Esta publicación le ayudará a hacerle frente al ataque en contra de la verdad bíblica que cada vez se torna más relativa.
A través de una cuidadosa exégesis, el pastor, maestro y autor, John MacArthur nos recuerda que la verdad debe ser proclamada, aun si eso significa guerra.
¿Es la verdad relativa?… Como preguntó Poncio Pilato en ese momento histórico, ¿Qué es la verdad?
Verdad en Guerra
Este libro NO ES fuego amistoso.
Ahora mismo, la verdad está siendo atacada, y mucho está en juego.
No hay un campo neutral. No hay zona de seguridad para los que no están comprometidos con esta guerra. La batalla por la verdad es encarnizada, y este libro revela:
-Los riesgos del pensamiento posmoderno
-Por qué el movimiento emergente eclesiástico es intrínsecamente defectuoso
-Escaramuzas pasadas en la Guerra por la Verdad y su efecto en la iglesia
-La Importancia de la Verdad y la certeza en una sociedad posmoderna
-Cómo identificar y enfrentar los errores y las falsas enseñanzas que entraronclandestinamente en la iglesia.
Muchos Cristianos que van a la iglesia quedan atrapados inocentemente en el fuego cruzado de la enseñanza y creación de otras historias cristianas, el pensamiento defectuoso emergente, y una ofensiva cultural para eliminar completamente la verdad absoluta. Como resultado, muchos han sido engañados.
Epígrafe de un escrito de C.H. Spurgeon
La Iglesia de Cristo se representa continuamente por la figura de un ejército; su capitán es el Príncipe de Paz; su objetivo es el establecimiento de la paz, y sus soldados son hombres con una disposición pacífica. El espíritu de guerra es el extremo contrario al espíritu del evangelio.
No obstante, la iglesia en la tierra hasta la Segunda Venida debe ser la iglesia militante, armada, guerrera y conquistadora. ¿Cómo funciona esto?
Es como debe ser en el verdadero orden de las cosas. La verdad no sería verdad en este mundo si no fuera un asunto de batalla. Deberíamos sospechar que no sería verdad si el error hiciera amistad con ella. La intachable pureza de la verdad tiene que estar en guerra con la oscuridad de la herejía y las mentiras
Contenido del libro
Introducción: Por qué vale la pena pelear por la verdad
1-¿Puede la verdad sobrevivir a una sociedad posmoderna?
2-Guerra espiritual: Deber, peligro y triunfo garantizado
3-Constreñido ante el conflicto: ¿Por qué debemos pelear por la fe?
4-La apostasía en aumento: Cómo los falsos maestros se introducen a hurtadillas
5-La sutileza de la herejía: Por qué debemos permanecer atentos
6-Lo perjudicial de la falsa doctrina: Cómo el error convierte la gracia en libertinaje
7-El ataque a la autoridad divina: La negación del Señorío de Cristo
8-Cómo sobrevivir en tiempos de apostasía: Aprender de las lecciones de la historia.
Apéndice: Por qué el discernimiento está fuera de moda
Notas
Acerca del autor
Resumen de la Introducción:
Por qué vale la pena pelear por la verdad
¿Quién hubiera pensado que las personas que dicen ser cristianas, aun los pastores, atacarían la misma noción de la verdad? Pero así lo hacen.
Un reciente ejemplar de la revista Christianity Today resaltó un artículo acerca de “La iglesia emergente”. Ese es el nombre popular para una afiliacióninformal de comunidades cristianas de todo el mundo que quiere renovar la iglesia, cambiar la forma en que los cristianos interactúan con la cultura y cambiar nuestro modo de pensar acerca de la verdad misma.
Cada uno de los líderes de la iglesia emergente descrito en el artículo, expresó un alto nivel de disconformidad con cualquier insinuación de certeza en cuanto al significado de la Biblia, hasta con respecto al Evangelio. Por ejemplo Brian McLaren, ex pastor y autor popular es la figura más conocida y una de las voces más influyentes de dicho movimiento. McLaren es mencionado en el artículo deChristianity Today, donde dice: “Yo no creo que tengamos el evangelio correcto todavía…No creo que los liberales lo tengan, pero tampoco nosotros lo tenemos.Ninguno de nosotros ha alcanzado la ortodoxia”. (¿No les parece este comentario relativista?).
