¿En qué situación sientes que no das la talla? ¿Qué hay que no te animas a hacer porque piensas que eres demasiado joven/demasiado vieja porque crees que no estás preparada o porque, a tu parecer, no eres la persona indicada? ¿Qué te está frenando? Dios no ve tu parecer o tus circunstancias. Dios ve tu corazón y quiere usarte a ti. Dios quiere disposición y obediencia, no perfección.
1 Samuel 17:12
Y David era hijo de aquel hombre efrateo de Belén de Judá, cuyo nombre era Isaí, el cual tenía ocho hijos; y en el tiempo de Saúl este hombre era viejo y de gran edad entre los hombres.
1 Samuel 16:1-12
Dijo Jehová a Samuel: ¿Hasta cuándo llorarás a Saúl, habiéndolo yo desechado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite, y ven, te enviaré a Isaí de Belén, porque de sus hijos me he provisto de rey. Y dijo Samuel: ¿Cómo iré? Si Saúl lo supiera, me mataría. Jehová respondió: Toma contigo una becerra de la vacada, y di: A ofrecer sacrificio a Jehová he venido. Y llama a Isaí al sacrificio, y yo te enseñaré lo que has de hacer; y me ungirás al que yo te dijere.
Hizo, pues, Samuel como le dijo Jehová; y luego que él llegó a Belén, los ancianos de la ciudad salieron a recibirle con miedo, y dijeron: ¿Es pacífica tu venida? El respondió: Sí, vengo a ofrecer sacrificio a Jehová; santificaos, y venid conmigo al sacrificio. Y santificando él a Isaí y a sus hijos, los llamó al sacrificio.
Y aconteció que cuando ellos vinieron, él vio a Eliab, y dijo: De cierto delante de Jehová está su ungido. Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón. Entonces llamó Isaí a Abinadab, y lo hizo pasar delante de Samuel, el cual dijo: Tampoco a éste ha escogido Jehová. Hizo luego pasar Isaí a Sama. Y él dijo: Tampoco a éste ha elegido Jehová.
E hizo pasar Isaí siete hijos suyos delante de Samuel; pero Samuel dijo a Isaí: Jehová no ha elegido a éstos. Entonces dijo Samuel a Isaí: ¿Son éstos todos tus hijos? Y él respondió: Queda aún el menor, que apacienta las ovejas. Y dijo Samuel a Isaí: Envía por él, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que él venga aquí. Envió, pues, por él, y le hizo entrar; y era rubio, hermoso de ojos, y de buen parecer. Entonces Jehová dijo: Levántate y úngelo, porque éste es. Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David. Se levantó luego Samuel, y se volvió a Ramá.
Samuel tenía el encargo dado por Dios de ungir al nuevo rey de Israel. Saúl había sido desechado por Dios a causa de su rebeldía y desobediencia y, en el tiempo debido, un nuevo rey se erigiría sobre Israel.
Samuel tenía instrucciones claras de dónde debía buscar al nuevo rey: tenía que ir a Belén y escoger a uno de los hijos de Isaí
Saúl había sido escogido como rey debido a la demanda popular y para que librara a Israel de los filisteos. Era un hombre con apariencia de rey: la Escritura lo describe como de hermoso parecer y más alto que la media. Tenía, como se dice coloquialmente, planta de rey (1 Samuel 9:2).
Cuando Samuel vio a Saúl, no tuvo problema en reconocerle por su apariencia. De modo que, cuando Dios le dice que debe ungir a un nuevo rey, es lógico pensar que viera a los hijos de Isaí y analizara cuál de todos tenía más pinta de rey, cuál era, en apariencia, el que cumplía los requisitos de cómo debía verse un monarca.
Cuando vio a Eliab, el hijo mayor de Isaí, probablemente era de buen parecer y estatura porque lo primero que pensó Samuel fue. “de cierto delante de Jehová está su ungido”.
Pero no. Dios tenía otros planes.
No había escogido a Eliab, ni a Abinadan, ni a Samá, ni a ninguno de los siete hijos de Isaí que ese día pasaron por delante de Samuel. Probablemente todos tenían “apariencia” de rey, pero mira lo que Dios le dijo al profeta para quitarle esa idea:
1 Samuel 16:7
“No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.”
No mires con los ojos. No veas su apariencia.
No es eso lo que mira Dios.
Ya habían tenido la mala experiencia con Saúl: tenía apariencia externa de rey, pero carecía de lo que necesitaba para ser un hombre conforme al corazón de Dios.
Imagino a Samuel perplejo cuando preguntó: “¿Son estos todos tus hijos?” ¡No podía ser! Dios no había elegido a ninguno de ellos, pero de entre los hijos de Isaí debía salir el nuevo rey.
Isaí respondió: “Queda aún el menor, que apacienta las ovejas.” (1 Samuel 16:11)
El hijo menor. El muchacho. El que cuidaba las ovejas. El que nadie se había molestado de invitar a pasar delante de Samuel porque no tenía apariencia de rey.
Pero tenía corazón.
Y Dios lo sabía.
Dios sabía que David, el hijo menor, aun sin tener todavía apariencia de rey por ser muy joven, tenía un corazón conforme al Suyo. Un corazón que le amaba y que se iba a dejar moldear por el Creador.
1 Samuel 16:11
“Levántate y úngelo, porque éste es.”
O, aplicado a otros, ¿hay alguien a quien estés menospreciando porque no pienses que sea el adecuado para una tarea? ¿Estás viendo solo la apariencia? Recuerda que Dios lo que ve y lo que le importa es el corazón.
Aquello que Dios te dé para hacer, hazlo. Si sabes qué es lo que Dios te está pidiendo que hagas, hazlo. No pierdas tiempo en analizar si eres la persona indicada o no. Si Él te ha llamado, es porque Él sabe que puedes.
El hijo menor, el que nadie esperaba, el que nadie invitó, fue elegido rey.
¡Deleitémonos en un Dios al que le encanta hacer maravillas con personas normales y corrientes!
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