En 2 Reyes 3, Moab sale en contra del pueblo de Israel y el ejército le sale al encuentro. Tres reyes salieron junto al ejército por camino de siete días, por lo que les faltó agua para el ejército y para los animales que llevaban consigo.
En ese momento, el rey de Israel pensó que Dios los entregaría en manos de los moabitas, pero Josafat preguntó si había algún profeta para que pudieran consultar a Dios, y entre los israelitas se encontraba Eliseo.
Eliseo les instruyó a que hicieran pozos, en medio del desierto, y al otro día, a la hora de ofrecer el sacrificio, la tierra se llenó de aguas. Hubo agua en el desierto, por causa de la palabra del profeta.
Pero, antes de dar instrucción alguna, Eliseo hizo una aclaración. Le dijo al rey de Israel que, si no fuera por el respeto que le tenía a Josafat, rey de Judá, a él ni lo miraría.
Por veinticinco años, Israel estuvo dividido. Joram era el rey de Israel, un hombre impío, un hombre que no vivía de la manera correcta. Josafat era el rey de Judá, y había hecho lo correcto delante de los ojos de Dios, había ordenado su vida con Dios.
Tres reyes salieron a la guerra, pero la única razón por la que Dios le dio la victoria a los tres, fue porque había uno que Dios respetaba. De haber sido por Joram, lo más probable es que Dios no lo hubiera hecho, pero lo hizo por Josafat.
Josafat podría haber hecho lo malo ante los ojos de Dios, pudo haber hecho todo lo contrario a lo que Dios le instruyera en su reinado, pero no; Josafat hizo lo bueno ante los ojos de Dios y se ganó su respeto.
El respeto de Dios tú no lo necesitas cuando las cosas están bien, pero, cuando las cosas están mal, más vale que tengas a alguien al lado tuyo que tenga el respeto de Dios, o que seas tú quien lo tenga, porque, cuando tú necesitas agua en el desierto para no morir, más vale que lluvia caiga del cielo, más vale que el agua llegue de una manera u otra, pero, para eso, hay que estar en un nivel de respeto con Dios.
Tus familiares no saben que tienen la protección de Dios, no por cómo ellos sean, sino porque Dios te respeta a ti; porque, aún en tus errores, tú le sirves a Dios. Si fuera por ellos, las consecuencias de sus decisiones fueran peores, pero, por causa de que tú le sirves a Dios, ellos también gozan de los beneficios.
Si tú te ganas el respeto de Dios, Dios va a hacer por ti las mismas cosas que hizo por Josafat.
En primer lugar, Dios te va a dar siempre una palabra, cuando tú la necesitas. Dios no va a guardar silencio. En segundo lugar, siempre podrás ver a Dios cara a cara. Dios no va a esconder su rostro de ti. Cuando lo busques, lo vas a encontrar. En tercer lugar, puedes estar seguro que, por peor que sea el desierto, siempre habrá agua para ti y para los que andan contigo.
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