Cuando estudiamos la Biblia podemos ver, en Mateo 27, que era tan grande el miedo de que Jesús resucitara, que Pilato envió guardias para que sellaran la tumba y la vigilaran. Pilato no estaba seguro si era cierto o no aquello de lo que acusaban a Cristo, ni estaba seguro en crucificarlo, pero luego sí estaba convencido de que resucitaría porque envió a unos guardias para sellar y velar la tumba. Históricamente, cuando sellaban, era con dos sellos, el de Pilato y el de Roma.
En tu momento más difícil, ¿cuántos sellos han puesto sobre tu vida? ¿Cuánta gente se ha querido asegurar que no te levantes y que no salgas del problema en que te encuentras hoy? ¿Cuántos se han sentido amenazados y han puesto el sello, y hasta lo han puesto en las páginas Internet para que todo el mundo sepa que de ese problema no te vas a levantar? ¿Cuántos han puesto guardias que no duermen vigilando? Hasta has tratado de llamar a alguien para que te dé la mano y te encuentras que no te atienden, porque ya alguien le llamó primero para hablarle mal de ti. Este es el llanto de muchos. Y es que, aun muerto, eres una amenaza para el enemigo.
Aún en tus momentos difíciles, eres una amenaza porque tienen más fe que tú mismo en el poder de Dios a través de ti. Por esto, quieren poner sellos en tu mente, en tu corazón y siempre te recordarán el pasado para asegurarse de que no te levantes. Pero te tienes que asegurar que, por encima del sello que te han puesto, en tres días te vas a levantar. Te vas a levantar de la crisis económica, te vas a levantar de ese problema en tu matrimonio, con tus hijos, del fracaso. Te vas a levantar. Decláralo: Me voy a levantar.
Dile a los enemigos: Ponme el sello que quieras ponerme, pero, al tercer día, mira cómo Dios me levanta. Ponme el sello del pasado, de la traición, de bancarrota, del problema financiero, de pobreza, de mentiroso, del pecado, saca las fotos viejas que tengas de mi pasado, pero observa bien cómo Dios me levanta. En tres días me voy a levantar. Me has puesto el sello de que no sirvo para nada, de que nadie me va a amar, de que no soy capaz, pero Dios me va a levantar. Declara: De esta, me voy a levantar, en el nombre de Jesús.
La biblia relata que los romanos decían: Este, viviendo aún, decía: Me levantaré. Tú tienes vida, pero ¿qué estás diciendo? Deja ya de decir: No puedo más; de ésta no me levanto; no lo voy a lograr; me acabaron; me vencieron. Comienza a decir: A pesar de que me han sellado, al tercer día, me voy a levantar.
La palabra de Dios dice que fuimos sellados con la promesa del Espíritu Santo. También dice que el sello del mundo ya no está en nuestras vidas. El día que aceptaste al Señor como tu Salvador personal, se rompió el sello del pecado y se ha puesto el sello del Espíritu Santo que te asegura que al tercer día te vas a levantar. No significa que no van a venir problemas, pero Jesús dijo: En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo. Cree, confía que te vas a levantar.
Mateo 27:66 dice que al tercer día hubo un gran terremoto porque un ángel del Señor removió la piedra, y se sentó sobre ella. ¿Quién tapa una tumba nuevamente, luego de que el ángel de Jehová se sienta sobre la piedra?
Busca un bolígrafo y papel. Escribe todo los sellos que han puesto sobre tu vida y que te han marcado. En un acto de fe, rompe ese papel que representa esos sellos y declara que al tercer día te vas a levantar, en el nombre de Jesús. Si eras una amenaza anteriormente para el enemigo, que se preparen porque aún no han visto nada. El terremoto del Espíritu Santo viene sobre tu vida y serás sellado para Su gloria. El ángel de Jehová se sienta sobre esa piedra y, mientras vives, lo único que vas a repetir es: Me levantaré, en el nombre poderoso de Jesús.
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