Las palabras de Cristo eran desafiantes. En Mateo 10:34-39, Jesús dijo que no vino a traer paz, sino para poner en descensión al hombre contra su padre, la hija contra su madre, la nuera contra su suegra. Añadió: El que ama a padre o a madre más que a mí, no es digno de mí. El que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y me sigue no es digno de mí. El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida, por causa de mí, la hallará.
La palabra “vida” puede tener varias connotaciones. Vemos “vida” en referencia a las emociones, al igual que, en ocasiones, se refiere a la mera existencia. Pero esa palabra “vida”, en el contexto de esta escritura, en el original, se refiere a “la vida de Dios”. No podemos obtener la vida de Dios, sino hasta que dejemos la vida almática, emocional, y la vida física en un plano secundario y no como prioridad.
Las emociones no son un fin, sino un medio o vehículo a través del cual obtenemos lo que Dios nos ha prometido. No se trata de que, para servirle a Dios, tengamos que dejar a un lado las emociones, sino que se trata de dirigirlas para Dios, porque, si nuestras emociones no están envueltas, si nuestra alma no está envuelta, entonces, nuestro espíritu no será efectivo. Tiene que estar involucrado todo nuestro ser para que podamos experimentar la totalidad de Dios en nuestra vida.
Y, para poder lograr esto, en necesario poner las prioridades en orden, que nuestros valores sean los correctos.
El mundo ha distorsionado los valores espirituales, familiares y morales, provocando distorsión en la manera de ver la vida, no permitiéndonos obtener esa vida de Dios, de la que Jesús habla en esta escritura.
Pero, si eres capaz de renunciar a la vida que conoces, para asumir la vida que Dios tiene para ti, la palabra te asegura que recibirás vida, la vida de Dios, y la recibirás en abundancia. Porque, cuando entiendes que tu prioridad no es existir, ni son tus emociones, sino que es la vida de Dios, tu vida cambia para siempre.
No desperdicies ni un día más.
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