La idea de que el mensaje cristiano debería mantenerse flexible y ambiguo parece sumamente atractivo para los jóvenes que están sintonizados con la cultura y enamorados del espíritu de la edad, y que no soportan la idea de tener la autoritaria verdad bíblica aplicada con precisión para corregir el estilo de vida mundano, las mentiras profanas y comportamientos impíos. Y el veneno de esta perspectiva está siendo inyectado más y más dentro del cuerpo de la iglesia evangélica.
Eso no es cristianismo auténtico. No saber lo que uno cree (sobre todo cuando se habla de un tema tan esencial como el evangelio para el cristianismo) es por definición un tipo de incredulidad. Defender la ambigüedad, exaltar la incertidumbre o de lo contrario ocultar la verdad es una manera pecaminosa de fomentar la incredulidad.
Cada cristiano verdadero debería conocer y amar la verdad (2 tesalonicenses 2:10). Es claro que el amor genuino por la verdad se edifica en la fe salvadora.Es por lo tanto, una de las cualidades distintivas de cada creyente verdadero.Según las palabras de Jesús, ellos conocieron la verdad, y la verdad los ha hecho libres (Juan 8:32). En una época en que sola la idea de la verdad está siendo atacada con desdén (aun en la iglesia en donde las personas debería reverenciar la verdad0, el consejo sabio de Salomón nunca fue tan oportuno: “Compra la verdad, y no la vendas” Proverbios 23:23.
El valor eterno de la verdad
No hay nada en el mundo más importante o más valioso que la verdad. Y la iglesia tendría que ser “columna y baluarte de la verdad” (I Timoteo 3:15).
La historia está repleta de relatos de personas que eligen aceptar la tortura o la muerte antes de negar la verdad. En generaciones anteriores, dar la vida por lo que se creía era considerada una actitud heroica. Este ya no es necesariamente el caso.
Por supuesto, parte del problema es que los terroristas y suicidas se han adueñados de la idea de “martirio” y le han dado la vuelta. Se llaman a sí mismos “mártires”, pero son asesinos y suicidas que matan a la gente por nocreer. Su agresión violenta es el polo opuesto al martirio, y sus despiadadas ideologías que los guían con la exacta antítesis de la verdad. No existe nada heroico en lo que hacen ni nada noble acerca de lo que sostienen. Pero son símbolos significativos de una profunda tendencia al conflicto que va plagando a esta generación en el mundo. Pareciera que hay una gran cantidad de personas que están dispuestas a matar por una mentira, pero son muy pocos los que están dispuestos a decir lo que piensan de la verdad, y mucho menos a morir por ella.
Dos ejemplos históricos, Ignacio y Policarpo fueron cristianos que pelearon por la verdad Ignacio no aceptó hacer sacrificios a ídolos y prefirió que lo lanzaran a las bestias salvajes para que lo devoraran. Policarpo, su amigo, buscado por las autoridades, se entregó de manera voluntaria a pesar de saber que le costaría la vida. Lo llevaron a un estadio repleto de una multitud sedienta de sangre y le ordenaron que maldijera a Cristo. Policarpo se negó diciendo: “Ochenta y seis años le serví y nunca fue injusto conmigo, ¿Por qué entonces debería blasfemar contra mi Rey que me salvó?, Fue quemado vivo allí mismo.
Al estar viviendo en una cultura donde la persecución violenta es casi desconocida, multitudes que se llaman a sí mismas cristianas parecen haberse olvidado del alto precio que muchas veces hay que pagar por ser fiel a la verdad.
Dije: “¿muchas veces?” De hecho, de alguna manera u otra siempre es muy alto el precio que hay que pagar por la fidelidad a la verdad (2 Timoteo 3:12). Por eso justamente Jesús insistió que cualquiera que quiera quisiera ser su discípulo debía estar dispuesto a tomar su cruz (Lucas 9:23-26).
