EL SECRETO DE LA FELICIDAD

Uno de los problemas que hay en la familia hoy día es que la sociedad nos enseña a buscar la gratificación personal. Esperas que la otra persona te haga feliz en todo momento, tiene que complacerte o si no te vas. Así mismo, la persona que solo espera algo a cambio de ti, llegará el momento en que tienes que dejarla ir.
Es imposible tener cualquier relación mientras lo único que se busque sea la satisfacción personal. No puede haber una familia correcta cuando la prioridad de cada individuo es la satisfacción personal, antes que el sacrificio.
Los padres se sacrifican por sus hijos; los esposos, las esposas, los hijos tienen que sacrificar algo. No todo puede ser para los hijos, cuando son pequeños se les da todas las atenciones necesarias, pero durante su crecimiento se les debe enseñar que los padres necesitan su espacio. Mientras más temprano lo entiendan, mejor. A los hijos hay que enseñarles a hacer las cosas por sí solos, a luchar, a trabajar; así crecerán siendo hombres y mujeres de provecho para la sociedad. Enséñales a hacer sacrificios, a ganarse su propio dinero, a diezmar, a ofrendar, a regalar y que no todo es para ellos y por ellos.
De igual manera, en relaciones de pareja. No eres digno de estar en una relación si no estás dispuesto a hacer sacrificios. No hay tal cosa como: Hoy me sacrifico por ti y mañana tú lo haces por mí, porque entonces sería una negociación. Un sacrificio es saber lo que tengo que hacer, en el momento que me toca, sin esperar que algún día me compensen. Sacrificarse es hacer algo, simplemente, porque es lo que tienes que hacer.
Por eso es que hay gente infeliz, porque el verdadero amor sabe que la felicidad no está en que te hagan feliz, sino en tú hacer feliz a la otra persona. El ejemplo perfecto del verdadero amor es Cristo; nadie puede amar como él lo hace. Cristo fue el único que estuvo dispuesto a dar su vida por ti. Él le dice al hombre que ame a su esposa, como él ama a la iglesia, tanto que estuvo dispuesto a morir por ella.
Si analizas, no hay manera de que una pareja se entienda mutuamente, y debes entender que Cristo, sin entendernos, se sacrificó por nosotros. Él pudo experimentar ese amor por que se dio por completo. En ninguna relación debes irte lleno a la tumba, deberías irte con una sonrisa y decir: Lo di todo, hice todo lo que pude hacer, lo intenté todo, me esforcé más allá de mis fuerzas. Solo ahí puedes decir verdaderamente: Áme, no porque me amaron, sino porque amé con todo.

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