Hace algunos años leí la historia de un joven, al que llamaré Washu, quien era lanzador en las ligas menores en el fútbol americano. Su sueño era ser un jugador profesional y participar en los juegos del Súper Tazón, por lo que el día que el entrenador le dijo que era pésimo en el campo, le cayó como un “balde de agua fría”. Así que debía tomar una decisión: renunciar al fútbol, su sueño o triplicar su compromiso.
Entonces recordó la siguiente frase: “La verdadera tragedia es la del hombre que nunca en su vida se impulsa para hacer un esfuerzo supremo, nunca utiliza todo su potencial, nunca llega a su plena estatura”, y fue cuando decidió esforzarse más, dar lo mejor de sí.
Este joven narra que, luego de haber decidido comprometerse con su sueño, durante las siguientes semanas peleó una guerra en su mente enfrentándose a temores y grandes dudas. Pronto se dio cuenta que estaba asustado, que temía hacer el intento y quizás fracasar.
¿Te ha pasado algo similar? Te das cuenta que has pasado mucho tiempo en la barca y cuando decides salir a caminar sobre el agua, justo antes de colocar el pie sobre el mar, observas como se levantan grandes olas de dudas y de temor… En tu corazón hay pasión, sabes lo que quieres, sabes a lo que Dios te ha llamado y cuando decides ir por ello, una situación, un comentario “bien intencionado” hace retroceder tus pies de nuevo a la barca y temes intentarlo.
Ahora bien, piensa por un momento todo lo que has podido perderte por no querer salir de tu zona de comodidad. ¿Estás dispuesto a continuar así?
Definitivamente no es fácil, es mucho más cómodo estar en la seguridad de la barca y vivir conformándonos con pequeñas bendiciones. Pero, ¿por qué no atreverse a ir por más?, ¿por qué no hacer un esfuerzo supremo, enfrentar el temor, las dudas y caminar sobre el agua?
Me llama la atención que Dios, cuando le dijo a Josué que el dirigiría el pueblo de Israel para entrar a la tierra prometida, le repitió una y otra vez: “Esfuérzate y se valiente”. Para los israelitas era como caminar sobre el agua, porque se había corrido la noticia que esa tierra la habitaban gigantes a quienes sería imposible vencer. Pero Josué decidió creerle a Dios, quizás por eso fue el escogido para dirigir al pueblo. Además tenía la promesa: “…estaré contigo; no te dejaré ni te abandonaré…” (Josué 1)
Ha llegado el momento de, no sólo creer en Dios, si no de creerle a Dios. Santiago 1: 6-7 “quien duda es como las olas del mar,… Quien es así no piense que va a recibir cosa alguna del Señor”. Si estás dudando, no te atreverás a salir de la barca, por lo tanto no recibirás lo que Dios tiene para ti.
Quiero animarte a que te atrevas a salir de la barca, enfrenta tus dudas, aparta el temor y créele! ¡Esfuérzate y se valiente! Dios ha prometido estar a tu lado.
Probablemente te critiquen, te señalen. Recuerdo que hace algunos días alguien me dijo que a Pedro lo critican por haber desviado su mirada de Jesús al salir de la barca y haber visto la tormenta a su alrededor, lo que hizo que empezará a hundirse. Pero, ¿quién fue el único que se atrevió a salir? Así que probablemente, aún cuando no te hundas, te dirán que estás loco… pero, ¡bendita locura!
No puedes seguir perdiéndote de las grandes cosas que Dios tiene para ti. Quizás tendrás que dejar ciertos hábitos y actitudes, romper con algunos paradigmas y hacer mejor uso de tu tiempo. Si quieres la victoria, ya es tuya, pero debes dar mucho más de ti para alcanzarla.
Washu, finalmente decidió arriesgarse y vencer sus temores. Posteriormente, este joven logro ser el lanzador principal en un importante juego contra el equipo de la Fuerza Aérea Estadounidense, donde fue nombrado por la famosa cadena televisiva de deportes ESPN como “El jugador más valioso del partido”. Muchas personas lo felicitaron por el desempeño y el triunfo obtenido, pero nadie sabía que la verdadera victoria no era la que había logrado ese día en el campo, si no la que había alcanzado meses antes cuando decidió esforzarse y enfrentar sus temores.
¿Estás dispuesto a hacer un esfuerzo supremo? ¡Bienvenido a la acción! Sal de tu barca, deja ya de contemplar como los demás logran sus sueños y ve por los tuyos.
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