VIVIR O EXISTIR











¿Tan solo vas a vivir? ¿O vas a vivir tus sueños? Estas son preguntas que cada mujer debe preguntarse y responderse en algún momento de su vida. Si no te has formulado estas preguntas, este es el momento. Tu manera de responder determinará cómo será el resto de tu vida, a partir de hoy.



La diferencia entre tan solo vivir y vivir tus sueños es más grande de lo que puedas llegar a imaginar. La persona que tan solo vive tiene conductas como las siguientes:




  • Hace las cosas por inercia, sin pensar o preocuparse mucho por el futuro.


  • Pasa el día sin prestar atención a cómo invierte su precioso tiempo.



  • Culmina con pesadez cada semana y cada mes sin nada de gozo o paz.


  • Ignora las áreas de su vida que le causan dolor.

  • Supone que en realidad no depende de ella cambiar su vida.La persona que

  • vive sus sueños actúa mucho más intencionalmente

  • Se toma tiempo para identificar lo que Dios quiere que haga y luego hace planes para hacerlo.Programa su tiempo de modo que pueda suplir sus necesidades así como las necesidades de los que la rodean.

  • Acepta el gozo y la paz que ofrece una relación con Cristo.Reconoce y aborda los asuntos que le causan dolor.



Aprende cómo dejar que el Espíritu Santo obre en y a través de ella para que pueda vivir más abundantemente.







Cada día tengo la oportunidad de conocer, hablar y trabajar con mujeres excepcionales de toda condición social. Algunas están casadas, y otras no. Algunas son madres, y otras no. Algunas trabajan fuera del hogar, y otras son amas de casa. Algunas corren en maratones, y otras sufren alguna dolencia o enfermedad crónica. Algunas han conseguido todo lo que querían en la vida, y otras no. La mayoría encajan dentro de más de una de estas categorías. Pero todas han tomado la misma decisión: vivir la vida plena y abundante que Jesús quiere que vivan. Jesús dijo: “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Jn. 10:10).

Algunas personas podrían decir que las circunstancias determinan si pueden vivir sus sueños, pero yo no estoy de acuerdo. He conocido mujeres que se han visto impedidas por las situaciones más difíciles, y sin embargo, se las ingeniaron para vivir una vida abundante. Joni Eareckson Tada es un gran ejemplo. Ella ha aprendido a vivir la vida al máximo a pesar del accidente que experimentó al zambullirse, el cual la dejó paralizada y totalmente confinada a una silla de ruedas.

Y he conocido mujeres que lo tienen todo, y sin embargo, viven una vida insignificante e infeliz. La diferencia no está en las circunstancias. La diferencia está en la actitud. Y la única diferencia entre una actitud positiva y una actitud negativa es la decisión de elegir una en lugar de la otra.

Las mujeres extraordinarias deciden que vivirán sus sueños y se aferrarán a estos, a pesar de sus circunstancias. Para vivir tus sueños, cada día tienes que tomar la decisión de hacerlo. No puedes tomar esta decisión una vez y para siempre. Cada día debes decidir; y luego, conscientemente, debes volver a tomar esta decisión cada vez que la vida te depare algo inesperado. Por eso creo que la vida plena se vive en el momento de la decisión.Déjame explicarte.



Las mujeres extraordinarias deciden que las contrariedades de la vida, ya sea el desempleo, la propuesta de matrimonio que nunca llega o el ascenso que nunca se alcanza, no apagarán su entusiasmo. Ellas deciden seguir dando cada día lo mejor de sí, en vez de amargarse.





Las mujeres extraordinarias deciden que la muerte, discapacidad o infidelidad de su esposo no harán que se rindan. Ellas deciden valientemente enfrentar sus circunstancias.




Las mujeres extraordinarias deciden que la enfermedad, las limitaciones físicas o emocionales, o la rebeldía o la tozudez de un hijo no sepultarán completamente su don de ser madre. Ellas deciden perseverar en amor y oración por cada uno de los hijos que se les ha confiado.





Las mujeres extraordinarias deciden que las limitaciones físicas o enfermedades no les robarán el gozo. Deciden encontrar el lado bueno (por pequeño que pueda ser) a las cosas malas.



Las mujeres extraordinarias deciden que el dinero o la falta de este no determinará su nivel de felicidad. Deciden que el dinero es simplemente un medio para un fin y no un fin en sí mismo.



Las mujeres extraordinarias deciden no obsesionarse por lo que no tienen. Reconocen lo que tienen y están agradecidas por ello.


Las mujeres extraordinarias deciden que no se dejarán abatir por las decisiones difíciles y trascendentales que tengan que tomar. Y oran para que el Espíritu Santo con su poder les ayude a tomar decisiones sabias.



En resumen, las mujeres extraordinarias deciden. La vida se vive en el momento de la decisión. ¿Qué clase de decisiones has tomado últimamente? Más importante aún, ¿qué clase de decisiones necesitas tomar? ¿Necesitas romper con una mala relación? ¿Necesitas ponerle límites a tus amistades y familiares? ¿Necesitas comenzar hábitos nuevos o deshacerte de otros antiguos? ¿Necesitas cambiar de trabajo? ¿Tus hijos necesitan más (o menos) disciplina? ¿Se ha vuelto monótono tu matrimonio?



La vida es más que simplemente subsistir. Las mujeres ordinarias subsisten. Las mujeres extraordinarias tienen una vida plena, como Jesús quiere.



Jesús vino para que tú también puedas ser una mujer extraordinaria.

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