Los padres que están bien conectados con sus hijos proveen la mejor protección para la conducta de alto riesgo. Los estudios muestran vez tras vez que mientras nuestros niños crecen, esta es la manera más efectiva de protegerlos del abuso de sustancias, de la actividad sexual adolescente, y de las elecciones negativas. Existen claves adicionales que podemos implementar con nuestros hijos, sin importar lo pequeños o grandes que sean, para que tengan un enorme impacto en sus futuras elecciones.
La primera y más importante de todas las claves es la conectividad familiar en medio del mundo actual de oportunidades y actividades sin fin. En medio de la actividad de chofer, las tareas escolares, los compromisos de la iglesia y trabajo, el tiempo con la familia tiene que prevalecer. Sentarse juntos alrededor de la mesa para cenar, hacer devocionales familiares, en las vacaciones en familia: no importa qué forma tome, ¡solo piense en familia!
En medio de nuestros ajetreados programas, esto es todo un desafío, y cre
o que eso es parte del plan del enemigo. Encontramos tantas buenas oportunidades, que perdemos lo mejor de Dios. Al final tenemos hijos que pueden tocar un instrumento con exquisita habilidad, que llevan el trofeo a casa por ser el mejor en su deporte, que tienen notas estupendas y dan el discurso en la graduación, pero no tienen una relación dinámica con el Señor Jesucristo ni el fundamento de la familia.
No me malentienda. No es que debamos renunciar a todas esas otras oportunidades, solo priorizar lo que es lo mejor de Dios con
un oído que lo escuche a Él. Un día miraremos a nuestros hijos y serán adultos y saldrán de la universidad. Todo pasa demasiado rápido, ¡y no queremos perder esta ventana de oportunidad! Crear conectividad familiar requiere planificación y determinación. Todo en nuestra cultura grita “pares” e individualismo. Muy pocos hablan de reunirse como familia.
La diligencia diaria en la conectividad familiar es vital. No todos tenemos en nuestra vida la flexibilidad de embarcarnos en un viaje de trabajo como familia. Lo fundamental es que lo que más cuenta es la conectividad diaria. En nuestro agobiado mundo es importante conectarse unos con otros y con Dios todos los días. Nosotros tratamos de hacerlo así en nuestro tiempo devocional familiar. Claro, no todos los días tenemos tiempo para hacerlo, pero al menos tratamos de reunirnos como familia y orar juntos. Esto nos toma unos pocos minutos, ¡pero da mucho fruto! Compartir pedidos de oración y orar todos para elevarlos hacia nuestro Padre celestial levanta las cargas de nuestros hombros hasta los de Él. Cuando nuestros hijos presencian las respuestas de Dios a la oración, la fe de ellos se edifica. Dios creó primero a la familia, después a la iglesia. Por lo tanto la iglesia comienza en el hogar.
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