La idea de escribir este libro se me ocurrió hace un par de años cuando estaba haciendo investigación para Verdad en guerra y simultáneamente predicando del Evangelio de Lucas. El libro que yo estaba escribiendo era un estudio del versículo 3 de Judas que contendáis ardientemente por la fe, que es un claro mandato a luchar por la verdad que nos ha sido entregada. Yo estaba tratando las implicaciones de ese texto a la luz de cambiantes actitudes evangélicas acerca de la verdad y la certeza.
También quería examinar la influencia del posmodernismo, el minimalismo doctrinal y varias tendencias emergentes dentro del movimiento evangélico contemporáneo. Por tanto, antes de comenzar a escribir pasé muchos meses leyendo toda la literatura que pude encontrar y que representase puntos de vista postevangélicos.
Un tema común sobresalía en los libros que yo estaba leyendo. Todos ellos sugerían, de algún modo u otro, que si los cristianos quieren alcanzar a personas no creyentes en una cultura posmoderna, necesitamos ser menos militantes, menos agresivos, menos dados a sermonear, y estar menos seguros de nuestras propias convicciones. Según esos autores, los cristianos deberían abordar otras perspectivas sobre el mundo con conversión, y no con conflicto. Todos los escritores tendían a hacer un excesivo hincapié en la supuesta importancia de ser siempre tan agradable como Sea posible. Más o menos Suponían que una amigable búsqueda ce terreno común y mutua buena voluntad es siempre moral mente Superior a cualquier tipo de Sincera contención. A veces parecía como Si ellos no pudieran imaginar otra cosa más inútil, o más despreciable, que a cristianos participando en batallas polémicas Sobre nuestros artículos de fe.
Esos libros también mostraban un fuerte prejuicio contra cualquier tipo de certidumbre.
Todos sus autores parecían profundamente molestos por el hecho de que, en el actual clima intelectual, los no creyentes normalmente piensan que los cristianos sonamos arrogantes y estrechos de mente cuando declaramos que la Biblia es infaliblemente verdad y que Jesús es Señor sobre todas las cosas. Se sentían especialmente incómodos con la idea de decir que otras religiones son falsas.
En cambio, decían ellos, nosotros deberíamos aceptar y adaptarnos al cambio en las actitudes seculares hacia la verdad y la certeza. Nuestro diálogo con personas de diferentes creencias y perspectivas opuestas ahora tiene que ser un intercambio en el que se hagan concesiones mutuas. Eso significa escuchar con comprensión, ser siempre flexible con nuestro propio punto de vista, afirmar tanto como podamos, estar más ce acuerdo que en desacuerdo, evitar con cuidado puntos de verdad que puedan ofender, y buscar siempre un terreno común.
En otras palabras, debido a que vivimos en una cultura muy complicada pero con retos epistemológicos, la certeza en cuanto a cosas espirituales automáticamente da la impresión de Ser, o bien arrogante O bien ingenua. Deberíamos, por tanto, enfocar ahora las diferentes perspectivas Sobre la fe como pacificadores en lugar de como predicadores.
Algunos llegaban hasta el extremo de sugerir que hasta nuestros servicios de adoración colectivos deberían mostrar un diálogo abierto sobre varios puntos de vista en lugar de ser un sermón en el que una persona simplemente expone lo que la Biblia enseña. También decían que necesitamos estar preparados desde un principio para hacer concesiones como parte del proceso de diálogo. En palabras de un escritor W. Es importante notar que diálogo no es debate; para que el diálogo sea efectivo, tenemos que resistirnos a la urgencia de aislar a las personas y enmendar lo que dicen. Un diálogo saludable implica entrar en la realidad del otro… En el diálogo, no se permite quedarse donde uno está; uno debe avanzar hacia la perspectiva de la otra persona Varios libros de los que leí Sugerían que baile es una metáfora mejor que la de guerra para describir cómo los cristianos debieran interactuar con otras perspectivas sobre el mundo. Hasta aquí en cuanto al versículo 3 de Judas.
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