1. Poca o ninguna rendición de cuentas. Hay seguridad en la multitud de consejos (vea Pr 11:14). Hay mucho menos seguridad, quizás hasta peligro, cuando un líder no se preocupa en buscar consejos de diversos grupos de sus contemporáneos, así como de los hombres canosos y las mujeres que han tenido la sabiduría que viene con la edad. Si un pastor o líder de la iglesia no está abierto a recibir corrección, va de camino al desastre.
2. El elitismo espiritual. Si hay un espíritu de control en una iglesia, usualmente se le dice a la gente que su grupo es superior. Supuestamente tienen privilegios espirituales de Dios superiores, así como revelación "exclusiva". Si las personas escogen irse, son rechazadas o catalogadas como renegadas. Algunas veces, en casos extremos, maldicen a las personas si se van. (La semana pasada, cuando estuve en Hungría, supe de un líder carismático que maldice a las personas públicamente cuando abandonan la congregación.) Este comportamiento sectario causa inimaginable sufrimiento emocional y también divide a las familias.
3. Una atmósfera opresiva. Los líderes autoritarios saben cómo controlar la gente con la manipulación. En algunos casos, este control puede que simplemente sea en forma de sutiles sugerencias o persuasiones. En gran parte de las situaciones abusivas, puede venir en forma de amenaza, exigencias legalistas, requisitos irrazonables o falsas doctrinas. En algunos casos, especialmente en los círculos carismáticos, puede venir en forma de profecías erróneas o visiones místicas. En tales iglesias, no se le permite a nadie que haga preguntas. La pesadez espiritual cae como una densa nube sobre la congregación, unos pocos creyentes manifiestan gozo genuino, porque están sobrecargados por los sentimientos de culpa y miedo.
4. Dominio con enojo. Los tiranos son sorprendentemente similares. Porque quieren control de su entorno, muchas veces se molestan cuando no se cumple con sus exigencias. Aún así, el apóstol Pablo enseñó que los líderes de la Iglesia no deben ser violentos ni pendencieros, sino apacibles y dulces (vea 1 Tim 3:2-3). Luego, instruyó a Timoteo que el siervo de Dios "no debe ser contencioso, sino amable para con todos" (2 Tim 2:24). Siempre va a encontrar mucho coraje dondequiera que haya un espíritu controlador.
5. Se desanima la dirección individual. La Biblia enseña que cada cristiano tiene acceso directo a Dios a través del mediador, Jesucristo. Cada creyente puede escuchar la voz de Dios personalmente y debe esperar recibir la dirección de Dios.
No obstante, en las iglesias autoritarias, a los miembros no se les anima a buscar la dirección de Dios por sí mismos. En vez de eso, se les anima a conformarse a las preferencias del líder o el grupo. En algunos casos, los líderes le han enseñado a su congregación a buscar consejos y aprobación de un pastor antes de tomar grandes decisiones. Los miembros de la iglesia desarrollan una dependencia poco saludable en el hombre para funcionar espiritualmente, y su habilidad para confiar en Dios se reduce.
Esta clase de control es emocionalmente atroz. Para muchos que se han sometido a esta filosofía les tomó años recuperarse de la pérdida de su habilidad para tomar decisiones. Relegaron su voluntad y perdieron su identidad porque vieron la absoluta obediencia a sus líderes espirituales como una virtud cristiana.
6. Las mujeres se consideran inferiores. Algunas iglesias hoy día permiten la ordenación de mujeres hasta como pastoras u obispos, mientras que otras mantienen que las Escrituras no permiten que las mujeres tengan estas posiciones. Aparte de estas diferencias de opiniones en la interpretación bíblica, se debe señalar que las iglesias autoritarias desaniman a las mujeres de buscar un genuino rol en el ministerio. Se ven a las mujeres como útiles sólo en sus funciones de esposas y madres, y no las animan a dar pasos más allá para buscar oportunidades en el ministerio.
Esta baja visión de la mujer lleva al hombre a tratarlas como objetos sexuales ordenados por Dios o como ignorantes que sólo sirven para hacer trabajos de ínfima importancia. A las mujeres que tienen dones de liderazgo, las catalogan de rebeldes o "Jezabeles".
Cuando el Muro de Berlín cayó en 1989, hubo murallas similares del control comunista que cayeron en sucesión hasta que se desplomó la Unión Soviética. Todavía las murallas de cautiverio espiritual existen en muchas partes de la Iglesia.
Somos llamados a ser emancipadores, no esclavizadores. Mientras buscamos construir iglesias saludables, recordemos estas palabras de Gálatas 5:1: "Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud".
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