A veces, no podemos ver que lo que Dios tiene para nosotros es lo mejor. A veces, cedemos ante los problemas, ante las dificultades.
Jacob fue un hombre que cedió. Jacob fue un hombre que entregó su espíritu, ante una dificultad. Cuando le dieron la noticia de que José estaba vivo, su espíritu revivió. Esto significa que su espíritu estaba muerto. ¿Por qué había muerto su espíritu? Porque Jacob había creído una mentira. Había creído la mentira de que José estaba muerto.
No es que esto lo justifique, pero es comprensible que un hombre que lleva cien años luchando, un día se canse de luchar y justifique el entregarlo todo.
Jacob tuvo que pelear por todo lo que él tenía. Peleó con todos, hasta con Dios. Peleó desde el vientre de su madre, desde antes de nacer. Como a Jacob, a algunos de nosotros pareciera que las cosas nos cuestan más que a otros.
Jacob engañó a su padre, y finalmente obtuvo lo que quería, pero le causa un grande problema. ¿Cuántas veces lo que tú quieres te ha causado grandes problemas? Jacob tenía la bendición, pero tenía que huir, porque lo estaban buscando para matarlo.
Jacob huye a un lugar donde tiene que trabajar por siete años por la mujer que quería como esposa, todo para que le dieran la que no era. ¿Cuántas veces tú has trabajado por algo y lo que recibes no era lo que esperabas? Jacob tuvo que trabajar siete años más para obtener la mujer que quería. Lo que le tomaba siete años a cualquiera, a Jacob le tomó catorce.
Luego, cuando Jacob se casa con la mujer que quería, tuvo problemas con su suegro, quien le cambió el salario diez veces. ¿Cuántas veces la vida te ha cambiado lo que te paga? Luego, cuando va de camino al lugar que Dios le había prometido, la mujer que él amaba muere, dando a luz el hijo que él quería. ¿Cuántas veces, para obtener lo que has querido, has tenido que morir a lo que más amas?
Luego, sus hijos, aquellos que tanto había querido, lo engañan, y vive desilusionado toda una vida, porque los que él amaba lo habían engañado. Si duro es vivir con la mentira, también es duro descubrir que te mintieron. Hay gente que, por mucho menos de lo que vivió Jacob, ya se rindieron hace mucho tiempo.
Jacob tenía ya ciento treinta años y, después de luchar tanto, ahora había hambre en la tierra. Después de tantos años de lucha, tiene que hacer lo que nunca pensó que haría: Descender a Egipto. Lo que no entendía Jacob es que “Gosén” significa “estar cerca”. Cuando lo llaman para Gosén, lo estaban llevando cerca, finalmente, de aquel lugar que Dios le había prometido.
Dice la biblia, en Génesis 46, que Dios le dijo que descendería con él a Egipto y que la mano de José cerraría sus ojos. Pablo escribió que los ojos de nuestro entendimiento tienen que ser alumbrados; esto, para que podamos entender la buena, agradable y perfecta voluntad de Dios. Y el único que puede darte ese entendimiento es alguien como José, un hombre adelantado a los tiempos.
Desde que José vivía en casa de su padre, Jacob dejó de entender el plan de Dios. Cuando José tuvo el primer sueño, sus hermanos se molestaron, pero el segundo sueño de José, aquel en el que el sol y la luna también se inclinaban ante él, perturbó también a Jacob, porque no entendía.
A veces no entiendes por qué o para qué estás pasando lo que estás pasando en tu vida. Entonces, estando cerca, te rindes. Hace falta alguien que ponga la mano sobre tus ojos, para que sean alumbrados, para que entiendas la buena, agradable y perfecta voluntad de Dios para tu vida.
Tus ojos se van a abrir, no para entender lo que pasó – porque no hay manera de entender lo que pasó – pero hay manera de entender lo que va a pasar, hay manera de entender que Dios tiene algo para ti más grande de lo que tú estás viviendo en el día de hoy.
Dios no trae cerca para explicarte tu pasado, sino para que tus ojos sean ungidos y puedas ver que tu futuro sigue intacto, a pesar de cien años de dar vueltas.
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