En Hechos 2:27, dice: Porque no dejarás mi alma en el Hades, ni permitirás que tu Santo vea corrupción. El Hades, el Seol, es el lugar donde las cosas se consumían, se terminaban. En el tiempo de los romanos, el Hades era el lugar donde se botaba la basura y se quemaba. Lo que esto significa no es que no vas a pasar por momentos difíciles y duros en la vida, sino que tu alma no va a quedar abandonada en ese momento difícil, y tu cuerpo no será desgastado.
Jesús pide que remuevan la piedra de la tumba de Lázaro porque, no importando en la condición que se encontrara el cuerpo, sabía que se levantaría. Marta, la hermana de Lázaro, trata de convencerlo que no removieran la piedra porque llevaba 4 días muerto y el cuerpo ya tenía mal olor. Pero, aun en descomposición, Jesús le dio vida. Hay cosas que suceden alrededor de nuestras vidas, que podemos percibir que ya han llegado al punto de corrupción, ya tienen mal olor.
En 2 Corintios 4:16-17, nos dice: No desmayamos; antes, aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día, pues esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria. Es natural que el cuerpo humano día a día se vaya desgastando, pero mientras tú le sirves a Dios y te desarrollas como cristiano, nada ni nadie puede corromper tu hombre interior. Tu hombre interior debe tener ese peso de gloria de conocer a quien le servimos.
La historia nos muestra cuán crueles eran los romanos, pues era la manera que entendían que influenciaban al mundo para tener el poder. Una de las cosas que hacían era que, cuando vencían a un ejército, iban caminando en el campo de batalla para ver cual quedaba vivo. Este hombre herido lo amarraban a un cuerpo ya muerto. La idea era hacer sufrir a la persona para que la descomposición de ese cuerpo muerto, acabara con la persona.
¿Con cuántas cosas muertas tú estás cargando? ¿Cuántas ideas, negocios y hasta relaciones estás cargando porque el mundo te ha amarrado a ellos, pero ya están muertos? Muchos cristianos aceptan cargar con cosas ya muertas, porque piensan que esto es cargar la cruz. La cruz es entender lo que tienes que dejar y abandonar para que seas libre. La biblia dice, en Hechos 9, que Jesús nos vino a librar de todas las obras de corrupción, de muerte. Ser libres de los ritos y las tradiciones que te dicen que solamente de esa manera tienes acceso al Padre, cuando lo único que te da acceso al Padre es la sangre de Cristo.
Tú no fuiste llamado a morir en el campo de batalla amarrado a algo muerto. Un resucitado vive por encima de las circunstancias que le rodean. Jesús vino a libertarte y llevarte a un nuevo nivel de victoria y de vida. No puedes acostumbrarte en tu mente a vivir el estilo de vida del mundo, que es en corrupción y muerte.
¿Cómo vivir no amarrado a lo muerto de la vida y que el hombre interior no vea corrupción? La biblia dice, en 2 Corintios 4:18: No mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven, pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas. No mires como mira el mundo. La manera como miras las cosas, de esa manera tú interior va creciendo. Jesús, cuando se paró ante la tumba de Lázaro, no vio un cuerpo corrupto, vio a un cuerpo dormido.
Aquello en tu vida para lo que has creído que ya no hay esperanza, solo duerme, y está esperando que, como resucitado, lo llames por su nombre para venir a ti.
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