En Lucas 10:27-29, dice: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. Es fácil amar a Dios con la ley, pero toma todo amar a Dios con gran afecto. Es muy fácil decir “amo a Dios” porque vienes a la iglesia los domingos, porque de vez en cuando oras; pero esto no es así.
No puedes pretender tener una relación estrecha con Dios haciendo tan solo el mínimo requerido, de la misma manera que no se puede pretender tener un matrimonio exitoso, cumpliendo solamente con lo que se requiere. Hay hombres que reclaman a su esposa por lo mucho que trabajan por ella y los hijos, pero es que eso es lo que hace un esposo y un padre: Trabajar por su familia. De la misma manera, hay mujeres que se quejan de tanto que cocinan y lavan ropa, pero es que eso es lo que hace una esposa.
Hay hijos que piden dinero a sus padres, a cambio de buenas notas y de tener un buen comportamiento. Y muchos dirán que hay que incentivar a los hijos, pero no debes incentivarlos por aquello que es requisito de vida, porque dañas la mente de la criatura. No es que no motivemos a nuestros hijos, pero mucho cuidado que no los adiestres erróneamente, incentivándolos en aquello que es requisito de un hijo. Recompensa el esfuerzo, la dedicación, la milla extra; no lo que es un deber.
Los que aman a Dios cumplen la ley con todo su corazón y con toda su mente. Cuando amas a Dios con toda tu mente y con todo tu corazón, todos tus pensamientos todo el día van dirigidos a Dios; no te quejas de Dios, no estás comparándote con los demás, con lo que Dios da a otros y a ti no. Es fácil amar a Dios cuando vienes a la iglesia y hay buena música. Pero amar a Dios con toda tu mente y todo tu corazón es cuando, aun en problemas, tus pensamientos los alineas a la palabra. Es que, aunque tu mente quiera pensar mal, dirijas tus pensamientos a que él te ama, tiene planes de bien para ti y todo va a obrar para bien en tu vida.
Amar a Dios con todo tu corazón, con toda tu mente y con todas tus fuerzas, en el texto original, es: Con todos tus recursos. No solamente se refiere a tus finanzas, sino también a tus talentos. Esto es importante porque, cuando no llegamos a este nivel de amor, donde amamos a Dios y al prójimo con intensidad, no experimentamos la naturaleza divina.
¿Por qué algunos no llegan a ese nivel? En Romanos 2:5, dice: Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios.
La falta de arrepentimiento endurece el corazón.
Ya sea por ignorancia o por traumas, hay quienes se obstinan en mantener su posición, y no quieren arrepentirse. Hay quienes han hecho cosas con mala intención; otros, cometen errores por ignorantes, y otros viven traumatizados por errores que otro ha cometido en contra de ellos. Entonces, enfrentan consecuencias negativas porque, en vez de arrepentirse, endurecen su corazón. Y un corazón endurecido no puede amar a Dios y al prójimo, con intensidad.
Por la dureza de corazón y por la falta de arrepentimiento, atesoras ira, envidia, rencor. Una persona puede vivir sin experimentar las consecuencias de la ira, pero el día de la ira llegará algún día. Todos llegaremos a ser juzgados, confrontados, y lo mejor es que hayamos atesorado lo correcto para que, en ese momento, se manifieste la bendición de Dios en nuestras vidas.
0 comentarios:
Publicar un comentario