Cuando se trata de nuestras palabras, muchas veces nosotros somos nuestros peores enemigos. Quizás culpemos a todo y a todos, pero la verdad es que estamos profundamente influenciados por lo que decimos sobre nosotros mismos. Las escrituras dicen: “Verbalmente te has comprometido, enredándote con tus propias palabras” (Proverbios 6:2, NVI).
Nuestras palabras son fundamentales para lograr que nuestros sueños se materialicen. No es suficiente verlos con los ojos de la fe o en nuestra imaginación. Debemos comenzar a declarar palabras de fe, victoria, salud y éxito sobre nuestras vidas. Nuestras palabras tienen un enorme poder creativo. En el momento en que decimos algo, lo estamos trayendo a la vida. Este es un principio espiritual, y funciona tanto si lo que decimos es positivo como si es negativo, así que pronuncie palabras de fe.
Si oraciones negativas, como: “Nunca me pasa nada bueno”, son la norma en su vida, estas literalmente le impedirán avanzar en la vida. Es por ello que debemos aprender a refrenar la lengua y pronunciar solo palabras de fe. Este es uno de los principios más importantes que podemos adoptar. En resumen, nuestras palabras pueden edificarnos o destruirnos.
Debemos entender que evitar pronunciar palabras negativas no es suficiente. Debemos comenzar a utilizar nuestras palabras para avanzar en la vida. Cuando creemos en la Palabra de Dios y comenzamos a declararla de manera decidida en combinación con nuestra fe, estamos confirmando esa verdad y haciéndola válida en nuestra vida. Y todo el cielo viene en nuestra ayuda para respaldar la palabra de Dios y hacer realidad las grandes cosas que Dios nos tiene preparadas.
Dios nunca nos ordenó a que verbalizáramos constantemente nuestro dolor y sufrimiento. Él no nos dio instrucciones de que estuviéramos todo el tiempo contando nuestra situación negativa a nuestros amigos y vecinos. En vez de eso, Dios nos pidió que habláramos constantemente de su bondad; que habláramos de sus promesas en la mañana durante el desayuno, en la noche durante la cena, antes de dormir, continuamente, permaneciendo siempre en la
s cosas buenas de Dios.
Usted podrá experimentar un nuevo sentimiento de gozo en su hogar si simplemente deja de hablar de las cosas negativas que existen en su vida y comienza a hablar de la Palabra de Dios. Si siempre habla de sus problemas, no debe sorprenderle si vive en una perpetua derrota. Deje de pronunciar palabras de derrota y comience a pronunciar palabras de victoria. No use sus palabras para describir su situación, use sus palabras para cambiarla.
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