EXTIENDE TU MANO

En el huerto del Edén, el hombre tenía a su mano todo lo que necesitaba. No tenía que pedir nada. Pero, desde el día en que el hombre extendió su mano para comer del árbol que era prohibido, desde el día que extendió su mano para tomar aquello que Dios no le había dado, desde ese día, la mano del hombre, de la humanidad, se acortó, se secó. Ahora, como vemos a través de la historia, al hombre se le hace difícil alcanzar todo lo que Dios tiene para su vida.
De ahí el sentido de insatisfacción del hombre; porque no está a su alcance todo lo que necesita.
Más adelante, vemos que todo lo que el pueblo de Israel necesitaba ver para tener la victoria en batalla, era las manos levantadas de Moisés. Las manos levantadas eran señal de victoria para el pueblo de Israel. Por eso, en el libro de Hebreos, capítulo 12, dice: Levantad las manos caídas.
Haz señal de victoria. Levanta tus manos en adoración, en señal de que vas hacia adelante.
En Lucas 6, se nos habla del momento en que Jesús sanó a un hombre que tenía la mano seca. Las palabras que Jesús dijo al sanarle fueron: Extiende tu mano. Y, dice la biblia, que su mano fue restaurada. Si fue restaurada, significa que su mano fue devuelta a su estado original. O sea, la mano de aquel hombre había estado extendida anteriormente. Algo le secó su mano, acortándole el potencial de alcanzar lo que Dios tenía para él.
Hay cosas, experiencias en tu vida, que han acortado tu brazo, tu alcance. Esas experiencias han secado tu mano a tal grado que no has podido extenderte hasta alcanzar todo lo que Dios tiene para ti. Pero, lo grande es que, Dios no solo restaura tu mano, sino que, cuando lo hace, no lo hace en secreto. Cuando Dios restaura tu alcance, lo hace delante de aquellos que han hecho que tu mano se seque.
Jesús puso a aquel hombre en medio de todos los presentes, conociendo los pensamientos que tenían. Dios conoce los pensamientos que tiene la gente de ti, y te pondrá en medio de ellos, y será allí que extenderá tu mano y serás restaurado.

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