EL PRIVILEGIO DE LA ORACION


La oración es algo interesante. En principio, debido a que Dios es todopoderoso, puede hacer lo que quiera en cualquier momento sin que nos involucre en ello. Sin embargo, el autor y líder de oración Bob Willhite afirma: “La ley de la oración es la ley más alta del universo, puede vencer las otras leyes al hacer posible la intervención de Dios”.
Dios estableció la ley de la oración como la fuerza que promueve que se haga su voluntad en la tierra como en el cielo y, por tanto, decidió compartir con nosotros las condiciones para que esta se hiciera. No tenemos que preguntar si Dios quiere que se haga su voluntad en la tierra como en el cielo porque sabemos al leer Mateo 6:10 que así es.
¿Por qué orar si simplemente le estamos pidiendo a Dios que haga lo que ya sabemos es su voluntad? Tal pregunta, por supuesto, trata de descifrar el misterio de la soberanía divina y de la responsabilidad humana. No obstante, a pesar de que no somos capaces de resolver este misterio, podemos responder la interrogante que esta encierra. La respuesta es relativamente directa: Dios en su soberanía ha escogido hacer su voluntad a través de la oración de los seres humanos. Parece ser que Dios ha escogido no hacer lo que con gusto podría hacer si los seres humanos se niegan a orar por ello. Por una parte, mezcla la oración con el privilegio. Los cristianos están invitados a trabajar junto con el Creador del universo. Si un creyente no percibe correctamente la voluntad de Dios, Dios no está obligado a contestar esa oración.
Aquí hay algunas cosas que sabemos con certeza que Dios quiere cumplir en la Tierra:
1. Quiere que las naciones sean instruidas de acuerdo a los principios bíblicos.
2. Quiere que nosotros enseñemos a las naciones según su Palabra revelada. (Mateo 28:19-20)
3. Quiere que cumplamos el papel para el cual fuimos creados y para esto ha limitado su participación en la Tierra; en vez de ello, requiere nuestra intercesión para que se haga su voluntad.
Dutch Sheets explica esto acertadamente en su excelente libro Authority in Prayer (La autoridad en la oración): Lo que Dios tenía planificado para Adán lo ha planificado también para todos los adanes, incluyendo la autoridad en el ámbito terrenal. Es por esto que Génesis 1:26 afirma: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree”. Todos los adanes, la raza humana completa, recibieron autoridad sobre la tierra.
El Salmo 115:16 confirma la intención original de Dios con respecto al mandato de dominio de la humanidad: “Los cielos son los cielos de Jehová; y ha dado la tierra a los hijos de los hombres (adanes)”. La palabra “dado” proviene de un término hebreo que puede significar posesión pero también significa “dar en el sentido de una tarea”, significa “poner a cargo de”.6 Dios nos estaba diciendo a nosotros los adamitas: “Yo me voy a encargar de las estrellas, los planetas y las galaxias, pero la tierra es de ustedes, están a cargo de ella”. Es por eso que James Moffat, en su traducción de las Escrituras, añade esta porción: “la tierra que Dios ha asignado a los hombres”. Dios no abandonó el liderazgo de la tierra, pero sí asignó a los humanos la responsabilidad de gobernarla o ser los mayordomos de ella, comenzando con nuestro propio mundo privado y continuando con nuestros alrededores y el universo.
Puse en cursiva las palabras “comenzando con nuestro propio mundo privado” porque es ahí donde nosotros, como creyentes, tenemos que empezar en nuestro camino de fe a medida que aprendemos a ejercitar nuestra autoridad en oración. Volviendo al título de este capítulo, la primera premisa sobre la que necesitamos estar completamente claros es que Dios quiere que reclamemos las promesas que ya nos ha dado y que oremos por ellas con confianza.

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