La apertura del capítulo 10 nos revela que Daniel había pasado a través de un periodo de oración que había durado tres semanas. No es que Daniel haya invertido esas tres semanas en una postura de oración con su cuerpo físico, ni con palabras de petición hacia Dios; fue un tiempo invertido esperando en Dios con una actitud de expectación espiritual. Las vocaciones y ocupaciones ordinarias de la vida fueron hechas a un lado, y aun las necesidades ordinarias del cuerpo recibieron la mínima atención. Daniel 10:3 nos dice: “No comí manjar delicado, ni entró en mi boca carne ni vino, ni me ungí con ungüento, hasta que se cumplieron las tres semanas”. Esta dieta mínima puede haberse agregado a su debilidad mencionada en Daniel 10:7, 8. Estas auto-negaciones fueron suplementadas por ejercicios vigorosos de cierta clase positiva: “porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios . . .” (Daniel 10:12).
Es interesante observar el tiempo del año en el cual Daniel tuvo esta agotadora temporada de oración: de acuerdo a Daniel 10:4, fue en: “el día veinticuatro del mes primero”. La Pascua llegó en el día 14 del primer mes, y la Fiesta de los Panes sin Levadura le siguió el día 15 (la cual duraba 7 días). Los 21 días de devoción de Daniel incluían los días de la celebración anual de la liberación de Egipto. Era necesario comer pan sin levadura: “No comí manjar delicado”. Al final del tiempo descrito de la abstinencia, él todavía no había alcanzado el objetivo de su búsqueda en su oración. En lugar de cancelar sus devociones con el pensamiento de que él había cumplido con sus obligaciones, continuó presionando por cumplir con los deseos de su corazón. Con cuánta frecuencia nuestras responsabilidades nos conducen a llevar a cabo nuestras devociones, pero el placer al llevarlas a cabo no está presente en nuestros corazones. Para Daniel, la oración era una oportunidad para buscar lo que él deseaba saber. Dichas temporadas de restricción le ofrecieron a Daniel oportunidades especiales para perseverar en sus clamores. Largas vigilias lo habilitaron para mirar más allá de las dimensiones del tiempo hacia la vasta extensión de la eternidad y de su discernimiento en la historia. Daniel tomó tiempo para escudriñar la Escrituras ya escritas y esperar en Dios aquellas revelaciones que el Señor habría de dar.
Satanás: El Príncipe de la Potestad del Aire
Parece que Daniel había buscado un lugar de retiro de las demandas de otras labores con el propósito de esperar en el Señor. Él declaró en Daniel 10:4 que estaba a la orilla del gran Río Hidekel, (o Río Tigris) cuando recibió esta visión. Aquí, Daniel miró a “un varón”; La descripción de Daniel en Daniel 10:5, 6, es muy similar a la descripción de Juan el Amado que hace acerca del “hijo del hombre (Apocalipsis 1). Daniel cayó sobre el suelo como un hombre muerto; entonces el mensajero celestial vino he hizo que se pusiese sobre sus rodillas. Luego el mensajero le relata algo con un retraso de 21 días que era concerniente a su oración. Él le asegura a Daniel que su oración fue escuchada en el primer día. Y le dice a Daniel: “A causa de tus palabras he venido” (Daniel 10:12).
Durante 3 semanas, Daniel había buscado la respuesta, pero los cielos parecían habérsele cerrado. Previamente, en el capítulo 9, Gabriel apareció repentinamente para contestar una oración de Daniel aun antes que él pudiera terminarla; en esta oración, no había recibido una respuesta inmediata. Veintiún días después, finalmente Gabriel llegó con una respuesta para Daniel. ¿Por qué el retraso? La respuesta fue retrasada debido a que el Príncipe del Reino de Persia se había opuesto a Gabriel durante 3 semanas completas. Tal habilidad para retrasar la respuesta a Daniel nos da una gran evidencia del poder del Príncipe del Reino de Persia. En algún lugar en su vuelo del cielo, de su morada, Gabriel invadió el campo de los lugares celestes mencionado en Efesios 6:12, poblado por espíritus malignos. Miguel vino para librar a Gabriel de esa oposición del Príncipe de Persia. Este Príncipe era un espíritu de gran maldad.
