Sustituye tus pensamientos de ansiedad por pensamientos de paz. La Palabra de Dios dice; “Tú guardarás en completa paz a aquel, en cuyo pensamiento en Ti persevera, porque en ti ha confiado” (Isaías 23:6).
Divide tu tiempo adecuadamente, donde incluyas el tiempo de trabajo, iglesia, estudios, recreación, cuidado propio y descanso.
Duerme de 7-9 horas.
No procastines, o sea, no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy. Pero no sacrifiques tu tiempo de ocio porque es necesario.
Practica algún ejercicio o deporte. Una caminata todos los días por 30 minutos te hará mucho bien.
No te pongas unas expectativas tan altas de ti, que te desequilibren.
No le des mucha importancia a lo que la gente piensa de ti.
Escucha música que te relaje.
Convéncete de que el mundo no se va a paralizar porque tú decidas quedarte descansando un día.
Organízate en tu casa y en el trabajo.
Delega tareas en otros. Es imposible que tú lo hagas todo.
¡Vive libre, vive feliz!
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