Creo que la oración es una de las contribuciones más poderosas que un cristiano puede hacer para que el mundo sea un lugar mejor. No aprendemos a orar poderosa y eficazmente a través de leer un manual de instrucciones. Aprendemos a orar cuando oramos. Cuando lo haga, descubrirá que no hay continente, nación, organización, ciudad, puesto, situación, circunstancia, condición, gobierno, caso, problema ni batalla que esté fuera del límite de la fuerza de su efecto. No hay persona ni poder político en esta Tierra que pueda mantener la oración callada.
La oración es revolucionaria y marca una diferencia. Sin oración, nuestra vida cristiana solamente está intentando seguir una lista de reglas que alguien más nos da. Con la oración, el cristianismo es vital, relevante, transformador, y lleno de conocimiento y la presencia de Dios.
La oración es un punto de contacto entre el cielo y la Tierra, o quizá sea mejor decir que la persona que ora es ese punto de contacto. Su lugar de oración es su lugar de poder. Es su lugar de control de cambios. Nosotras podemos crear un cambio a través de la fuerza de la voluntad y de la persuasión inteligente, pero no durará. El verdadero cambio irrevocable solamente se da mediante la oración.
Con eso en mente, me gustaría proporcionarle algunas tácticas diferentes a considerar cuando ore:
1) Ore con fidelidad
Cuando ore, asegúrese de que no vacile en su fe. Aférrese a lo que ha aprendido y a la confianza que ha recibido de su relación con Cristo. Dios puede resucitar una vida muerta, un sueño muerto, todo lo que esté muerto, si tiene fe: “Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen” (Romanos 4:17).
2) Ore decididamente
Usted no puede ser fluctuante cuando ora: un día confía y al siguiente no. Un día ora esto, al siguiente día desea lo contrario. Le dice una cosa a Dios en oración, y luego sale a tomar café con sus amigas y dice que nunca podrá suceder. Usted es de doble ánimo con lo que desea y a donde se dirige. Como dice la Biblia: “Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió” (Hebreos 10:23).
3) Ore contundentemente
¡No sea débil! Mateo 11:12 nos dice: “Desde los días de Juan el bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan”. Usted no está rogando, no está gimiendo y no está persuadiendo; usted está viniendo a tomar lo que legalmente le pertenece con respecto a la Palabra de Dios. Debe acercarse confiadamente como una hija a su padre, como un príncipe o una princesa a un rey, como acude a un juzgado un demandante que ha sido ofendido.
4) Ore con amor
No hemos sido llamadas a vengarnos de ninguna persona o grupo de personas; si la venganza debe llevarse a cabo, será Dios quien lo haga, no nosotras. No hemos sido llamadas a ser jueces de los infractores de cualquier delito, desastre o enfermedad. Hemos sido llamadas a ser liberadoras, rescatistas y sanadoras. Entonces no podemos tener fe por algo si no estamos caminando en amor, porque lo único que prevalece es “la fe que obra por el amor” (Gálatas 5:6).
5) Ore con sinceridad
Hay ocasiones en las que, honestamente, estamos en negación acerca de la verdad de una situación, o podemos equivocarnos en los hechos o en cómo estamos interpretando las cosas. Pero uno de los nombres del Espíritu Santo es el “Espíritu de verdad”. Si nos abrimos a Él en oración y escuchamos más de lo que hablamos, entonces hay espacio para que el Espíritu Santo ajuste nuestra perspectiva.
6) Ore firmemente
La oración nunca se desperdicia. La Biblia nos dice que estemos “firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano” (1 Corintios 15:58). Aférrese a las promesas de Dios en oración sin importar cómo luzcan las cosas en lo natural.
7) Ore con seriedad
La vida nos lanza bolas curvas, y aunque tenemos contextos diferentes e historias personales, todas tenemos emociones, sueños y pasiones. Cuando estamos involucradas emocionalmente en una lucha, tendemos a orar menos en lugar de más. Si deseamos tener una vida vencedora de oración, necesitamos convertir esas emociones y pasiones en oración (lea Santiago 5:17-18).
8) Ore conociendo su posición
Necesitamos saber dónde estamos para orar con eficacia. Sabemos que estamos sentadas en lugares celestiales con Cristo Jesús y que Jesús está “viviendo siempre para interceder” (Hebreos 7:25). De ahí que el mejor lugar para que oremos sea desde nuestra posición en Cristo, haciendo la misma intercesión que Él sobre cada situación.
9) Ore con autoridad
Orar en el nombre de Jesús no es solo una conclusión que se supone que debemos hacer antes de decir amén. Orar en el nombre de Jesús es acercarnos ante Dios como un embajador que se acerca al trono de un rey extranjero en nombre de su propio rey.
10) Ore magistralmente
Para ganar magistralmente en algo, debe practicarlo continuamente. Él desea que nos acerquemos a Él para poder conocerle nosotras mismas. Desea participar con nosotras en nuestro viaje y vivir con nosotras día a día. Lo que Dios desea absolutamente es una relación, y la clave de ello es la oración magistral.
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