónicas que Gabrielle tenía dotes para ser cantante de cabaret, actividad que compaginaba con su trabajo como dependienta en una tienda. 

He visto muchas fotos de Gabrielle, era bonita, pero tampoco tenía una belleza extrema; aunque en todas y cada una de las fotografías que he visto, desde su adolescencia hasta casi los 88 años con los que murió, la encuentro bella, no puedo decir otra cosa. Por su vida pasaron algunos hombres, hombres de renombre, incluso un nazi, vivió las dos guerras mundiales y sobrevivió a todo ello. Podemos hablar de Picasso, Dalí el duque de Westminster, quien tuvo que renunciar a ella por cuestiones de aristocracia. De ahí nació la famosa frase por su parte: “Ha habido muchas duquesas de Westminster pero una sola Coco Chanel”. 

No tuvo muchos amores, pero sí fueron intensos, dicen que el auténtico amor de su vida fue Arthur Boy Capel; quien murió en un accidente después de seis años de relación, pero aseguran que jamás lo pudo olvidar. 

Coco Chanel revolucionó la moda y el mundo de muchas maneras, fue una mujer liberada en las primeras décadas del S.XX, y no sólo liberó a sus coetáneas de los malditos corsés; sino que también les puso pantalones, chaquetas de corte sastre e incluso les cortó el pelo a lo garçon. 

El S.XX estuvo marcado por dos guerras mundiales y Coco se las vio, de una u otra manera, con ambas y también con el crack del 29 que supuso, valga la redundancia, el crack de su entonces pequeño imperio; se marchó a Estados Unidos a vestir al mundo del cine; pero regresó a Europa y se instaló en el Ritz de París. Durante la II Guerra Mundial uno de sus romances le valió la acusación de colaboracionista con los nazis, lo que la obligó a exiliarse en Suiza; para entonces sus tiendas habían cerrado de nuevo debido a la guerra. Llegó entonces el momento de Balenciaga y Dior, parecía que se había acabado el mundo de Chanel pero nada más lejos de la realidad; en 1954 reabrió su casa de modas porque, según consta que le dijo a Marlene Dietrich, se aburría; y es que si algo tuvo claro Gabrielle, Coco, como buena libertaria, es que quería trabajar, ser independiente también en lo económico. 

Su vida tiene mucho de misterio, porque no es poco lo que Coco trató de ocultar, el supuesto aborto que sufrió en su juventud y que la dejó estéril, o a sus propios hermanos; pero lo que resulta innegable, es lo eterno de su legado por la transformación que supuso en el mundo femenino, no sólo en el de la moda, que también -su modo de ser y pensar, su modo de diseñar- lo hacía sobre las modelos porque no sabía dibujar, su estilo y su clase. Moda, complementos, perfumes… no falta detalle que echarnos al cuerpo en el universo Chanel, un mundo que brilla hoy con la pátina de otro de los grandes de la moda: Karl Lagerfeld. 

Hay dos frases de Coco Chanel que me impactan, una nace de lo más profundo de su corazón, de sus tortuosos orígenes y de lo que llegó a ser: "Si has nacido sin alas, no hagas nada por impedir que te crezcan". La otra me llega hasta el corazón, y ahí es que quiero enlazar la historia de esta inolvidable mujer con el mensaje que quiero transmitir: “El acto más valiente es pensar por una misma. En voz alta” 

Creo firmemente que detrás de una historia se esconden muchas cosas, y lo que se llega a demostrar y a decir, es solamente el fruto de lo que hay dentro. Lo cierto es que me encanta esta mujer y su historia, no toda ¡Por supuesto! Pero intento ver más allá. Toda su vida fue una búsqueda del cariño que no tuvo en su niñez en un frío orfanato, y de una falta de libertad que intentó conquistar en todo momento, comenzando por cortar el corsé y siguiendo por todo lo demás. Cuando medito en todo esto, no puedo evitar pensar en todas aquellas personas que sufrieron una infancia difícil, del modo que sea. Eso es algo que se arrastra para toda la vida, es algo inexorable que las marca. 

Por otro lado intento ver esa búsqueda inmensa de libertad y liberación que plasma en la moda y en el estilo, cosa que consigue hasta la perfección; pero detrás de ello hay mucho más, todo el aprisionamiento de su vida, lo intenta suplir, reflejar y ayudar en todo su precioso trabajo como diseñadora inmortal. Y aquí llego al punto al que quiero. 

Tal vez me esté “ahogando demasiado el corsé” y necesite con urgencia tomar unas buenas tijeras y liberarme de él. Creo firmemente que la maldición sobre la mujer en Génesis 3, sigue vigente de algún modo hasta el día de hoy. Hay personas que utilizan todos los medios y estrategias “bíblicas” para convencernos de que “el corsé” es es más que necesario, que es obediencia a Dios y unas cuantas cosas más. He visto demasiadas lágrimas por todo este tema y… Va a ser que hoy todo esto me taladra demasiado el corazón. 

¿Alguien se olvida de que Cristo vino a romper todas las cadenas con que durante siglos fue encorsetada y oprimida la mujer? Su encuentro con la samaritana, con una María Magdalena que no se consideraba lo suficiente agradecida, la mujer que tocó por detrás el manto de Jesús, La mujer del precioso perfume de nardo, incluso la pobre mujer a la que querían apedrear por adulterio. Siempre me pregunté donde se encontraba su “compañero”; me maravillan aquellas palabras. “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra. ¿Todos se han ido? Tampoco yo te condeno.. ¡Vete y no peques más!”

¡Maravilloso Jesús! ¡Si! Quizá hoy me faltaba un tanto el oxígeno y me oprimía demasiado el corsé…  ¡Voy inmediatamente a por las tijeras! Porque lo que Cristo liberó, que nadie se atreva a amordazarlo, no está pecando contra la mujer, qué también… Está pecando contra Dios. Y no estoy hablando de feminismo o de libertinaje o de cosas raras que no se encuentran en La Escritura. Estoy pensando en las palabras: “Cristo nos libertó para que vivamos en libertad. Por lo tanto, manténganse firmes y no se sometan nuevamente al yugo de esclavitud”. 

Gálatas 5:1 “Les hablo así, hermanos, porque ustedes han sido llamados a ser libres; pero no se valgan de esa libertad para dar rienda suelta a sus pasiones. Más bien sírvanse unos a otros con amor. 

Gálatas 5:13    “Ahora bien, el Señor es el Espíritu; y, donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. 2 Corintios 3:17     Así que si el Hijo los libera, serán ustedes verdaderamente libres. Juan 8:36 

Me hubiera encantado ser yo misma la que hubiera podido decirle a Gabrielle, todas estas palabras que desconozco si algún día escucho.

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