El mismo movimiento evangélico debería hacerse cargo de parte de la culpa por la desvalorización de la verdad por satisfacer en las personas la comezón de oír (2 Timoteo 4:1-4). ¿Hay alguna persona que realmente se haya imaginado que muchos de los que se encargan de entretener a los hambrientos asistentes de la iglesia, que poseen las mega iglesias de hoy día, estarían dispuestos a dar sus vidas por la verdad? De hecho, muchos de ellos no están dispuestos a defender valientemente la verdad, ni siquiera entre cristianos donde existe un ambiente en el que casi no hay riesgos, donde la peor consecuencia podría ser herir los sentimientos de alguna persona. Hoy día muchas iglesias conocidas parecen pensar que los cristianos deberían estar jugando en lugar de estar en guerra. La idea de pelear por la verdad doctrinal es lo más alejado de los pensamientos de quienes asisten a la iglesia. Los cristianos contemporáneos se han propuesto lograr que el mundo los quiera, y por supuesto en este proceso desean divertirse lo más posible. Están tan obsesionados por mostrarles a los incrédulos una iglesia “buena onda” que ni se les puede cuestionar si la doctrina del otro está bien o no. En este clima, la idea de tratar de identificar si la enseñanza del otro es falsa (mucho menos que “contendáis ardientemente” por la fe) es una sugerencia desagradable y peligrosa en la cultura de hoy. Los cristianos apoyaron la idea de que no existe casi nada menos “buena onda” ante los ojos del mundo que cuando alguien muestra una preocupación sincera acerca del peligro de la herejía. Después de todo, el mundo no toma seriamente la verdad espiritual, por lo tanto no alcanza a entender por qué alguien sí lo haría.
Pero los cristianos deberían estar más dispuestos a vivir y morir por la verdad.Recordemos: Conocemos la verdad, y la verdad nos hace libres (Juan 8:32).Nosotros no deberíamos avergonzarnos de decir esto valientemente (Salmos 107:2). Y si fuéramos llamados al sacrificio por amor a la verdad deberíamos estar dispuestos y prepararnos a dar nuestras vidas por ella. De nuevo, eso es exactamente lo que Jesús estaba hablando cuando llamó a los discípulos a tomar su cruz (Mateo 16:24). La cobardía y la fe auténtica son la perfecta antítesis.
¿Qué es la verdad?
Por supuesto que la verdad y Dios son inseparables. Cada pensamiento acerca de la esencia de la verdad, qué es, qué la hace “real” y cómo podemos estar completamente seguros de algo, nos vuelve rápidamente a Dios. Por eso es que al Dios hecho carne, Cristo Jesús, se le llama “la verdad” (Juan 14:6). Quien repudia a Dios, rechaza la verdad.
La incredulidad es la semilla de esa opinión. La aversión contemporánea hacia la “verdad” es simplemente una expresión natural de la innata hostilidad de la humanidad caída hacia Dios (Romanos 8:7).
Ciertos evangélicos vanguardistas actúan a veces como si la desaparición de la certeza fuera un nuevo desarrollo intelectual dramático, en vez de serlo como lo que realmente es: El eco de la antigua incredulidad. Es incredulidad cubierta por un disfraz religioso que busca legitimidad como si fuera une estilo humilde de fe. Pero no es fe en lo más mínimo.
El deber de la iglesia ha sido siempre confrontar ese escepticismo y responderle con la clara proclamación de la verdad que Dios ha revelado en su Palabra.Hemos recibido un mensaje claro con el propósito de confrontar la incredulidad del mundo. Eso es lo que estamos llamados, mandado y comisionados a hacer (1 Corintios 1:17-31). La fidelidad a Cristo nos lo demanda. El honor de Dios lo requiere. No podemos estar tranquilos y no hacer nada mientras que actitudes mundanas, revisionistas y escépticas acerca de la verdad, se están infiltrando en la iglesia. No debemos abrazar tal confusión en nombre del amor, el compañerismo o la unidad. Como los fieles cristianos siempre lo hicieron, tenemos que mantenernos en pie, pelar por la verdad y estar preparados a morir por ella.
