Me encanta la historia de Thiporáh, la esposa morena y madianita de Moisés. El significado que más me gusta de su nombre es… ¡Golondrina! Un ave pequeña y migratoria, que anuncia la llegada de la primavera ¡Así era ella! Moisés se enamoró de Thiporah, cuando en lo más profundo de un pozo de Madián, huyendo de Egipto, y hundido en todos los aspectos, la conoce y defiende a ella y a todas sus hermanas, hijas del sacerdote madianita Jetro; y se casaron.
Tiporáh era muy diferente de cualquier maravillosa “Cleopatra del Nilo” que Moisés hubiera podido conocer; pero algo muy especial debía de tener, cuando prendió el corazón del que había sido “El príncipe de Egipto”. La Biblia no desvela mucho de su vida en común, esa preciosa golondrina vuela fugazmente por la historia bíblica; pero su huella fue lo suficientemente fuerte como para llegar hasta nuestros días y enseñarnos unas cuantas cosas.
Esta pareja tuvo dos hijos: Gerson, cuyo nombre significa “ he sido un extranjero en tierra extraña”. Eliezer, “el Dios de mis antepasados me ayudó, y me rescató de la espada de Faraón”. La historia que recoge el capítulo cuatro de Éxodo, es breve, un tanto oscura, desvela poco; pero tiene para mi significados profundos. Toda la familia de Moisés sale junta hacia Egipto, es hora de regresar y cumplir con la misión que el Señor le había encomendado a Su siervo. Pero yendo hacia allá, sucede algo tremendo.
Dice la Escritura que, en el camino Jehová le salió al encuentro a Moisés y quiso matarlo, entonces Thiporáh tomó un pedernal afilado, cortó el prepucio de su hijo, y lo echó a los pies de su esposo diciendo ¡a la verdad tú me eres un esposo de sangre! Todo esto es como un tanto fuerte, ¿no es cierto? La circuncisión era un mandato para los niños israelitas al octavo día, pero Moisés no lo había hecho con su hijo. Hay muchas elucubraciones sobre esto, que si no lo había hecho por temor, por amor a su esposa, cuyo pueblo circuncidada a sus hijos en la pubertad… La Biblia es muy escueta en todo esto. Simplemente cuenta el episodio, y lo que sabemos es que al tener la valentía esta preciosa mujer de hacer lo que hizo, Moisés sanó, y asunto zanjado.
Existen muchas interpretaciones acerca de este asunto, que si todo era un castigo por haberse casado Moisés con una mujer madianita, qué si él había sido un cobarde, que si ella regresó con su familia… Lo único que se sabe, es que más tarde ella regresó con su esposo y que sus dos hijos terminaron en la línea levítica. Muchas fueron las mujeres que no perteneciendo al pueblo de Dios, por alguna razón entroncaron en él y fueron de bendición, e incluso entraron en la línea del Mesías. No quiero entrar en este tema suficientemente claro en las Escrituras, quiero hacer una lectura positiva de la actuación de esta preciosa mujer de piel morena, que fue valiente ¡muy valiente para hacer lo que hizo!
Entiendo que doliéndole todo por dentro y por fuera, para salvar a su esposo y también a su hijo. Hay muchas mujeres valientes cuya historia registra la Biblia… Miriam, Deborah, Hadassah… Pero pocos se acuerdan de Thiporáh, les parece demasiado sencilla, extranjera, morena… Pero ejerció de algún modo una función sacerdotal que no fue fácil, pero que salvó vidas y fue de bendición. Todo esto me lleva a un pensamiento, ¿en que radica la valentía de una mujer? En una primera instancia todos pensamos en lo “grande” que pueda llegar a ser, en que su nombre esté escrito “en letras de oro”.
Yo soy la primera defensora de mujeres al estilo de toda una Deborah, pero cuando llego a leer y releer lo poco que dice la Biblia, y la luz que arroja sobre esta golondrina y su historia, me enseña que Dios, como diría el gran apóstol Pablo, y sin tener mucho que ver, las más de las veces escoge a lo más débil, o tal vez algo parecido según el mundo, para demostrar Su fortaleza, para avergonzar a lo fuerte, y para que nadie se jacte en Su presencia.
He leído interpretaciones bastante penosas sobre esta bella golondrina morena, ni las menciono; porque me dan hasta tristeza. Y que nadie me tome por una “mujercita” que defiende a la “mujercita” ¡Lo siento, no soy ese tipo de mujer! Creo que ante Dios y en Jesucristo, somos iguales hombres y mujeres. Pero esta historia me enseña que una mujer aparentemente poca cosa para el gran Moisés, fue inmensamente grande haciendo todo lo que hizo. ¡Un olé bien fuerte por ella! ¿Alguien piensa que su nombre tiene que estar escrito en luces de Neón para ser importante? Pues que lea y relea esta historia.
Hace falta ser muy valiente, para hacer lo correcto; aunque sólo te vea Dios. Y el que te ve en lo secreto, te recompensará en público.
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