Una razón práctica de por qué los pensamientos son tan decisivos es porque toda emoción es precedida por un pensamiento. Como piensas, así te sientes. Tu conversación interna condicionará tu estado anímico. Tus pensamientos son algo muy, pero que muy poderoso. Las investigaciones revelan que en un día común las personas tienen pensamientos negativos en un ochenta por ciento. ¡Imagínate en un día malo!
Los pensamientos suelen transformarse en palabras. Las palabras que utilizamos tienen un tremendo impacto. De hecho, la Biblia nos habla del poder que hay en nuestra lengua y de lo que sale por nuestra boca (Proverbios 18:21). Tenemos impacto sobre los demás, pero el impacto mayor es sobre nosotros mismos.
Te invito a que cada día repitas estas palabras. No te canses de hablarlas hasta que sientas que dejas ir eventos dolorosos, en el poderoso nombre de Jesús.
Yo soy libre de todo dolor, iras y temores,
en el nombre poderoso de Jesús.
Decido que reacciono como si hubiera encontrado un tesoro
porque perdono.
Dejar ir me hace sentir feliz y sin cargas.
Decido no sufrir más por cosas que ya no tienen importancia.
Decido no sufrir más por cosas que ya no puedo cambiar.
Dejo ir, sin resentimiento.
¡Vivo libre, vivo feliz!
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