En Mateo 23:9, Jesús dice: Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos. Si tomamos por sí solo ese versículo, puede traer mucha confusión porque se puede pensar que contradice todo el concepto de la palabra del Señor.
Si fuera así, cancelaría los 10 mandamientos, donde se nos dice: Honra a tu padre y a tu madre. También cancelaría el Nuevo Testamento, donde Pablo en múltiples ocasiones le llama a la iglesia sus hijos, diciendo: Les escribo como a hijos, te llamo como hijo, te doy instrucción como hijo y, a su vez, aquellos que fueron sus discípulos, como –por ejemplo– Tito, que le responde de la misma manera, diciéndole padre. Ellos tenían esa relación que puede existir físicamente y espiritualmente entre dos personas.
Y es que, lo que Jesús dijo en este verso, lo dijo refiriéndose a los escribas y fariseos, de quienes habló diciendo que hacían las cosas para ser vistos y reconocidos por el pueblo.
En los tiempos que vivimos, se utiliza mucho el concepto de la paternidad espiritual, en especial, refiriéndose a los pastores como padres espirituales de ciertas personas. También se cree o se dice que la persona a través de la cual fuiste llevado al evangelio es tu padre o tu madre espiritual.
Esto puede sonar bonito, pero son detalles que hay que tomar con pinzas porque, a veces, se usan estas expresiones para manipular a una persona, tratando de tener una relación que no es, ni espiritualmente, ni emocionalmente, saludable.
Todo el mundo necesita un pastor y todos necesitan un padre, pero el que no tenga un padre natural tiene al Padre que está en los cielos. En algún momento, tu pastor te puede hablar como a un hijo, y a veces corregirte y enseñarte como a un hijo, pero no puedes confundir esa relación, creando una dependencia espiritual y emocional que, en vez de liberarte, lo que haga sea atarte.
Está bien que usted ame y respete a su pastor, pero, si esta relación no está clara y no se entiende realmente cómo es que deben tratarse mutuamente en lo espiritual, una relación que debería ser sana, se convierte en una relación enfermiza, creando una dependencia.
Tu pastor nunca podrá cubrir la necesidad que se haya creado en tu vida por la falta de un padre natural. Por eso es que tienes un Padre Celestial. Ese sí que cubre multitud de defectos, multitud de problemas, y todo aquello que no hayas podido tener con tu padre natural.
Si te acercas a Dios como Padre, definitivamente podrás tener la sanidad de tu vida y la libertad que tanto deseas y aspiras.
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