Vivir en el favor de Dios es vivir por encima de las condiciones del mundo natural. Todo cristiano debe aprender a vivir por encima de las condiciones porque somos bendecidos y muy favorecidos.
Tu exterior muestra lo que hay en tu interior. María no fue bendecida y muy favorecida por ser la madre de Jesús. Precisamente, ella fue escogida por Dios porque era una joven bendecida y muy favorecida. Muchos piensan cambiar en su exterior primero, pero no es así. Hay que cambiar primero tu interior, los pensamientos y aquello que estás creyendo, para que veas los resultados exteriores.
Por causa de que eres una persona bendecida y muy favorecida, aun las condiciones por las cuales el mundo te pone sobrenombre, cambiarán. En la biblia, vemos que a Elizabeth, prima de María, le llamaban “la estéril”, y no fue hasta que ella entendió que era una mujer bendecida y muy favorecida e hizo contacto con María, quien también lo era, que entonces Dios cambió aquello que el mundo decía de ella. Pero no importa cómo te llame el mundo, si no tienes a nadie que te apoye y te dé aliento, párate frente al espejo y mírate a los ojos y te dices a ti mismo: Tú no eres lo que el mundo dice; tú eres un bendecido y muy favorecido.
Quizás el mundo te estará diciendo que eres diabético, o que eres una persona mentirosa o que no sabes hacer nada bien, pero, cuando tú crees que eres una persona bendecida y muy favorecida, la opinión que el mundo tiene de ti tiene que cambiar.
Tú puedes creer que eres un bendecido y muy favorecido, cuando entiendes que para Dios no hay nada imposible. No hay situación difícil en tu futuro, ni problema tan grande en el pasado, que sea imposible para Dios. Estamos seguros en sus manos porque para él no hay nada imposible. La biblia dice que en el mundo tendréis aflicción, pero ahí mismo Dios nos contesta: Mas confiad, Yo he vencido al mundo.
En los momentos difíciles, confía; porque tú vives en el favor de Dios, y para él no hay nada imposible.
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