VIVE BAJO EL PODER DE DIOS

La razón por la cual mucha gente queda paralizada en la casa de Dios, y no completa el llamado de Dios en su vida, es que, ante un gran llamado, experimentan frustración porque lo que se hace más presente en su vida no es su potencial, sino sus debilidades.  Muchos dicen: Yo podría hacer tantas cosas, pero no han hecho nada.  Y es que los cristianos no debemos vivir bajo el potencial, sino bajo el llamado que Dios nos ha dado.
Vivir bajo el potencial es explotar tus habilidades naturales, espirituales y emocionales para alcanzar lo que crees que puedes alcanzar.  Vivir bajo el llamado de Dios hace que uses tus debilidades para su gloria.
La persona que se enfoca en potencial, se enfoca en lo que puede hacer para sentirse bien.  Y comienza a hacer un inventario de habilidades y debilidades en su vida, un inventario de lo que puede hacer y lo que no.  Pero lo grande es que Dios no nos llama basado en nuestro potencial.
Está bien que sepas cuáles son tus habilidades, debilidades y fortalezas.  Debes saber tus fortalezas, porque son las que te van ayudar a vivir el llamado de Dios en tu vida.  Pero no hagas de tus fortalezas tu llamado, porque entonces serían tus  fortalezas las que determinarían el destino de Dios para tu vida, y estas siempre son limitadas.  Estarías viviendo bajo tu potencial, y no bajo el poder de Dios.  Tu vocación, tu llamado, no se cumple por tu potencial, sino por lo que Dios puede hacer contigo, con esas partes que ti mismo que no crees que sirvan para algo.
En la biblia, vemos que siempre que Dios llamó a alguien para hacer algo grande, estas personas siempre presentaron a Dios sus debilidades.  Dios le dice a Abraham: Serás padre de multitudes; y este le contesta: ¿Cómo, si no tengo hijo?  Dios llama a Gedeón: Varón esforzado y valiente.  Y Gedeón le contesta: ¿Cómo yo, siendo el más pequeño de la tribu, de la familia?  María vas a quedar embarazada, y María contesta: ¿Cómo, si no conozco varón?
Hasta que no te atrevas a salir en fe y caminar en autoridad para vivir, no bajo tu potencial, sino bajo tu llamado, no alcanzarás el destino que Dios tiene para ti.  Hasta hoy, has vivido lo que has podido hacer, pero no has alcanzado todo lo que Dios puede hacer contigo, y no es lo mismo.  El gran reto es hacer lo que Dios ha dicho que hagas, aunque en tu mente creas que no puedes hacerlo.
Dios llama a Moisés y la primera pregunta que Moisés le dice es: ¿Quién soy yo?  Moisés quería que Dios lo definiera.  Dios le contesta: Ve; Yo estaré contigo.  Dios no le dijo a Moisés quién era.  Este ha sido el problema del hombre; que siempre quiere saber quién es.  Para cumplir el llamado de Dios, no es importante saber quién tú eres, sino saber que Dios va contigo.  Luego, Moisés le dice: Señor, no me van a creer, porque no tengo marca de que me has hablado.  Dios le contesta: ¿Qué tienes en tu mano?
La marca está en tus manos.
Lo que hay en tu mano, que también está en las manos de otra gente, no funciona con los demás como va a funcionar en tu mano.  La marca de que Dios está contigo y de que se te apareció son los resultados que Dios va a dar a través de tus manos.  Tienes que creerle a Dios que, con lo que hay en tu mano, él va a mostrarle al mundo que él te llamó y te escogió.
Continúa Moisés diciéndole a Dios: Es que no sé hablar.  Vemos cómo se magnificó la debilidad de Moisés.  Cada vez que Dios te llama, la presión está en tus debilidades.  Dios no te llama por tus habilidades, por tu potencial, ni por tus talentos.  Tienes que entender que Dios sabe quién tú eres, lo que puedes o no puedes hacer.  Y, por encima de lo que no puedes hacer, él te escogió.
Es importante entender que no se trata de tu potencial, sino el saber que Dios irá contigo.

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