¿Quién era este Príncipe? Nosotros creemos que era Satanás quien controlaba el reino de Persia. Satanás es la cabeza de un innumerable ejército de ángeles caídos. Él es el dios de esta era; controla los asuntos de los reinos de este mundo. Los espíritus de maldad en regiones celestes son sus agentes, a través de los cuales mantiene el control e influencia en estos reinos. Tiempo después en la historia, el Diablo hizo una declaración a Cristo en la tentación del desierto: “A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy” (Lucas 4:6). El Diablo llegó a este poder o autoridad sobre el hombre debido a que el hombre se la entregó a él a través de un proceso de tiempo. Debemos reconocer que Jesús no negó la declaración hecho por el Diablo.
Satanás verdaderamente es el poder detrás de los líderes de los grandes reinos. Cuando los hombres surgen en alguna autoridad nacional y global, llegan bajo influencias obscuras de maldad que están tratando de implementar el plan de Satanás. En contraste, las fuerzas providenciales de ángeles que animan a líderes en dirección de la justicia, Dios tiene Su plan; Satanás también tiene un plan. Con frecuencia Dios influencia a los líderes mundiales hacia la justicia a través de sueños. Satanás mismo como el Príncipe de la potestad del aire está por encima de estos líderes y está firme detrás de todas esas agencias.
Ezequiel 28:11–19 está dirigido al rey de Tiro. En conexión con este rey, se nos da una descripción de otro ser existente detrás de ese rey, quien es su poder gobernante. Esta descripción únicamente encaja bien con un ser espiritual— Satanás. Isaías 14 nos habla del poder detrás del rey de Babilonia— quien también es Satanás. El poderoso dominio de Satanás está en los cielos justo encima de la Tierra, al igual que también está en la Tierra. Satanás es tanto el “príncipe de la potestad del aire” al igual que “el dios de este siglo”. Él tiene el control sobre todos los reinos de la tierra como resultado a través de los siglos de que el hombre invite a las fuerzas oscuras para que le den poder en su conquista de las naciones.
Este mismo príncipe, Satanás, resistió al mensajero, a Gabriel, durante 3 semanas. Hubo un conflicto en el aire. El gran arcángel Miguel eventualmente llegó a asistir al mensajero Gabriel.
Los Ángeles y Su Participación en la Historia
Existen otros 2 incidentes, los cuales la Biblia revela acerca de Miguel en confrontación con el Diablo. Uno de ellos se encuentra en el Libro de Judas en donde se nos dice que Miguel contendió con Satanás por el cuerpo de Moisés; en dicho incidente, Miguel declaró simplemente: “El Señor te reprenda” (Judas 9). El segundo incidente se encuentra en Apocalipsis 12 con respecto a la batalla entre Satanás y Miguel; en este incidente, Satanás sería lanzado fuera, lo cual conduciría a la venida del Anticristo. ¡Oh cuánto poder tiene este Querubín que en algún tiempo fue ungido, con el propósito de detener al mensajero de Dios cuando deseaba revisar y mantener el mensaje de Dios! Él es responsable de las guerras sangrientas entre las naciones y por las cosas abominables en el paganismo idolátrico. La Biblia también declara que Satanás tiene poder para moverse sobre individuos para ser una influencia en sus acciones, tal como cuando influenció a David para llevar a cabo el censo del pueblo (1 Crónicas 21:1).
Pero Dios usa a Sus ángeles para mantener y defender a aquellos que son Suyos: “¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?” (Hebreos 1:14). No solamente son enviados para ministrar a aquellos que serán herederos de la salvación, sino también para mantenerlos en el camino, y para llevarlos “Para que su pie no tropiece en piedra” (Salmos 91:11, 12). Las Escrituras también declaran que ellos ministran en diferentes maneras. Los Querubines fueron colocados como guardianes en el Huerto del Edén, para evitar que los hombres entraran y comieran del Árbol de la Vida. En Génesis 19 cuando llegó el tiempo de destruir a Sodoma y Gomorra, dos ángeles fueron enviados a librar a Lot y luego destruir aquellas dos ciudades. En Betel, Jacob miró a los ángeles ascendiendo y descendiendo. Tiempo después en la historia, leemos que un ángel trajo pan y agua a Elías cuando estaba recostado bajo un enebro, abatido y orando para que pudiera morir (1 Reyes 19). Cuando Eliseo fue sitiado en Dotán, las huestes angelicales fueron enviadas a él para liberarlo, lo cual ellos cumplieron cuando hirieron a sus enemigos con una ceguera (2 Reyes 6). El ángel del Señor mató en una noche a 185,000 soldados del ejército de Senaquerib, rey de Asiria (2 Reyes 19:35).
