Cuando estudiamos la promesa para el pueblo de Israel, en Isaías 65, es algo más que la promesa de la eternidad, sino también una promesa aquí en la tierra, en el presente. El pueblo de Israel caminaba con la conciencia de que los cielos estaban abiertos para sus vidas y la tierra tenía que responder a lo que el cielo decía.
Esta promesa para el pueblo de Israel se transfiere a nosotros con el nuevo pacto y sus nuevas promesas. Cielo nuevo y tierra nueva es para nosotros caminar con esa conciencia y nuestra tierra sea productiva y nuestro mundo se vaya transformando.
En Isaías 65:25, Dios dice: Antes que clamen, yo responderé; mientras aún estén hablando, yo habré oído. Imagina que aún no hayas dicho tu necesidad y el cielo ya haya enviado la contestación. Ese es el favor, la gracia de Dios y tener cielos abiertos. Lamentablemente, no sucede porque no lo crees, pues se vive con la creencia que hay que orar y decir demasiadas letanías para que esto ocurra. Pero es tiempo que se levante un pueblo que entienda que Cristo vino, murió por nosotros y resucitó. Que desde entonces el Espíritu Santo está entre nosotros para que tengamos cielo nuevo y tierra nueva, no solamente en la eternidad, sino también aquí y ahora.
Si esto fuera únicamente un aspecto literal, entonces significaría que el cielo está mal, pero el cielo nunca se ha dañado. El principio de la Biblia dice: Dios creó los cielos y la tierra, pero lo que se desordenó fue la tierra. El cielo, donde Dios vive, nunca ha estado en desorden. La tierra del hombre es la que ha estado en desorden en su relación con Dios. Por esto, el hombre no ha podido entender que hay cielos abiertos sobre su vida.
Cuando un hombre o una mujer esta triste y deprimido lo que hace es caminar mirando hacia la tierra, cabizbajo. Esa es la condición natural del hombre, recordar de dónde salimos y para dónde vamos naturalmente. Pero, el pueblo de Israel caminaba mirando hacia los cielos, reconociendo lo que Dios le prometió, en Deuteronomio 11:11, que la tierra donde los llevaba era una tierra diferente a la que tenían en Egipto. Es una tierra que va a producir en abundancia como nunca has visto, porque bebe la lluvia del cielo.
El mundo en que vivimos es un mundo donde se cree que lo único que podemos hacer es caminar mirando hacia la tierra por dolor, amargura y tristezas. Es un mundo que quiere que mires solamente hacia la tierra con las malas noticias. Pero ya es tiempo que creas que hay cielo nuevo, tierra nueva y mires hacia el cielo y comiences a orar y creer. Orar, no con oraciones complicadas, sino como la oración del Padre nuestro, -sea hecha tu voluntad aquí en la tierra como en el cielo.
Cielo nuevo y tierra nueva es tener la posibilidad que el cielo influencie la tierra y todo lo que hagamos. Donde nuestros hijos son benditos por Jehová, nuestro trabajo no sea en vano y nuestra oración sea contestada aun antes de terminar de orar. Si caminaras con esta fe, cambiaría tu manera de pensar y de vivir.
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