¿Acaso tiene usted agradables recuerdos de la casa en que nació?
¿Cómo son esos recuerdos?.
Recordar los cálidos acontecimientos sucedidos en ese hogar, no es el edificio en si, lo que hace que uno añore el hogar donde creció.
Si acaso Dios llegara a añorar algunos de los lugares en que le adoraron aquí en la tierra. ¿Cuál seria ese lugar? ¿Qué pudo haber sucedido, que impulsara a la eterna mente Divina, a colocar sobre ese lugar un rótulo que lo señale como su favorito, para mantenerlo en esa categoría para siempre?
El ser humano busca encuentros con Dios, en la llamada Casa de Dios.
Pero Dios busca encuentros con el hombre en lo que él llama la casa del hombre.
¿Recuerda los nombres? El Tabernáculo de Moisés; el Tabernáculo de David; el Templo de Salomón. Desde el tiempo del Edén, Dios ha estado escudriñando la tierra en busca de alguien que le rinda una íntima adoración.
¿Qué sucedería si los antiguos patrones se descubrieran?
¿Qué acontecería si las prácticas llevadas a cabo bajo la unción fueran restauradas por medio de una renovación?
¿Si acaso pudiéramos reconstruir esa casa vendría El a morar en ella?
Mientras que el panorama se cubre con las costosas cúpulas de las Iglesias que irrumpen en la atmósfera de Dios y vitrales que añaden colorido al sol que Él creo, entonces se pensaría que escoger su casa favorita debería ser cuidadosamente planeado.
Prepárese para llevarse una sorpresa, cuando descubra cuál es La casa Favorita de Dios. ¡Si usted la edifica, El la habitará!
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