Hace casi un cuarto de siglo que el autor publicó un libro de historia titulado «El cristianismo evangélico a través de los siglos» que después de ser reimpreso en América quedó pronto agotado. Como indica su título, era una historia popular que tenía como principal objeto demostrar que el Cristianismo Evangélico, comúnmente llamado Protestantismo, no ha sido ni es una religión nueva inventada por los reformadores de la Edad Media, sino el mismo cristianismo de los primeros siglos remozado y limpiado de tradiciones inciertas y de abusos doctrinales derivados del paganismo.
Que los mártires de la intolerancia religiosa en la Edad Media eran, por lo general, cristianos fieles, muy similares a los de primeros siglos, víctimas de la incomprensión y fanatismo de quienes profesaban creer y servir al mismo Cristo, y que las sectas que florecieron en siglos anteriores a la Reforma, no eran siempre heréticas (o sea, opuestas a la doctrina sana que proclamaron los apóstoles), sino que estaban constituidas muchas veces por los mejores creyentes del siglo, que protestaban contra errores particulares, o contra la tibieza religiosa de su tiempo.
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