Cuántas mujeres en estos tiempos vivimos en relaciones tóxicas, donde por amor a esa persona aguantamos y vivimos tantas cosas que nos hacen sufrir, que nos hieren el corazón y seguimos ahí porque creemos que no podemos vivir sin ese ser amado y nos vamos hundiendo cada vez más en esa vida en la cual nosotros nos vamos olvidando de quién realmente somos, soportando así gritos, humillaciones, maltratos físicos y psicológicos, donde perdemos nuestra dignidad, en esta ocasión como le pasó a Lea, ella creyó que teniendo hijos iba a ganar el amor de su esposo, le pedía a Dios que le diera hijos y creía que así su esposo la amaría, pero siento mucho decirte Lea que no fue posible, porque no podemos esperar obtener el amor de un hombre para ser felices, porque la verdadera felicidad y el gozo viene de Dios, solo él puede llenar el vacío en nuestro ser cuando realmente el amor que importa es el amor de Dios, porque la felicidad es circunstancial, más el gozo del Señor es para siempre.
A qué mujer no le gustaría tener al amado de las naciones, al sol de justicia, al fuerte e invencible, al todopoderoso, al que todo lo sabe, al verdadero y único en toda la creación con su amor verdadero para toda la vida y, vivir juntos para siempre.
Él está a tu disposición esperando por ti y ya eres amada por él, tenemos ese ejemplo de Lea, cuando ella por unas mandrágoras que le trajo su hijo Rubén alquiló a su esposo por su hermana Raquel, que bajo caemos algunas veces las mujeres tan sólo por el hecho de querer sentirnos amadas por alguien.
Bueno, en esta ocasión, Lea realmente amaba a su esposo y quería luchar por su matrimonio pero, llegó a ser desgastante hasta cierto punto, aunque cumplió la voluntad de Dios, ella no fue feliz hasta que dejó todo en las manos de Dios y eso pasó en el cuarto hijo que llamó Judá y dijo; “esta vez alabaré a Jehová”. Fue hasta ahí cuando reaccionó que lo que ella estaba buscando no lo podía encontrar en un hombre, sino en Dios.
Libro: Amada por Dios desechada por los hombres.
Autor: Yulma Escobar
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