En particular, los líderes de la iglesia son responsables de dar el ejemplo.Necesitamos con urgencia “pastores según mi corazón [dice Dios], que os apacienten [a los creyentes] con ciencia y con inteligencia” (Jeremías 3:15, Hechos 20:28-31). Por esto el deber solemne de cada creyente es oponerse a cada ataque hacia la verdad, aborrecer cada mínimo pensamiento de falsedad y no comprometerse en ningún sentido con el enemigo, quien es sobre todo un mentiroso y padre de mentira (Juan 8:44).
Después de todo, la guerra por la verdad es una guerra. La batalla es siempre seria, pero esta es la guerra eterna por el precio más alto, por eso requiere la más cuidadosa diligencia.
¿Por qué la verdad está inseparablemente ligada a Dios?
Vamos a comenzar el primer capítulo con la definición de la verdad en términos bíblicos. También vamos a observar que cada intento de definir a la verdad en términos contrarios a la Biblia ha fallado. Esto se debe a que Dios es la fuente de todo lo que existe (Romanos 11:36). Sólo Él define y declina cuál es la verdad. Él es también el máximo revelador de toda verdad. Toda verdad revelada en la naturaleza fue creada por Dios (Salmos 19:1-6) y esta es su propia revelación para quienes le conocen (Romanos 1:20). Él nos dio la mente y la conciencia para percibir la verdad, diferenciar el bien del mal y hasta nos relacionó con un entendimiento fundamental de su ley escrita en nuestro corazón (Romanos 2:14-15). Y sobre todas estas cosas, nos dio la perfecta e infalible verdad de la Escritura (Salmos 19:7-11), la cual es una revelación suficiente de todo lo que pertenece a la vida y a la piedad (2 Timoteo 3:15-17; 2 Pedro 1:3), para que nos lleve a Él como Señor y Salvador. Finalmente, envió a Cristo, la encarnación de la verdad misma, como culminación de la divina revelación (Hebreos 1:1-3). El motivo para que esto sucediera fue para que Dios se revelara a sus criaturas (Ezequiel 38:23). De esta manera, toda la verdad empieza con lo que es verdadero de Dios: Quién es Él, qué conoce su mente, qué implica su santidad, qué aprueba su voluntad y así sucesivamente. En otras palabras, Dios es quien determina y explica apropiadamente toda la verdad. Por esto, cada noción de que Dios no existe es por definición falsa. Eso es precisamente lo que enseña la Biblia “Dice el necio en su corazón: No hay Dios” (Salmos 14:1; 53:1).
Por lo tanto, el reconocimiento del único Dios verdadero es el punto de partida para lograr el entendimiento auténtico del concepto fundamental de la verdad misma. Como decía Agustín, nosotros creemos para entender, y al ganar mejor entendimiento, nuestra fe en Dios, como Él que se reveló a sí mismo, como el conocimiento causado por la fe son esenciales si esperamos comprender la verdad en cualquier sentido importante y significativo que sea.
La Escritura describe a los auténticos cristianos como los que conocen la verdad y que la misma los ha hecho libres (Juan 8:32). Lo creen con todo su corazón (2 Tesalonicenses 2:13). Ellos obedecen la verdad mediante el Espíritu de Dios (1 Pedro 1:22). Y han recibido un ferviente amor por la verdad por medio de la bondadosa obra de Dios en sus corazones (2 Tesalonicenses 2:10). Según la Biblia dice, no han asido realmente la verdad si no hay sentido en lo que conocen de ella, si no creen en ella, ni se someten a ella y la aman.
La existencia de la verdad absoluta y su inseparable relación con la persona de Dios es el principio más esencial del verdadero cristianismo bíblico. Hablando francamente: Si usted es uno de los que se cuestionan si la verdad es realmente importante, por favor, no llame a su sistema de creencia “cristianismo”, porque no lo es.
