De las primeras preguntas que se hacen en la biblia, vemos a Dios preguntando: ¿Dónde estás, Adán? Y luego: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? En el Nuevo Testamento, la primera pregunta es: ¿Dónde está el Mesías?
Siempre Dios ha estado buscando dónde está el hombre, y tiene que llegar un momento en que el hombre se encuentre con Dios, que se ubique, que se posicione para experimentar todo lo que Dios tiene para su vida.
Uno de los peores problemas que tiene mucha gente es la falta de ubicación. De tu ubicación depende todo lo que Dios va a hacer contigo. Cuando el hijo pródigo se fue de la casa de su padre, siguió siendo hijo, pero, al estar fuera, lo perdió todo. Cuando regresa, sigue siendo hijo, pero ahora está ubicado. Cuando se desubica, lo pierde todo; cuando se ubica, lo gana todo.
Toda la biblia es ubicación. Jesús fue a buscar a la mujer en el pozo; Jesús se encontró con Zaqueo en el árbol, y entonces le dijo que iría a su casa. Dios ha estado siempre buscando la ubicación del hombre, para darle la experiencia de la nueva vida.
Para poder recibir lo nuevo que Dios tiene, tienes que creer en la posibilidad de que, aun con una vieja historia, Dios puede hacer algo nuevo contigo. Lo único que tienes que hacer es abrir tus ojos a la percepción espiritual, para recibir libertad de tu cautividad.
En Mateo 26:17, en adelante, Jesús está presentando la cena del Señor, la comunión, partiendo el pan y el vino. Los discípulos preguntan a Jesús dónde preparar todo para comer la pascua, pero, dentro del evento de la pascua, Jesús celebró la comunión –no la pascua. La pascua celebraba el día en que Egipto dejó ir al pueblo de Israel. Esa noche, cuando pasó el ángel, tenían que comer el cordero; ahí se instituye la pascua.
Cada cierto tiempo, se celebraba la pascua para recordar la libertad del pueblo de Israel de Egipto. Y Jesús escoge el momento de la pascua para celebrar la comunión. Durante la pascua, se hacía lo mismo que Jesús estaba haciendo: Comer el pan. Pero, Jesús cambió la dirección de aquella celebración, cuando estableció que aquello era su cuerpo. Jesús posicionó aquel mismo evento hacia el futuro, celebrando lo que él haría por nosotros.
Hay que celebrar, pero no la pascua, sino la comunión. Se trata de hacer lo mismo, pero, en vez de recordar que Dios te liberó, recuerda lo que Cristo hizo y lo que va a hacer contigo. Es el mismo evento, en una nueva dirección, que te pone en una proyección de avanzada; porque, si lo único que haces son rituales para recordar lo que Dios hizo, nunca podrás realmente ver lo que Dios va a hacer contigo.
Jesús estaba transicionando a todo el pueblo. Aquel era el mismo acto, solo que, en lugar de realizarlo para recordar el pasado, lo que celebrarían es lo que Cristo haría. Lo que Dios quiere que tengas en tu memoria no es de dónde tú vienes, sino hacia donde tú vas. Él no quiere que recuerdes todos los días de dónde él te sacó, sino para dónde te sacó. Él te sacó de Egipto, pero te sacó para la tierra prometida.
Mientras tú estés recordando que Dios te sacó de Egipto, perderás de vista que te sacó para la tierra prometida. Así que, da gracias a Dios de dónde él te sacó, pero agradece aún más y mantente enfocado en hacia dónde él te lleva.
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