Mateo 8:23-37 nos muestra el momento en el que se levanta una gran tormenta, mientras Jesús dormía en una barca, y los discípulos lo levantan porque tenían miedo. Lo primero que Jesús les dice al despertar es: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe?
En esta escritura vemos que el miedo está relacionado a la fe. Cuando tienes poca fe, muestras mucho miedo, pocas expectativas, pocos sueños y metas.
Tu cerebro no controla totalmente tus decisiones y acciones, sino que siempre habrá una decisión que puedes tomar para transformar lo que sientes, piensas y experimentas. Esto es el dominio del espíritu en tu interior. Si esto no fuera así, seríamos máquinas, robots controlados por un pequeño cerebro. En los momentos difíciles, la pregunta es: ¿Dónde está mi fe? ¿Fe o miedo? ¿En qué pongo mi mirada, en qué me enfoco?
El grado de miedo que experimentas es tu grado de fe.
Luego de haber cuestionado el temor de los discípulos, Jesús reprende los vientos. Reprender es una acción de decir: Esto no puede ser de esta manera. Cuando reprendes a alguien, le estás diciendo: No permito ese comportamiento. Reprender es una actitud de autoridad.
Hay quienes no toman autoridad sobre las circunstancias y tratan de buscar aquello que les pueda dar paz. Esto le pasaba al rey Saúl; tenía demonios que le atormentaban y le traían a David que tocara el arpa para calmarlo; pero, cuando la música cesaba volvía a ser atormentado. Esto sucede con algunas personas que están atormentadas; escuchan música, se entretienen y se calman por un rato, pero no tienen paz. Vivir en la paz de Dios es tomar autoridad sobre la tormenta y vivir en la bonanza de Dios, para, de esta manera, cumplir el propósito de Dios en nuestras vidas.
Después que Jesús calma la tormenta y llegan a la otra orilla, a la tierra de los gadarenos, vinieron dos endemoniados feroces al encuentro y le preguntan: ¿Qué tienes con nosotros, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido a atormentarnos? Es impresionante ver que, tan solo un momento atrás, los discípulos no sabían quién era Jesús, pero estos endemoniados lo reconocieron.
Cuando tú entiendes que eres una amenaza para los problemas, caminas y vives en autoridad y en paz.
Los discípulos despertaron, levantaron a Cristo en medio de aquella tormenta. Mientras sigas dormido, tu tormenta no va a desaparecer. Hay tormentas en tu vida que tienes que levantarte, tomar autoridad y reprender.
Hoy, levántate en medio de la tormenta. No huyas; enfréntate y párate firme en la palabra de Dios. Declara las promesas: Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Ante los pensamientos negativos y de temor, declara: Ninguna arma forjada contra mi prosperará. Has que tu vida tenga bonanza, disfruta de la paz de Dios y así podrás cumplir su propósito.
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