Otro ejemplo de la presencia de un ángel ocurrió cuando Daniel había sido echado en el foso de los leones; Dios envió a un ángel cerrar la boca de los leones (Daniel 6). Fue un ángel quien le advirtió a José que debía huir a Egipto con el niño Jesús, así como cuando debía regresar con Él (Mateo 2). Después que Jesús había ayunado durante 40 días, ángeles vinieron y ministraron para Él. (Mateo 4). Al término de Sus sufrimientos en el Getsemaní, un ángel apareció para fortalecerle (Lucas 22:43). Un ángel liberó al apóstol Pedro de la prisión (Hechos 12), y otro ángel informó a Pablo que tanto él como todos los que viajaban con él en el barco habrían de sobrevivir en el naufragio (Hechos 27:22). Un arcángel estará presente en la venida secreta de Cristo en el aire (1 Tesalonicenses 4:16); y habrán ángeles involucrados en el Periodo de la Tribulación (Apocalipsis 8:2). Solo el cielo podría revelar la cantidad de ocasiones en las cuales los ángeles nos han ayudado a través de sus obras providenciales. Aun en la muerte, los ángeles parecen ser escoltas divinas del alma para llevarnos a nuestro lugar de reposo (Lucas 16:22).
En Daniel 10, Gabriel vino a fortalecer a Daniel. Trajo fortaleza física al profeta, del mismo modo que impartió palabras que fortalecieran el alma de Daniel para fortalecerlo espiritualmente. Aun así Daniel ignoraba lo que estaba sucediendo. Gabriel dio cierto servicio del cual no se nos menciona. Gabriel nos habla de una pelea con este príncipe. ¡Con cuánta frecuencia Satanás y sus ángeles de las tinieblas están disputando las vidas de nuestros hijos jóvenes mientras que nosotros nos encontramos en la agonía de la oración intercediendo por ellos! Este capítulo 10 de Daniel nos revela que con frecuencia existe una guerra sin cuartel en los lugares celestiales de la cual no estamos conscientes.
En este incidente, Gabriel pudo dejar la batalla cuando Miguel llegó, pero tuvo que regresar para pelear con el príncipe de Persia (Daniel 10:20). ¡Seres espirituales peleando contra seres espirituales! Un mundo encima de nosotros está siempre activo en contra del mundo que es visible. Esto ocasiona que el corazón del cristiano de hoy en día se pregunte: “¿Qué ángel de maldad está encima de los Estados Unidos?” “¿Qué ángel ha sido designado por Dios sobre los Estados Unidos para que influencie a nuestros líderes en dirección a la justicia tanto como los demonios están perseverando en influenciar a los líderes hacia la maldad?”
Las oraciones de Daniel fueron evidentemente el elemento inquietante entre principados y potestades en lugares celestiales. ¿Cuál fue la naturaleza y propósito de la oración de Daniel en ese momento? Esta oración fue una continuación de la oración del capítulo anterior, en donde Daniel estaba orando acerca de los 70 años que Jeremías había profetizado. No obstante, el incidente en este capítulo 10 sucedió 2 años después cuando el retorno de Israel estaba por llevarse a cabo. Mientras que el tiempo de Dios para su retorno era inminente, Satanás estaba perseverando en detener su regreso.
Para cumplir con su plan Satanás, con frecuencia debe obrar a través de reyes. Miguel estaba trabajando con estos reyes para influenciarlos a fin de que dejaran regresar a los judíos. Por supuesto, Ciro y Darío no tenían consciencia de la presencia del príncipe angelical de Persia, e igualmente inconscientes del mensajero angelical, quien había venido como respuesta a las oraciones de Daniel. ¡Esta oración de Daniel era verdaderamente en pos del destino de la nación judía! El poder de la oración se observa aquí en la resolución de una historia; y aun así, Satanás peleó en contra de Miguel por ello.
