Muchas personas se sienten mal consigo mismos, no bien. Antes de aceptar a Jesús como Salvador, no podemos hacer nada sino sentirnos mal, porque muchas cosas en nosotros están mal. Decimos cosas malas, tomamos malas decisiones, hacemos cosas malas y nos comportamos de mala manera hacia otras personas. Pero por medio de Cristo, somos reconciliados con Dios y hechos aceptos en Él. Todavía hacemos cosas equivocadas, pero la justicia es satisfecha en Jesucristo, quien pagó la deuda que nos pertenecía y se transformó en el sacrificio final por nuestros pecados.
Depositamos nuestra fe en Jesús, y le entregamos todo lo que tenemos, todo lo que somos, y, especialmente, lo que no somos; y, a cambio, Él nos da todo lo que tiene y es. Éste es el mejor trato que se pueda encontrar jamás.
Tenemos pecado y Jesús tiene justicia, así que cuando hacemos un compromiso pleno con Él, le damos nuestro pecado y Él nos da su justicia. Intercambie su conciencia de pecado por una conciencia justa, y comenzará a ver cambios maravillosos en su vida y en su conducta.
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