Es increíble que tengamos que recordarles estas cosas a los cristianos de nuestra generación. La verdad nunca está determinada por leer la Palabra de Dios y preguntarnos: ¿Qué significa esto para mí? Cuando escucho a alguien hablar así suelo preguntarle: “¿Qué quiso decir la Biblia antes de que usted naciera? ¿Qué quiere decir Dios con lo que dice?” Esas son las preguntas correctas que se deberían hacer. Nuestra intuición, experiencia o deseo no determinan la verdad o su significado. El verdadero significado de la Escritura ya fue determinado por la mente de Dios. La tarea de un intérprete es discernirese significado. Y una interpretación correcta debe anteceder a su aplicación.
El significado de la Palabra de Dios no es para nada oscuro o difícil de comprender como las personas hoy día lo hacen ver. Admito que algunas cosas de la Biblia son difíciles de entender (2 Pedro 3:16), pero su verdad central y esencial es lo bastante sencilla como para que nadie se confunda con ella. “El que anduviere en este camino, por torpe que sea, no se extraviará” (Isaías 35:8).
Por otra parte, nuestra percepción individual de la verdad puede cambiar y de hecho así lo hace. Por supuesto que adquirimos mayor entendimiento a medida que crecemos. Todos comenzamos siendo nutridos con la leche de la palabra.Cuando adquirimos habilidad de masticar y digerir verdades más difíciles, se supone que debemos ser fortalecidos por el alimento sólido de la Palabra de Dios (1 Corintios 3:2; Hebreos 5:12). Esto es, movernos de un conocimiento de niño a un entendimiento de verdad más maduro en toda su riqueza y relación con otra verdad.
Sin embargo, la verdad misma no cambia sólo porque cambie nuestro punto de vista. Cuando maduramos en nuestra habilidad de percibir la verdad, la verdad en sí misma se mantiene invariable. Nosotros debemos ajustar todos nuestros pensamientos a la verdad (Salmos 19:14), no estamos autorizados a redefinir el término “Verdad” para adaptarlo a nuestros propios puntos de vista, preferencias o deseos. No debemos ignorar o descartar verdades seleccionadas sólo porque podemos llegar a encontrarlas difíciles de recibir o de sondear.Después de todo, no podemos volvernos perezosos o apáticos acerca de la verdad cuando el precio de entenderla o defenderla se torna exigente o costoso.Tal acercamiento egoísta a la verdad es equivalente a la usurpación a Dios (Salmos 12:4). Quienes toman esa ruta garantizan su propia destrucción (Roms. 2:8-9).
Además, Dios se ha revelado a sí mismo y su verdad con suficiente claridad.Aparte de la explicita revelación especial de la Biblia, Dios ha hecho algunos de los principales elementos de la verdad espiritual lo bastante claros para todos.Por ejemplo, la Escritura dice que las verdades cardinales relacionadas con Dios, su poder, su gloria y su rectitud, son conocidas naturalmente por las personas por medio de la creación y sus conciencias (Romanos 1:19-20; 2:14-16). Esa verdad es perfectamente clara y suficiente para que la raza humana no tenga excusa (Romanos 1:20), Todos los que sean condenados en el juicio final serán responsables de rechazar toda la verdad que haya estado a su disposición.El hecho de que un Dios es justo y recto sostenga que tanto incrédulos como los creyentes sean responsables de obedecer su revelación es una prueba irrefutable de que Él ha hecho la verdad lo bastante clara es un ataque contra la propia sabiduría e integridad de Dios.
Cómo la verdad está siendo atacada en la iglesia de hoy
Las personas están experimentando con ideas subjetivas y relativistas de la verdad y catalogándolas como “cristianas”. Esta tendencia señala una significativa desviación del cristianismo bíblico e histórico.
Se está librando, como siempre, una guerra contra la verdad. Estamos de un lado o del otro. No hay término medio, ni zona segura para los comprometidos.Finalmente, la cuestión de la verdad misma, qué es y si podemos verdaderamente conocerla a fondo, se ha tornado en uno de los más importantes puntos de disputa.
Nos toca vivir en una generación donde muchos llamados cristianos no conocen de conflicto y contienda. Multitudes de cristianos desnutridos bíblica y doctrinalmente piensan acerca de controversia como si fuera algo que se tendría que evitar a cualquier precio. Lamentablemente, es lo que muchos pastores débiles modelaron para ellos.
