En Malaquías 3, Dios le dice al pueblo que le han robado en sus diezmos y en sus ofrendas. Según la palabra utilizada en el texto original de las escrituras, el significado de esa palabra “robar” es “engañar”, “robar”. Una cosa es quitarle algo a alguien, y otra cosa es robar; estos términos tienen diferente connotación. Robar implica un sentido de malicia, agresividad.
La palabra que se utiliza en el texto original viene de la raíz de otra palabra, que significa “cubrir” o “esconder”. Cuando Dios dice que le están robando en los diezmos y ofendas, lo que está diciendo es que están escondiendo de él estas partidas. No es que se lo hayan quitado porque, ¿qué podemos verdaderamente quitarle a Dios? Si tienes algo en tu mano, ¿de quién es? De Dios. Y, si no lo tienes en tu mano, ¿de quién es? De Dios.
Lo que el hombre sí puede hacer es esconder las cosas, pretendiendo que él no se dé cuenta.
Lo que Dios estaba diciendo era que le molestaba que estuvieran encubriendo lo que él mismo les había dado.
Cuando haces esto, lo que haces es encubrir lo que Dios ha hecho por ti. Eso limita lo que conoces de Dios y lo que das a conocer a otros de Dios. Por eso es que la primera bendición de no cubrir el diezmo es abrir las ventanas de los cielos. En otras palabras, si tú no cubres, él abre.
Un dato curioso es que Dios dice que abrirá las ventanas de los cielos, no las puertas. Jesús dijo que el ladrón viene para matar, hurtar, destruir, y aclaró que entra por la ventana.
Cristo entra a tu vida por la puerta, el ladrón entra por la ventana. La palabra “ventana”, según la palabra utilizada en el texto original de las escrituras, significa “visión”. Es ver más allá. En otras palabras, si tú no encubres, si no escondes, Dios abre las ventanas de los cielos, para mostrarte cosas que, de otra manera, tú no verías.
Dios quiere abrir las ventanas de los cielos sobre tu vida. Él quiere mostrarte cosas que, de otra manera, no verías. No encubras de él, lo que él mismo ha puesto en tu mano.
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