María de Magdala, Juana, Susana, Salomé, Marta, María... También las mujeres siguieron a Jesús durante toda su vida pública, con los Doce y otros varones, como testimonian los evangelios.
¿Por qué temer una presencia femenina que el Nuevo Testamento subraya tan a menudo?
¿Por qué rehusar hoy a las mujeres su plena responsabilidad en la Iglesia, incluida la ordenación?
¿Por qué impedir que la mitad de la humanidad efectúe su aportación plena al trabajo, que fue la preocupación central de Jesús?
0 comentarios:
Publicar un comentario