Mantener la dignidad de nuestros padres mientras se realiza la mitsvá de honrarlos, se aprende de un pasaje en el Talmud de Jerusalem, que indica que “es posible alimentar a los padres de uno con exóticos manjares y aún así ser considerado un mal hijo; y es posible forzar a uno de los padres a trabajar en la molienda y ser considerado un buen hijo”.
El Talmud ilustra estos casos con dos historias reales:
Primer caso, un hijo le daba de comer a su padre comida de lujo, aves exóticas (probablemente algún tipo de faisán). Un día el padre le preguntó al hijo: ¿de dónde tienes el dinero para estos alimentos? Y el hijo respondió “Tranquilo, viejo. Un perro come en silencio lo que se le da, tu también debes comer tu comida sin hacer preguntas.” Este hijo, dice el Talmud:heredará el infierno.
El segundo caso se refiere a un hijo que trabajaba en la molienda de su padre. Un día, el rey convocó a los trabajadores de la molienda al palacio para ayudar con un trabajo muy difícil. El rey esperaba que cada familia mandara un trabajador. El hijo decidió ofrecerse a trabajar para el rey y le dijo a su padre que tomará su lugar en la molienda de la familia, para que el padre no sea tratado de una manera poco digna ante el rey. Este hijo que envió a su padre a trabajar a la molienda, dicen los Sabios, “heredará el paraíso ‘.
Cuando un hijo o una hija está asistiendo o ayudando a sus padres ancianos, debe hacerlo con alegría y con un lenguaje corporal positivo. Si un hijo o una hija ayuda a sus padres, pero hace que sus padres sientan que son una carga, se genera un dolor emocional incalculable para los padres, especialmente cuando dependen exclusivamente de este hijo o hija. Los rabinos explicaron que cuando ayudamos a nuestros padres debemos hablar con ellos con dulzura, con buenas palabras y con el respeto que se le debe a una autoridad superior.
Cuando los padres mayores vienen a visitar a la casa de su hijos, deben ser recibidos con amor y honor. Y el hijo o hija deben enseñar a sus propios hijos a honrar y respetar a sus abuelos.
Para terminar, hemos citado en la cabecera de este artículo el versículo del 5to mandamiento que nos indica la obligación de honrar a nuestros padres. La Torá dice: “Honra a tu padre y a tu madre para que tus días en la tierra sean más largos …”, esta es la traducción convencional de este pasuq: por cuidar de nuestros padres mayores, tendremos el mérito de gozar de una vida más larga.
Hay una segunda lectura alternativa de este pasuq: En lugar de traducir lema’an ya-arijun yameja como “para que tus días en la tierra sean más largos”, podemos traducirlo como “paracuando tus días en la tierra sean más largos”. Brevemente, y en otras palabras: Si honras a tus padres, cuando tu seas mayor, merecerás ser honrado por tus hijos, de la misma forma que tu has honrado a tus padres. Esto es, por supuesto, una recompensa enorme. En mi experiencia como rabino, esta es una regla que casi no tiene excepciones: cuando envejecemos, seremos tratados por nuestros hijos de la misma manera que tratamos y honramos a nuestros propios padres. Nuestros hijos tal vez no siempre escuchan lo que decimos, pero sin duda ellos siempre ven lo que hacemos y repiten lo que hicimos.
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