Nunca debemos tratar la controversia ni el conflicto en la iglesia sin una causa suficiente. Pero en cada generación, la batalla por la verdad ha probado, en última instancia, ser inevitable, ya que los enemigos de la verdad son implacables. La verdad siempre está bajo ataque y es en realidad un pecado nopelear cuando las verdades vitales están siendo atacadas.
Esto es cierto aunque a veces pelear termine en un conflicto con la comunidad visible de cristianos profesantes. De hecho, siempre que los enemigos de la verdad del evangelio se infiltren con éxito en la iglesia, los fieles creyentes están obligados a batallar contra ellos. Eso es exactamente lo que ocurre hoy día, al igual que en los tiempos apostólicos.
Cómo deben responder los cristianos fieles
Así como el Espíritu Santo diseñó la revelación del Nuevo Testamento en su totalidad, la importancia de pelear por la verdad surgió como uno de los temas dominantes. Escondidas en el final del Nuevo Testamento, a la sombra de Apocalipsis (el que describe la batalla final y el triunfo final de la verdad), encontramos tres epístolas muy cortas cuyo tema en común es la devoción a la verdad en medio del conflicto. El apóstol Juan escribió dos de ellas. En los cuatro primeros versículos de Segunda de Juan aparece la Palabra verdad cinco veces. Y finaliza con este tremendo mensaje (VV. 7:11)
“Porque muchos engañadores son entrados en el mundo, los cuales no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Este tal el engañador es, y el anticristo. Mirad por vosotros mismos, porque no perdamos las cosas que hemos obrado, sino que recibamos galardón cumplido. Cualquiera que se rebela, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene á Dios: el que persevera en la doctrina de Cristo, el tal tiene al Padre y al Hijo. Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡bienvenido! Porque el que le dice bienvenido, comunica con sus malas obras”.
Así mismo, Tercera de Juan tiene a la verdad como tema fundamental. La Palabra verdad parece seis veces en esta epístola de catorce versículos. El apóstol Juan escribió para defender la verdad en contra de Diótrefes, quien amaba más tener preeminencia en la iglesia que amar la verdad. En contraste, él alaba a Demetrio diciendo: “Todos dan testimonio de Demetrio, y aun la verdad misma” (v. 12)
Judas escribió la tercera en el trío de epístolas cortas. El motivo por el que escribió la tercera en el trío de las epístolas cortas. El motivo por el que escribió fue para recordar a los creyentes su tarea de pelear por la verdad. No era lo que intento escribir. Cuando tomó la pluma para escribir, su plan era escribir“acerca de nuestra común salvación”. Pero el Espíritu Santo lo forzó de alguna manera para exhortarnos con toda pasión a que contendamos “ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos” (Judas 3).
Judas estaba hablando específicamente acerca de luchar contra la influencia de los falsos maestros que se habían infiltrado secretamente entre la comunidad cristiana. Al parecer estos hombres estaban cambiando los púlpitos por plataformas de las cuales transmitían mentiras que socavaban el corazón de la doctrina cristiana: “porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo” (v.4).
Esta inspirada advertencia de Judas versículos 3 y 4 es lo que me ha llevado a escribir este libro. Ya escribí un comentario completo de Judas, me concentraré en esta oportunidad en los versículos (vv. 3-4). Vamos a observar la advertencia de Judas desde distintos ángulos. Vamos a examinar por qué defender la fe implica inevitablemente guerra, más que la postura optimista engañosa que muchos cristianos parecen apoyar. Vamos a observar por qué la indiferencia, la timidez, el compromiso y el no mostrar resistencia son opciones descartadas para los cristianos cuando el evangelio está siendo atacado. Vamos a examinar algunos de los compromisos en la Guerra por la Verdad a través de la historia de la iglesia. Y por sobre todo, vamos a considerar por qué la advertencia de Judas se puede aplicar particularmente a los tiempos en los que vivimos.
