EL RECHAZO
Parte I
Esta es la primera parte de una serie sobre el rechazo, compártelo con tus amigos... que lo disfrutes!
¿QUE ES EL RECHAZO?
Salmos 27.10
Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo, Jehová me recogerá.
Lucas 4.18-19
18 El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; 19 A predicar el año agradable del Señor.
Jesús inicia su poderoso ministerio en la tierra con su tarjeta de presentación: ¡Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos! Entendemos que una persona esta quebrantada de corazón cuando ha sido herido o particionado a causa de los abusos recibidos en el caminar de la vida. ¿Cómo visualizamos un cautiverio? Cuando una persona está sometida tanto a emociones como hábitos que le producen infelicidad, trastornos, decadencia, derrota, aislamientos y fracasos continuos.
Es emocionante conocer que Dios es un Padre amoroso y tierno que está pendiente de los que le buscan. El salmista dice: El sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas (Salmos 147.3). Esto debe ser para nosotros una hermosa esperanza, no nos quedaremos con las heridas en el corazón, nuestro padre las sanará y las vendará para darnos una vida de gozo y felicidad.
En Isaías 53.4 dice que Jesús llevó nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores. Dolores y enfermedades son dos vocablos diferentes con distintos significados que pueden presentarse simultáneamente o en situaciones independientes. Estamos hablando de las enfermedades físicas y los dolores emocionales; además, la Escritura nos enseña en el versículo siguiente que también llevó nuestros pecados.
Enfermedad, dolor y pecados son nominativos diferentes que afectan diferentes partes de nuestro ser. Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo (1Tesalonisenses 5.23). Dios desea nuestra sanidad por completo, en todo sentido y en todas nuestras áreas.
Una de las heridas más comunes que vemos en las personas es el rechazo. Esto proviene de:
1) La falta de amor;
2) Aceptación; y
3) Aprobación.
Todo ser humano necesita de estos tres elementos básicos para satisfacer sus necesidades internas. Los padres son los primeros responsables de inyectar estos tres satisfactores en sus hijos, incluso, desde el momento de la concepción.
Los primeros 5-6 años de vida son relevantes para forjar un carácter y desarrollar su personalidad. Durante este tiempo, estos tres satisfactores son vitales, pues nutrirá sus emociones y el concepto que tenga de sí mismo como el de los demás. Cuando falta, o es de mala calidad, se provoca un serio problema: El rechazo, y sus resultados son devastadores.
Este problema incapacita al ser humano para recibir amor, seguridad, identidad, aceptación, autoestima y una imagen sana. Esta incapacidad, lo destruye emocionalmente para amar y ser amado. Su comportamiento será influenciado por esta carencia. Los hijos son afectados cuando los padres no saben comunicar el amor, aceptación y aprobación necesarios para darles una seguridad interna. Con el tiempo y durante su crecimiento, se va sembrando una raíz de amargura que resulta incontrolable y totalmente dañina.
El rechazo es una terrible puerta a la amargura. El siguiente paso es el asilamiento y la anarquía (auto-dependencia). La rebeldía es un grito interno y silencioso, pidiendo a sus padres calidad de vida. Este es un proceso emocional infeccioso: 1) Se abre una herida emocional; 2) Viene el resentimiento, el odio; 3) Aparece la amargura; 4) Se termina con rebeldía, aislamiento.
Podemos considerar el rechazo como un abuso emocional, debido a los tres satisfactores principales del ser humano. Amor, aceptación y aprobación. El maltrato viene desde los tres ángulos: 1) La falta de amor y de sus múltiples manifestaciones. 2) La falta de aceptación como persona, y 3) la no aprobación de sus roles.
El rechazo es la ausencia o la sensación de ausencia de amor y/o aceptación. Esto da como resultado el sentirse que no tiene valor para los demás y una baja autoestima e inferioridad. Regularmente una persona rechazada practica el rechazo con otras personas.
En sicología se define el rechazo como la serie de trastornos emocionales y/o mentales que se van manifestando a lo largo de la vida como consecuencia de no haber tenido o experimentado el amor necesario, desencadenando una conducta neurótica. Ya que el rechazo desencadena diferentes trastornos emocionales, se abren puertas para que la amargura tome un lugar de preeminencia en la vida de las personas.
Una lucha interminable por obtener aceptación es un claro síntoma de rechazo. Algunas personas hacen una infinidad de intentos por sentirse aceptados, se unen a grupos étnicos (pandillas, bandas, sectas), toman hábitos de otras personas, se enfrascan en una lucha por parecer lo que no son a fin de caer bien a otros y sentirse aceptados.
¿DE DONDE PROCEDE EL RECHAZO?
Puede venir desde el mismo momento de la concepción. Muchos nacimientos provienen de niños no deseados, producto de una locura sexual. Este ser creado en el vientre de la madre sentirá y escuchará las frases de rechazo de sus padres.
La educación es una fuente constante de rechazo. Las malas palabras, frases hirientes, maltratos, maldiciones y más, marcan el corazón con heridas de rechazo. Estas palabras, aparte de lastimar el alma del niño, dejan en el una sensación de que no es importante ni aceptado dentro de su misma familia.
Las actitudes. Son una puerta enorme para que las personas se sientan rechazadas. Estar mucho tiempo aislado, egoísmo, abuso físico, sexual, emocional, así como las divisiones, críticas, abre la puerta para que entre un espíritu de rechazo.
Durante la niñez. Es el momento más crítico y vulnerable para sentirse rechazado. El abandono, intento de aborto, el ser regalado a otras personas o sentirse adoptado bajo circunstancias no sanas, son heridas tan profundas que marcan el corazón con ataduras de rechazo.
Durante el desarrollo de la vida. Hay diferentes formas en que se abren puertas al rechazo, por ejemplo en las relaciones dentro del matrimonio, la baja autoestima, la inferioridad, la derrota; en el plano laboral, los fracasos en los estudios, las relaciones difíciles y abusos verbales.
¡Jesús es nuestra sanidad! Si alguien nos puede ayudar a vencer el rechazo es Jesús, porque él mismo experimentó este sentimiento: A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron (Juan 1.11). “Los suyos” se refiere a que su propio pueblo, los judíos, no creyeron en él como el Mesías salvador del mundo. Ya que Jesús sufrió el rechazo directo de su propia gente puede entender perfectamente lo que una persona rechazada siente.
Una segunda referencia la tenemos con su propia familia. Ni siquiera sus hermanos, los hijos de José y María, que habían vivido con él durante muchos años creyeron en él. De hecho, en su propio pueblo, donde él se había criado no fueron sensibles a su destino divino: 57Y se escandalizaban de él. Pero Jesús les dijo: No hay profeta sin honra, sino en su propia tierra y en su casa. 58Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos (Mateo 13.57-58).
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