Es importante entender cómo un resucitado debe vivir su vida. Dice la biblia: Si has muerto con Cristo, también juntamente con él has resucitado. Hoy día podemos ver personas que viven y caminan como si estuvieran muertos, como si fueran “zombies”. Viven sin fe y sin esperanzas. Si tú has aceptado al Señor como tu Salvador personal, no debes caminar en esta tierra como un muerto. No fuiste llamado para vivir de la misma manera que vive el mundo. Fuimos creados para algo más grande, porque dentro de nosotros está el aliento de vida del Espíritu Santo.
A veces pensamos que somos nosotros los que tenemos que alcanzar a Dios; que llegamos al conocimiento de la verdad porque nosotros fuimos a buscarlo, cuando en realidad ha sido Él quien siempre nos ha buscado, ha tomado, agarrado nuestro corazón.
Pablo dice, en Filipenses 3:12: No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asiraquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. En general, la palabra asir significa tomar, coger, prender o agarrar algo. Pablo decía: Trato de agarrar aquello que me agarró primero.
No podemos movernos a un nuevo nivel de relación con Dios, tratando que nuestra mente agarre aquello que en nuestro interior ya hemos agarrado.
Si analizas, en las diferentes etapas de tu vida, tus momentos más gloriosos han sido cuando hiciste, no necesariamente lo que entendías, pero sí lo que en tu interior sabías que debías hacer. Las cosas no parecían lógicas, pero te moviste en fe y se abrió la puerta.
El problema es cuando tratamos de repetir esas experiencias con el entendimiento, cuando la única manera de poderlas vivir es sabiéndolo en nuestro interior. Pablo dice: Yo lo que hago es tratar de agarrar aquello que no comprendo, pero sé que me agarró a mí primero. En otras palabras, dice: Hay un Cristo que yo no entiendo ni comprendo, pero tuve una experiencia con él. Pablo fue enseñado que a los cristianos había que meterlos presos y matarlos, pero de repente su vida tomó un nuevo giro, un nuevo destino. Lo agarró el Espíritu de Dios y desde ahí en adelante perseguía, no lo que entendía, pero sí lo que lo había agarrado en su interior.
Haz a un lado el razonamiento, haz a un lado aquello que te ha limitado porque, si no, nunca podrás agarrar lo que Dios tiene para ti. Cuando vas a la iglesia y recibes la palabra de salvación, de prosperidad, de inspiración a seguir hacia adelante, y luego sales, comienzas a ver las malas noticias de que todo está perdido, entonces tratas de comprender lo que agarró tu espíritu, con lo que está en tu mente y se hace difícil de comprender.
No puedes vivir tratando de comprender lo que agarró tu espíritu con lo que está en tu mente. La información que recibe tu espíritu proviene del soplo del Espíritu Santo. Tienes que vivir por encima de lo que tu mente trata de comprender, porque tu mente se tarda un poco en poder recibir y procesar lo que es del espíritu.
Aun los mismos discípulos, luego que nuestro Señor Jesús resucita, entonces creyeron en todo lo que nuestro Señor Jesús había declarado. Aunque sus corazones ya habían sido capturados y sus espíritus habían sido despertados a que había un propósito mayor, sus mentes no habían podido entenderlo.
Pídele a Dios que eso que agarró tu espíritu, tome tu corazón de tal manera que, aunque no lo puedas explicar, sí puedas saber que estás en el camino que Dios tiene para ti.
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