El Creador enseña a la humanidad que el pacto del matrimonio se fundamenta en tres áreas básicas, que son: el área espiritual, el área emocional y el área física, en ese estricto orden.
¿Por qué en ese orden? Porque si la pareja no desarrolla una unidad espiritual, creciendo juntos en esta área, la posibilidad de que puedan permanecer juntos se reduce considerablemente. La unidad espiritual es algo así como el acoplamiento de flexibilidad que une a las dos personas y que absorbe las diferencias entre ellos, permitiéndoles tener mayor tolerancia e interés el uno por el otro.
La Biblia dice en el Salmo 1:1-3:“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, Ni estuvo en camino de pecadores, Ni en silla de escarnecedores se ha sentado; Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae; Y todo lo que hace, prosperará”.
Confiar en Dios y poner en práctica las instrucciones que nos da en su Palabra nos dará la fortaleza espiritual para mantenernos firmes, aun en los momentos difíciles de la vida.
Nuestra conducta en el diario vivir es el resultado de nuestra relación con Dios, de la paz que tenemos, y de la sabiduría que alcanzamos al conocer su Palabra y hacerla parte de nuestra vida. Las debilidades humanas, como la ira, el enojo, la soberbia y el orgullo, son más fáciles de controlar cuando fortalecemos nuestra vida espiritual.
Cuando estamos fuertes en nuestra relación espiritual, se facilita considerablemente el manejo de la unidad emocional, justamente por la mayor tolerancia de ambos, además del interés mutuo de apoyarse y hacerse el bien el uno al otro.
Solamente con una alta dosis de alimento y unidad espiritual será posible tener la sabiduría para controlar las emociones de la mente y actuar con sabiduría e inteligencia.
La unidad emocional se obtiene asumiendo y manteniendo una actitud considerada con el otro; interesándose más en las cosas de su cónyuge que en las propias. Esto incluye la decisión de vencer las barreras del egoísmo y orgullo. Tiene que ver con compartir intereses, mejorar la comunicación y disponerse a entender más al otro, evitando toda clase de ofensas en la relación.
Finalmente, la unidad física o intimidad sexual viene a ser el premio de una buena unidad espiritual y emocional. Es el regalo exquisito de Dios para un matrimonio obediente a su Palabra. Estamos hablando de una relación íntima de alta calidad y no de la relación sexual superficial, que es la más común.
Cualquier falta de unidad en lo emocional y lo físico se puede superar, si se logra la unidad espiritual. ¡Así fuimos diseñados! Cuando una pareja tiene una buena unidad espiritual y emocional, logra disfrutar su intimidad al nivel más profundo, obteniendo un goce óptimo en su relación íntima, generándose a la vez una mayor unidad integral de la pareja.
Si un matrimonio no desarrolla primero la unidad espiritual, es muy difícil ponerse de acuerdo en el área emocional e íntima.
¡Un matrimonio que está basado en las dos últimas áreas está caminando sobre arena movediza!
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