Aún así, hay
algo más difícil que la cultura social, y es la cultura familiar; costumbres
que ha adoptado la familia que, en cierta época, le ayudó a sobrevivir, pero
puede ser que hoy no sea lo que Dios quiera que hagas y es a ti a quien le
corresponde detener aquello que ha paralizado el potencial que Dios ha puesto en
tu vida.
Todos tenemos
que vivir y luchar con esa parte que está en nuestro interior que a veces no
nos deja mover hacia adelante. Muchos
hoy pelean con los enemigos que los padres no eliminaron. Otros sufren las consecuencias de la
esclavitud, consecuencias provocadas por las decisiones de sus generaciones
pasadas; heridas espirituales, heridas emocionales. Hay quienes hasta pagan deudas de decisiones
que no tomaron.
Dentro de ti,
sabes que hay situaciones que le han causado problemas a tu madre o padre y,
aunque no quieras ser como ellos, te comportas como ellos. Tú estás consciente de que ese estilo de vida
no les dio buenos resultados, ni estaban en orden con el propósito de Dios,
pero continúas haciendo lo mismo. Vives
con las mismas ataduras mentales, emocionales y físicas, pero tiene que llegar
una generación que se levante y se pare firme y diga: No voy a vivir las
consecuencias de los errores de aquellos que no amaron las leyes de Dios. Ningún padre es perfecto, pero todo padre que
ama a Dios le enseña a sus hijos a amar a Dios sobre todas las cosas.
Gosén siempre
estuvo, pero hubo un momento en que la cobertura no estaba porque José había
muerto y es entonces cuando Faraón oprime al pueblo. Dios levanta a Moisés, quien vuelve a reclamar
aquel lugar. Es a través de él que Gosén
vuelve a levantarse, y se manifiesta la protección. Cuando las plagas estuvieron en Egipto, no
tocaron a los que estaban protegidos en Gosén.
Hace falta un
Moisés, un hombre que tenga una experiencia con el Espíritu de Dios, en el peor
desierto de su vida, para que saque a toda una generación de la
esclavitud.
Tienes
que
entender que tu nacimiento dentro de tu familia no fue casualidad.
Fuiste marcado para un tiempo como este. Quizás hoy estás viviendo en
el desierto
porque estás huyendo, y no te atreves a enfrentar a esos enemigos.
¡Basta!
¡Hasta hoy! Párate firme en el nombre de Jesús. En tu mano está el
poder, no solo para
liberarte tú, sino para sacar familias completas de la esclavitud.
Dios le dijo a
Abraham que serían cuatrocientos años, pero vivieron cuatrocientos treinta años,
por dos razones: Moisés comete un error, y se va huyendo al desierto. Ese es el tiempo que Dios tuvo que preparar a
Moisés en el desierto, mientras el pueblo seguía siendo más oprimido. Durante este tiempo, Moisés estuvo libre prosperando
en el desierto. En el desierto se casó,
tuvo ovejas, tuvo ganado, pero Dios no fue quien lo envió.
Dios te llamó a
liberar generaciones completas y no a vivir cómodo en el desierto. Dios te llamó para que tengas una experiencia
con el Espíritu Santo y para que venzas los enemigos y los errores que
cometieron las generaciones pasadas y liberes a tu familia.
Tu familia no
fue llamada para ser esclava de la droga, de la fornicación, del adulterio, de
la deuda, de la pobreza, de la depresión, de la poca educación, de la amargura.
Dios te creó para seas cabeza y no cola;
para que siempre estés arriba y no abajo.
No huyas al
llamado de Dios. Párate firme y de ahora en adelante ama a Dios sobre todas las
cosas y permite que tus generaciones sean libres y se muevan al destino que
Dios tiene para ti y los tuyos.
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