Quizá Daniel teniendo el favor de Darío, le había hablado a él y a Ciro, respecto al escrito profético de Jeremías acerca de Ciro (predicho en Isaías 45:1–6). Ahora estaba orando para que pudiera obtener el deseado final. Aun así, la batalla rugía hacia adelante y atrás. Cuando el príncipe de Persia ganaba ventaja, los reyes de Persia creían que no sería sabio dejar volver a los judíos a Jerusalén. Cuando el mensajero que vino a Daniel en su oración se había parado victoriosamente delante de su adversario, los reyes de Persia entonces creyeron que debían dejar a los judíos que regresasen. Únicamente después de 21 días fue que el asunto pudo resolverse. La venida de Miguel había aliviado al mensajero el tiempo suficiente para que pudiera ir con Daniel y contarle acerca del progreso que se había llevado a cabo, mucho de esto habría animado en gran manera a Daniel. Después, Gabriel regresó para ayudarle a Miguel en la batalla. El resultado de tal lucha lo vemos en 2 Crónicas 36:22, 23 y en Esdras 1:1–4.
De una manera muy gráfica, esta batalla en los lugares celestiales nos muestra los esfuerzos determinados de los poderes de las tinieblas para derrotar a las oraciones del pueblo de Dios. Aunque la oración tomó un efecto inmediato en el cielo (de acuerdo a la declaración del mensajero celestial), Daniel no había tenido ninguna manifestación de dicha situación durante 21 días. Los poderes de las tinieblas en los lugares celestiales habían retrasado el mensaje de que la oración de Daniel había sido escuchada y contestada. El cristiano debe discernir que el poder de la oración no debe ser visto únicamente en la vida de una persona, sino también desde una perspectiva global. Los Últimos Tiempos de-mandan que los santos de Dios se involucren en oraciones por el mundo y por sus poderes. Cuando nuestras oraciones van más allá de nuestras necesidades personales, y entran en un ramo global, entonces estamos entrando en el área en donde residen los principados y las potestades. ¡Necesitamos hombres y mujeres alrededor del mundo dedicados a la oración en el ramo de las guerras espirituales!
Conclusión
Con cuánta frecuencia leemos en Efesios 6:10–20 de la armadura para la batalla y nunca tomamos en consideración la extensión de esta batalla.
Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes (Efesios 6:12).
¿Hasta dónde se extiende la guerra cristiana? Aun para propósitos ordinarios tenemos que pelear en contra de la indolencia, de deseos de maldad, tendencias deshonestas, y muchas otras proclividades dentro de nosotros. También debemos pelear en contra de la oposición, de malos tratos, tentación que viene de otras personas, y los efectos de depresión, de angustias y decepciones. También existen los poderes de la monotonía, sentimientos de agotamiento, el anhelo por reposar. Aun cuando estamos enfermos, o débiles, o desanimados, con frecuencia es difícil mantener el camino correcto del deber para alejarnos de los atractivos del placer.
Pero, ¡Oh querido cristiano, existe mucho más en la vida cristiana por lo cual batallar! ¡Los enemigos principales son invisibles! La ofensiva, la parte de la guerra que avanza sobre el suelo enemigo, está resumida en estas palabras:
Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos; y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio, por el cual soy embajador en cadenas; que con denuedo hable de él, como debo hablar (Efesios 6:18–20).
Vamos a enfrentar más de este tipo de guerras espirituales en los días venideros. El poder del Evangelio está siendo agresivamente confrontado en los Últimos Tiempos a través del incremento de agresión por parte de los demonios que pelean con su influencia sobre las vidas de las personas en contra del Evangelio. Mi querido padre terrenal solía decir que entre la boca del predicador y el oído del oyente se encuentran los poderes de las tinieblas tratando de detener al cristiano de entender la verdad que está siendo predicada. Esta situación ha alcanzado una proporción global.
Que el Señor nos conceda toda la armadura de Efesios 6 y una vida de oración para pelear en los lugares celestiales.
0 comentarios:
Publicar un comentario