LA GLORIA SOBRE TUS HOMBROS

En el momento en que el pueblo de Israel se presta a cruzar el Jordán, Dios les instruye que siguieran el arca del pacto.  El arca iba sobre los hombros de los sacerdotes y a cierta distancia -dos mil codos- por lo que no se podía ver a simple vista.  Lo que se podía ver era la gloria de Dios sobre aquella arca.
La gloria de Dios se puede ver a la distancia.  Te puedes dirigir hacia esa gloria para lo nuevo que Dios tiene para tu vida.  Esa gloria no es cargada por animales, sino únicamente sobre hombros de hombres.
Es el arca sobre los hombres, sobre tu vida, la que hace que, tan pronto pones tus pies sobre el río Jordán, se abra y puedas cruzar a lo nuevo de Dios para ti.  El Jordán se abre porque tiene que responder a la gloria de Dios que cargas sobre tus hombros, de la misma manera que, cuando Adán estaba en el Edén, los animales respondían, no a Adán, sino a la gloria de Dios que estaba en Adán.
La naturaleza responde a la gloria de Dios.
No experimentarás lo nuevo de Dios, mientras sigas frustrado, mirando hacia el suelo y llevando sobre tus hombros la carga pesada del pasado.  Tus hombros no fueron creados para llevar la carga del pasado, sino para cargar la gloria de Dios, que es lo que te abrirá camino a lo nuevo de Dios en tu vida.  El río se abre delante de ti para darte una nueva experiencia.
Todo lo que está cerrado tiene que abrirse ante la gloria de Dios; y la biblia dice que la gloria venidera será mayor que la primera.  Prepárate porque lo que has visto no se compara con lo que Dios va a hacer.
Moisés le dijo a Dios: Quiero ver tu rostro.  Dios le dice: Te mostraré mi Gloria, que en el texto original es “voy a mostrarte mi bien”; en otras palabras: Voy a mostrarte lo bueno que he sido. Cargar la gloria de Dios es recodar siempre todo el bien que Dios ha hecho delante de ti.
El arca de Dios representaba la gloria de Dios, y sobre ese lugar Dios se movía.  Tus hombros no fueron creados para llevar carga pesada, sino para llevar la gloria de Dios y todo lo que está delante de ti tiene que responder porque sobre ti se mueve la gloria de Dios.  Así que levántate, sécate las lagrimas, deja la tristeza.  Entiende que no vas en tu nombre, sino que vas en el nombre del Dios Todopoderoso.  Atrévete a caminar por lugares que nunca te habías atrevido sabiendo que el mundo tiene que responder a la gloria de Dios que va sobre tus hombros.

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