“…ayúdame y líbrame del mal, para que no padezca aflicción…”. 1 Crónicas. 4:10c
Dios dice, a través de la Escritura, que Jabés hizo una oración por protección. Si observa, Jabés pide algo más: “Ayúdame y líbrame del mal”. En la versión Reina Valera de 1960 dice: “Oh, Dios…”.
Este “oh” es una súplica, como cuando usted ha estado diciéndole: “Oh Señor, ¿hasta cuándo voy a seguir en esta situación”, “Oh Señor, ¿cuánto llevo pidiendo por esto?” o “¿Cuándo vas a responderme?”.
“Ayúdame y líbrame del mal”, como la oración del Padrenuestro. Jabés le pide protección porque cuando uno está bajo la protección de Dios se encuentra como Job.
El mismo Satanás frustrado le decía a Dios: ¿Cómo pretende que Job no lo alabe si todo lo que él tiene y todo lo que él es, lo ha rodeado de un cerco de protección y Dios contestó: “Es que mi siervo Job es una persona íntegra”. Incluso, podemos hacerle peticiones de alivio a Dios.
Jabés le hace una petición de alivio a Dios. Si un familiar está mal encaminado, usted no debe dejar de orar y de interceder por él. Puede que otras personas a su alrededor se desanimen, aún, hasta lo critiquen y se burlen de usted por confiar en que las cosas pueden cambiar por la mano de Dios. La petición va más allá, dice: “Señor, quita esto que me aflige, quita esta aflicción, alíviame, que no padezca aflicción”.
Jabés es concreto. No hay confusiones. No se necesita ser un teólogo experto para entender la simpleza de la petición de Jabés a Dios. Es ir al grano. Si es catarro, se le pide al Señor que lo quite en el nombre de Jesús.
Tiene amargura en su corazón, le dice al Señor: “Estoy amargado, ponme dulzura”. Tiene odio y resentimiento en su corazón, decida, en el nombre de Jesucristo, arreglar las cosas y empezar un nuevo tiempo con relaciones restauradas pidiéndole al Señor el valor para hacerlo.
Sólo Dios puede ayudarnos a cambiar el rumbo de las cosas, librarnos del mal y quitar cualquier padecimiento de aflicción en la vida.
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