«Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde» (Malaquías 3:10).
Me asombra ver a muchos creyentes malgastar su energía debatiendo si el diezmo es o no una doctrina del Nuevo Testamento. He oído a personas decir: «El diezmo es parte de la ley y nosotros no estamos bajo la ley sino bajo la gracia. Por esa razón, yo no diezmo. Sí doy ofrendas, pero no diezmo».
Los que piensan así están engañados. El diezmo ni siquiera empezó con la ley. Según Génesis 4:1-4, antes que la ley fuera dada a Moisés, Abel y Caín trajeron las primicias de su labor a Dios, y de nuevo en Génesis 14 vemos a Abraham diezmando, antes que la ley fuera dada.
Abraham y 318 de sus siervos armados habían vencido a un grupo de reyes enemigos; los mataron y recuperaron todos los bienes. Lo primero que Abram hizo fue dar a Melquisedec los diezmos de todo. El sacerdote Melquisedec bendijo a Abram y dijo: «Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra; y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abram los diezmos de todo» (vv. 19-20).
Así pues, el diezmo no empezó con la ley. La ley explicó el diezmo, describió el procedimiento de este y lo exigió. Pero ¿está el diezmo incluido también en el Nuevo Pacto?
Para contestar esta pregunta, leamos primero Hebreos 7:1-8:
Porque este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que salió a recibir a Abraham que volvía de la derrota de los reyes, y le bendijo, a quien asimismo dio Abraham los diezmos de todo; cuyo nombre significa primeramente Rey de justicia, y también Rey de Salem, esto es, Rey de paz; sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida, sino hecho semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre. Considerad, pues, cuán grande era éste, a quien aun Abraham el patriarca dio diezmos del botín. Ciertamente los que de entre los hijos de Leví reciben el sacerdocio, tienen mandamiento de tomar del pueblo los diezmos según la ley, es decir, de sus hermanos, aunque éstos también hayan salido de los lomos de Abraham. Pero aquel cuya genealogía no es contada de entre ellos, tomó de Abraham los diezmos, y bendijo al que tenía las promesas. Y sin discusión alguna, el menor es bendecido por el mayor. Y aquí ciertamente reciben los diezmos hombres mortales; pero allí, uno de quien se da testimonio de que vive.
¿Qué significan estos versículos? Simplemente, que Melquisedec fue un hombre sin registro de nacimiento. Su genealogía no podía vincularse a Leví ni a su tribu sacerdotal. No obstante, Melquisedec fue constituido sacerdote por Dios y recibió los diezmos de Abraham.
No se puede argumentar que el diezmo esté limitado solo a la ley porque esto sucedió cuatrocientos años antes de la ley. Hebreos 5:6 nos dice que Jesús es Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec. Él tiene todos los derechos que Melquisedec tuvo, incluido el derecho de bendecir el diezmo.
Bajo el Nuevo Pacto, Jesús no se limita a recibir nuestros diezmos, también los bendice y nos bendice a nosotros tal como Abraham fue bendecido. ¿Por qué? Como dice Gálatas 3:14, «para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles».
El día que Melquisedec bendijo a Abraham, esa misma bendición nos fue dada a nosotros por medio de Jesucristo, nuestro Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec. Si Melquisedec bendijo a Abraham, ¿cuánto más Jesús nos bendecirá?
Ahora bien, ¿cómo activamos esa bendición? Poniendo nuestra fe en la Palabra de Dios, pero la fe sin actos de obediencia que la respalden está muerta (Santiago 2:17). Como la fe verdadera consiste en actuar con base en lo que creemos, si creemos que somos bendecidos junto con el creyente Abraham, también haremos lo que él hizo: entregar el diezmo a nuestro fiel Sumo Sacerdote.
Diezmar activa la bendición de Dios en nuestras finanzas. Lea Malaquías 3:10-12, donde Dios promete que cuando usted diezma, Él reprenderá al devorador y le prohibirá tocar sus finanzas. Esa promesa está tan vigente hoy como siempre porque cuando Dios reprende al diablo, la reprensión es permanente.
Por eso, si usted quiere contar con el Todopoderoso en sus finanzas, traiga todos los diezmos al alfolí para que «haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde. Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos».
Definitivamente, ¡sí! Diezmar está incluido en el Nuevo Pacto. No espere hasta quedar entre la espada y la pared para ejercer su fe en el campo de las finanzas. Empiece a diezmar mientras las cosas marchen bien. Aprenda ahora a actuar conforme a la Palabra; y cuando Satanás trate de ponerlo contra la pared, usted podrá sonreír y saber que todo está bajo control, ya que el poder del diablo sobre sus finanzas ha sido destruido. Si usted está firme en el pacto de Dios y ejerce sus derechos como diezmador, Satanás no tendrá chance contra usted.
"Honra a Jehová con tus bienes y con las primicias de todos tus frutos; entonces tus graneros estarán colmados con abundancia y tus lagares rebosarán de mosto". (Proverbios 3:9-10)
0 comentarios:
Publicar un comentario