Mi corazón resuena con la preocupación de Judas por la iglesia, su amor por el evangelio y su pasión por la verdad. También me gustaría escribir acerca de algo positivo, que tenga que ver con las cosas como las riquezas de la salvación y toda la alegría y bendiciones que le pertenecen a todos los que están verdaderamente en Cristo; nuestro amor por el Señor; y especialmente su gracia y su gloria. De hecho, este libro trata acerca de todos esos temas y cómo salvaguardarlos, ya que son precisamente los puntos de verdad que están en juego en la Guerra por la Verdad.
Pero ahora, más que tratar esos temas de manera completamente positiva y para nada polémica, me encuentro a mí mismo forzado a hacerme eco de las palabras inspiradas de Judas y exhortar a mis lectores que aman de verdad a Cristo: Ustedes están obligados a contender ardientemente por la fe. La verdad está bajo un duro ataque y hay muy pocos guerreros con valentía dispuestos a pelear. Cuando estemos delante del tribunal de Cristo, los creyentes de esta generación no van a poder justificar su apatía quejándose de que el nivel del conflicto sobre la verdad parecía “muy negativa” para la clase de cultura en la que vivíamos, o que las cuestiones eran “meramente doctrinales” y por lo tanto no valía el esfuerzo.
Recuerde que Cristo reprochó a las iglesias en Apocalipsis capítulos 2 y 3 que habían tolerado falsos maestros en medio de ellas (2:14-16, 20-23). Él alabóexpresamente a la iglesia de los efesios por examinar los reclamos de ciertos falsos apóstoles y los desenmascaró como mentirosos (2.2). Las iglesias tienen la clara tarea de guardar la fe ante los falsos maestros que se infiltran. Cristo mismo lo demanda.
Al mismo tiempo debemos darnos cuenta de que una defensa polémica de la fe de ninguna manera garantiza una iglesia saludable, y mucho menos un cristiano saludable. Cristo también reprochó a los Efesios doctrinalmente sensatos por haber dejado el primer amor (Apocalipsis 2:4). Así como es vital para nosotros alistarnos en la Guerra por la Verdad y pelear por nuestra fe, es aún mucho más importante recordar por qué estamos peleando, no meramente por la emoción de vencer algún enemigo o ganar alguna contienda, sino por el amor genuino hacia Cristo, quien es la encarnación viviente de todo lo que mantenemos como verdad y por lo que vale la pena pelear.
¿Puede la verdad sobrevivir en una sociedad posmoderna?
Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz.Le dijo Pilato: ¿Qué es la verdad?
Juan 18:37-38
Si considera quién estaba delante de él y la gravedad de las cuestiones que debía decidir, la actitud de Pilato fue sorprendentemente desdeñosa. Pero hizo una pregunta vital: ¿Qué es la verdad?
Después de todo, ¿de dónde viene este concepto y por qué es tan básico para todo el pensamiento humano? Cada idea que tenemos, cada relación que cultivamos, cada creencia que sostenemos, cada certeza que conocemos, cada discusión que tenemos, cada conversación en las que nos involucramos y cada pensamiento que tenemos presupone que existe la “Verdad”. La idea es un concepto esencial, sin el cual la mente humana no puede funcionar.
Una definición Bíblica
Entonces, ¿qué es la verdad?
Esta es una definición simple tomada de lo que enseña la Biblia: La verdad es todo lo que es coherente con la mente, voluntad, carácter, gloria y ser de Dios.Yendo más allá del punto: La verdad es la propia expresión de Dios. Ese es el significado bíblico de verdad y es la definición que empleo a lo largo de este libro. Porque la definición de verdad fluye de Dios, la verdad es teológica. La verdad es también ontológica que es una extraña manera de decir que es como las cosas realmente son. La realidad es lo que es porque Dios lo declaró y lo hizo así. Por eso, Dios es el autor, fuente determinante, gobernador, árbitro, máximo ejemplo y juez definitivo de toda la verdad.
Hasta aquí les dejo estas pinceladas de “Verdad en Guerra”. Si estos fragmentos de la introducción y del inicio del primer capítulo le impactaron, no se puede imaginar el resto del contenido.
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