
Mucha gente cae a la tierra, pero no muere, porque el orgullo no los deja. Tendrás experiencias en tu vida que te harán caer, ya sea que caigas por ti mismo o porque otros provoquen tu caída; pero lo que te asegura levantarte es que estás agarrado de la mano de Dios. La Biblia dice, en Salmo 37: Cuando el hombre cayere, no quedará postrado, porque Jehová sostiene su mano.
Lo que te asegura que te vas a levantar no es la caída, sino el morir a tu ego, a tu yo. Tiene que llegar el momento que no sigas echándole la culpa a otros, y reconocer que hay que morir a ti mismo. Lo que te asegura la salvación es el arrepentirte de tus pecados. Muere a tu pasado, a tu vieja vida, a tu ayer.
Tuvo que ser difícil para Jesús, siendo rico, hacerse pobre por nosotros. Pero también tuvo que ser difícil el dejar todas las cosas en la tierra y volver al Padre. Él se humilló para hacerse hombre, pero lo humillaron para ir al cielo. Lo duro no es cuando tú te humillas, duro es cuando te humillan para ser glorificado.
No se trata de caer para levantarte solamente, se trata de caer y morir para reproducirte. A qué cosas tienes que morir. ¿Te has caído? ¿Cómo te levantas? ¿Has aprendido tu lección cuando fracasaste en el primer negocio? ¿Has aprendido la lección cuando perdiste tu primer matrimonio? No todo el que cae se levanta, pero todo el que muere, sí.
Levántate reconociendo tus errores, y permite que la gloria de Dios se refleje en ti.
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