Una vida sin límites es una dimensión desconocida. Es por esto que para nosotros es vital que Dios dirija nuestra vida, para poder tener éxito.
De hecho, para vivir una vida sin límite, hay 3 cosas que son indispensables: 1. Prepararte tú, como individuo; 2. Tener los instrumentos, los medios correctos para llegar a esa dimensión; y 3. Aprender a recibir la dirección del Espíritu Santo.
Es imposible, además, pretender querer ir a una vida sin límites, sin estar dispuesto a vivir fuera de nuestra zona de comodidad. Pero, ¿cómo salir de nuestra zona de comodidad?
Cuando Cristo llega a la tumba de Lázaro, Marta le sale al encuentro y le reclama, diciendo: Si hubieras estado aquí, mi hermano no hubiera muerto. Pero, en el próximo verso, hace una declaración poderosa: Pero sé que cualquier cosa que le pidas al Padre, él lo va a hacer. Marta estaba en una situación en la que no quería estar; hubiera preferido que hubiera pasado de otra manera, pero todavía creía.
Si enfrentas alguna situación difícil, seguramente hubieras preferido que todo sucediera de otra manera. Preferirías no haberte ido a quiebra, hubieras preferido que no te hubieran despedido del trabajo, hubieras preferido no haber perdido la casa, pero lo importante es que te mantengas creyendo.
El problema de los creyentes es que, cuando entran en zonas fuera de su zona de comodidad, dejan de creer, porque se ajustan a lo que prefieren.
Si no está esta batalla de la fe, esta batalla que se trata de creer a pesar de tus circunstancias, es porque lo que estás viviendo es lo que tú has aceptado como tu destino final.
La batalla más grande que tiene el cristiano, no es contra el diablo. Tu batalla más grande es que tu circunstancia no es congruente con la palabra que Dios te ha dado.
¿Cómo salir de tu zona de comodidad? Creyendo.
No aceptes las circunstancias presentes como lo último que vas a vivir, sino que decide seguir creyendo, a pesar de las circunstancias, porque es si crees, que entonces verás la gloria de Dios.
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